Los niños tutelados quieren ir al cine
Raúl Serrano, cineasta está intentando encontrar financiación para su película 'Así crecen los enanos', sobre los tutelados: “El fracaso escolar de estos menores es del 80%”.
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MADRID. - Raúl Serrano, cineasta, tiene una deuda consigo mismo. Pasó prácticamente toda su infancia y adolescencia, de 1984 a 1998, en casas y centros de menores tutelados. Su padre convivía con dos mujeres “que no se tragaban”. Además, la extraña familia carecía de recursos, el niño estaba en lo que los técnicos cursifican como “situación de calle”, y los servicios sociales consideraron que el suyo no era el ambiente adecuado para desarrollarse como persona.
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El resto de su currículum es menos azaroso: guionista de cine y televisión (Fugitivas, El humo ciega tus ojos, La Familia Rodríguez, La carta, Dreamland, La rabia…), analista narrativo en películas (Una Palabra tuya, de Ángeles González Sinde, o Mi dieta mediterránea, de Joaquín Oristrell), teórico de la escritora con Creación de personajes cinematográficos, el espejo de celuloide (ediciones T&B), profesor de escritura fílmica. Con este bagaje, ahora ya se siente preparado para saldar su deuda. Pero, al parecer, solo él quiere que los niños tutelados puedan ir al cine.
¿Cómo se educa a estos niños en los pisos o centros?
No se les educa, así de sencillo. No sólo tienen problemas educacionales. No existen proyectos de futuro para ellos. A los 18 años se van a la calle o adonde sea. Al estar separados de sus padres o de cualquier otro vínculo afectivo, su biografía se ve cortada a ras y no pueden proyectarse. Se sienten culpables por todo lo que les ha pasado. Sienten que no importan a nadie, y en eso tienen razón.
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Detrás de esa cortina de humo tan genérica de las “otras causas” supongo que se encuentran los niños que se escapan por maltratos, abusos, violaciones o desatención en los centros.
Yo también lo supongo –responde el cineasta--. Pero no lo puedo decir con certeza. Ya te digo que es una realidad ignorada, en la que no se quiere profundizar. Quizá sea por eso que las televisiones públicas, que pagamos todos, no hayan considerado nuestro proyecto interesante. Es lo más crudo de ese mundo, aunque no todo es así. Pero hay que entender dónde tenemos sumergidos los pies. Hay abusos, drogadicción, racismo, maltrato, abandono, discriminación, tanto por parte de algún miembro de la familia como, en algunos casos, dentro de los centros. ¿A quién le importan los niños que no son de nadie?
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¿Hay soluciones, o solo tienes denuncias?
En el documental queremos plantear nuestra alternativa a los centros. Y pasa necesariamente por familias de acogida en estrecha colaboración con la familia biológica y los servicios sociales, que deberían ayudar a las familias biológicas a resolver el problema por el cual no pueden estar con su retoño. De tal forma, el niño pasa a tener dos familias en estrecha colaboración. Como dice Enrique Martínez [psicólogo, filósofo y pedagogo que participa en la película]: “los problemas sociales los deben resolver las personas, no las instituciones”. Antes los niños eran de todos, todos en un barrio vigilaban a todos y se permitían el lujo de llamarle la atención si lo merecían. Ahora los niños han pasado a ser menores. Se ha sustantivado un adjetivo jurídico y, si eres menor, al centro. Pero en realidad no eres un menor, eres un niño.