Este artículo se publicó hace 14 años.
Obreras del mundo, uníos para... ¡asesinar al jefe!
La película francesa ‘Louise Michel', que se estrena este viernes, es una tragicomedia sobre la sociedad capitalista
¡Por fin una película social que no se queda a medias! Que no retrata la miseria humana (los franceses lo saben hacer muy bien) con matices y otros recursos para no chocar demasiado al espectador. Louise-Michel es una película surrealista, grotesca, anarquista. Y tan necesaria en esa época de crisis, cuando el pueblo sufre mientras los banqueros se ríen con sus millones en los bolsillos. Ver Louise-Michel es más que pasar un rato en el cine, es un acto de solidaridad, de resistencia.
Louise (la genial Yolande Moreau) es una obrera analfabeta del norte de Francia que acaba de salir de la cárcel. Una mañana, cuando llega a la fábrica, todo ha desaparecido; los dueños desmantelaron las máquinas y todas las obreras se quedan en la calle.
Con sus miserables indemnizaciones, no deciden abrir una pizzería sino...contratar a un sicario para asesinar al jefe. Los directores Gustave Kervern y Benoît Delépine, muy conocidos en Francia por ser los autores de la serie delirante Groland, convierten el sueño en realidad, rompen los tabúes y siguen los pasos de Louise y de Michel (Bouli Lanners), el asesino a sueldo, en un road movie absurdo en búsqueda del verdadero empresario que gestiona la nebulosa capitalista a la que pertenecía la fábrica.
Figura emblemáticaPequeña lección de historia: Louise Michel era el nombre de una líder anarquista y figura emblemática de La Commune, insurrección popular que consiguió, en 1871, callar la boca de la Asamblea Nacional francesa. Es un guiño, porque la película no es un llamamiento a la insurgencia armada. Y es la fuerza de un guión premiado en los festivales de San Sebastián 2008 y de Sundance 2009: Louise-Michel retrata la monstruosidad cómica de la sociedad, de la gente desarmada frente a un sistema sin piedad. Hay que estar atentos a los diálogos, los detalles, a los personajes segundarios: una enferma en fase terminal, un ingeniero loco que cuestiona el 11-S, un parisino que se lanza en el turismo rural...
Nadie ni nada escapa al humor negro de Kervern y Delépine. Y la película plantea una pregunta de las más graves: ¿hay esperanza en nuestra sociedad corrupta y materialista? Los directores responden con una invitación a reírse de todo esto y de nosotros mismos. Antes de que sólo nos queden las lágrimas.
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