Paco Damas: "Sentí el compromiso de darles voz a las autoras de la generación del 27"
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madrid, Actualizado:
El cantautor Paco Damas vuelve a homenajear a Las Sinsombrero en su nuevo disco, Invisibles, donde da voz a las autoras de la generación del 27 que nunca habían sido cantadas y recupera la figura de la poeta berciana Manuela López, cuya carrera truncó la guerra civil.
Médico de carrera, ¿cómo da el salto de la psicoterapia a la canción?
La música siempre estuvo presente en mi vida, empujando desde el interior. En un momento, me di la oportunidad de grabar un proyecto sobre Rafael Alberti, me salieron cuarenta conciertos y tuve que elegir...
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Comienza a interpretar composiciones propias, pero luego adapta a Machado, a Juan Ramón Jiménez, a Lorca, a Miguel Hernández…
Durante años, canté piezas propias en el circuito de cantautores de Madrid, con el Rincón del Arte Nuevo como referente. Luego encontré un lugar en la poesía y empecé a cantar a Alberti, a Cernuda o a Machado.
Me daba pudor, porque estaba cantando a grandes poetas, pero Caballero Bonald tuvo la gentileza de leerme y me dijo: "Tranquilo, Paco, puedes incorporar tus letras a tus discos". En la poesía encontré el camino, con un objetivo claro: los versos, llevados a la música, pueden llegar al gran público.
En 2017 rescata a las Sinsombrero, autoras de la generación del 27, y ahora amplía la nómina: de María Zambrano y Concha Espina, de Zenobia Camprubí a María Lejárraga.
En realidad, todo comenzó en 2012, cuando cayó en mis manos un libro de mujeres poetas. Fue un shock: ¡qué altura literaria y qué biografías más intensas! Sentí el compromiso de darles voz en mis conciertos por la España vaciada, ya que nunca habían sido cantadas y necesitaban ser conocidas. Siempre he concebido la música como un compromiso social, moral y ético.
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En 2017, grabé mi sexto disco, Paco Damas canta a Las Sinsombrero, donde varias autoras escriben sobre igualdad —Espido Freire, Ángeles Caso, Cristina Almeida…— y me acompañan doce cantantes —Rozalén, Carmen París, Marina Heredia, Carmen Linares…—. Es un disco pensado en femenino, donde rescato exclusivamente a poetas de la generación del 27, las llamadas Sinsombrero.
En este disco, también hay un canto contra la violencia de género en Vivas nos queremos, una composición propia, que interpreta junto a María Rodés, Carmen Ferre y otras seis cantantes.
Sí, aunque en el disco anterior ya había incluido 016. ¿Quién eres tú? Ahora, en Invisibles, canto de nuevo a mujeres que no había cantado nadie —Zenobia Camprubí María Lejárraga, Pilar de Valderrama…— y sumo a autoras latinoamericanas como Concha Zardoya y Rosario Castellanos. Además, junto a Isabel Allende, Rosa Montero o Soledad Puértolas, incorporo a muchos hombres en los textos, desde Antonio Muñoz Molina hasta Luis García Montero. De las 26 colaboraciones literarias, la mitad son masculinas, al igual que las musicales.
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Junto a Estrella Morente, Eugenia León, Mai Meneses o Pasión Vega figuran Andrés Suárez, Miguel Ríos, Arcángel, Vetusta Morla… ¿Por qué abrió el abanico?
El proyecto busca la visibilidad de la mujer, la igualdad y la lucha contra la violencia de género. Al final, los hombres tenemos que ser los primeros en estar en primera línea. La base de la lucha contra esa lacra es la educación.
Hay un claro propósito didáctico.
Los alumnos estudian a autores masculinos, aunque las mujeres se van incorporando poco a poco a los contenidos. Yo, a través de la plataforma, propongo actividades que acerquen la literatura femenina a estudiantes de secundaria y bachillerato. Ayer, por ejemplo, me escribió una profesora de Florida que la usaba en sus aulas, algo muy gratificante, porque no todo va a ser reguetón.
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En Septiembre, donde lo acompaña Zenet, musica el poema Tres páginas, de Manuela López. La poeta de Cacabelos lo escribió en 1936 después de que su fusilasen a su marido, cuando estaba embarazada.
Una gran desconocida. También hay un rescate femenino en clave de memoria histórica. Todas estas mujeres eran valientes, modernas y empoderadas, pero predestinadas al cuidado de la casa y sus hijos. De hecho, no figura ninguna poeta en la antología de Gerardo Diego Poesía española, aunque cuando le pidieron que rectificara añadió en una edición posterior a Josefina de la Torre o a Ernestina de Champourcín. No se contaba con ellas, pese a que muchas eran de su entorno: esposas, parejas, amigas o parejas… Fueron injustos a la hora de darles visibilidad.
En el caso de Manuela López, la guerra civil truncó su carrera, porque tras pasar por la Residencia de Señoritas y estudiar Magisterio en Madrid, tuvo que regresar a Cacabelos y no publicaría su primer poemario, Cauce para un latido, hasta los 67 años.
Ella escribió 1.500 poemas, pero apenas se conocían, hasta que José Luis Ferris la incluyó en su antología poética Mujeres del 27 (Austral) [Ediciones del Lobo Sapiens también ha publicado el poemario Soñando infancias y el libro Manuela López García. Una vida, una obra, editados por Mercedes G. Rojo].
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Qué vida…
O la de María Lejárraga, la dramaturga española más prolífica, quien escribió dos poemas en Cádiz que he rescatado en sendas canciones: La vida pasa, a dúo con Funambulista, y Cádiz se ha echado a navegar, con Pasión Vega.
Ella es la autora de los libretos de El amor brujo y El sombrero de tres picos, de Manuel de Falla, pero figuran a nombre de su marido, Gregorio Martínez Sierra, como tantas otras suyas. Él disfrutó de los derechos de autor y ella murió en la indigencia en Argentina. Una historia sangrante.