'Nina' o lo que pasaría si John Wayne fuera mujer
La película de Andrea Jaurrieta presenta a una mujer decidida a vengarse del hombre que abusó de ella adolescente. Protagonizada por Patricia López Arnaiz y Darío Grandinetti, ganó el Premio de la Crítica en el Festival de Málaga.
Madrid-Actualizado a
Nina y Trigorín, dos personajes emblemáticos del gran y mejor teatro del mundo (La gaviota, de Chéjov), han vuelto. La joven actriz enamorada del famoso escritor, una relación, un pasado que destruyó la vida de la mujer… reaparecen ahora en el cine en forma de víctima y depredador, y más allá, Nina no regresa enamorada, está furiosa y decidida a la venganza. Rojo carmín, escopeta en mano, cinturón de doble hebilla, la cineasta Andrea Jaurrieta ha creado un personaje de puro cine en Nina, su segundo largometraje, ganador del Premio de la Crítica en el Festival de Málaga.
Inspirada tanto en el texto de Chéjov, como en Nina, de José Ramón Fernández (Premio Lope de Vega 2003), la película cuenta cómo Nina regresa al pueblo costero donde creció para vengarse de Pedro, un reconocido escritor al que van a rendir homenaje.
Patricia López Arnaiz y Darío Grandinetti son los actores protagonistas, a los que acompaña la joven Aina Picarolo, en el papel de Nina, adolescente. Todos, en palabras de la directora, en un "western feminista" que rebosa de imágenes y de atmósfera cinematográfica, que respira momentos de cine clásico, a los que ayuda muy especialmente la música compuesta por Zeltia Montes, y que está teñido por el rojo de la sangre, la violencia y la venganza.
"(…) Una joven muchacha como usted es feliz y libre como una gaviota, pero llega, por casualidad, un hombre, la ve y no teniendo nada que hacer, la sacrifica, la destruye como a esta gaviota".
Nina de Andrea Jaurrieta bebe de Chéjov y José Ramón Fernández, claro, pero también del suspense de Hitchcock, de las mujeres de Johnny Guitar y Duelo al sol, del tratamiento de la venganza de Park Chan-woo y sobre todo de John Wayne y su Ethan Edwards de Centauros del desierto.
En 'La gaviota', de Chejov, y en 'Nina', de José Ramón Fernández, la mujer vuelve todavía enamorada, aquí ocurre justo lo contrario.
Sí, el cambio está, como bien has dicho, en hacer del personaje una vengadora. Se lo comenté a José Ramón Fernández a ver qué le parecía y me dijo que sí, fantástico, que Nina era John Wayne.
Respecto del texto de La gaviota, lo que hice fue utilizar toda la parte del pasado para justificar esta venganza. Nina tenía que tener un motivo más fuerte y me di cuenta de que, conservando un poco lo que le ha hecho Trigorín, pero bajándole la edad, entraba en un tema que para mí era muy importante de tratar, que es el del abuso sexual, el abuso de poder, el consentimiento.
Los personajes son una actriz y un escritor de prestigio. ¿Aprovecha esto para hablar del abuso en el mundo intelectual y cultural?
Sí, hay toda una reflexión sobre el poder social, porque Pedro es un tipo con dinero, que ha viajado, que tiene un pedazo de casa, que es culto, que encima se vanagloria por escribir y que siempre en público está dando voz a los más desfavorecidos... o sea, es ese prototipo de autor de izquierdas al que se le han consentido muchas cosas.
Ella es un personaje que viene de una clase social mucho más baja, con un padre pescador ausente, que ha nacido en un pueblo, que tiene sueños, pero necesita una manera de salir de ahí.
"Gracias al cine puedo poner en la pantalla cosas que no defiendo"
Ella ve en este señor a alguien que le puede abrir las puertas para salir de ese lugar. Es muy importante cuando se hablan de los casos de abuso, porque siempre van unidos a eso, al poder. Y el poder siempre está estructuralmente en los hombres. En un pueblo, cuando tienes ganas, quieres crecer intelectualmente… pues también son ellos los que tienen el poder. Entonces es inevitable.
El género, la atmósfera cinematográfica con referencias al cine clásico ¿sirven para hablar de violencia y venganza de manera simbólica?
Exacto. ¡Es que hay gente que me ha llegado a decir que justifico la venganza! Y no, gracias al cine puedo poner en la pantalla cosas que no defiendo y que se tienen que ver desde un punto de vista simbólico, poético. No. Dejemos de pensar en las cosas literalmente, vayamos un poco más allá.
Por otro lado, con las referencias clásicas lo que he intentado trabajar es en la puesta en escena para hablar precisamente de que el pasado y el presente continúan. El espacio no ha cambiado, las tradiciones continúan y van a seguir continuando…
Lo que pasa es que ahora, de repente, hay algo disruptivo, que es Nina, que vuelve creyendo que lo que quiere es vengarse del hombre que le hizo sufrir. Y se da cuenta de que va más allá, de que es algo social, de que hay que empezar a mirar a la cara a la gente cobarde, a la gente silenciosa para que las cosas cambien.
La película habla también de eso, de la complicidad. Esa frase terrible que le dicen a Nina: "Déjalo estar".
Sí, claro, de hecho, ese es un momento de inflexión en la película. Ella va obcecada y, de repente, aparece ese señor que era cercano a su familia, que es el dueño del hotel, que era amigo del padre y con una sola frase, a ella se le derrumba el mundo.
¿Sabes lo que estoy haciendo aquí? ¿sabes lo que pasó? Nina se derrumba totalmente y se va al campo y no sabemos si se va a suicidar. Ahí empieza la segunda parte de la película, hasta que se atreve a ir a la procesión y mirar al pueblo a la cara.
Ese silencio cómplice es más fuerte para ella, porque creo que lo que Nina necesita es algo más allá de la venganza, es volver a su origen, porque ella intuye que hay algo más. Nina necesita entender todo lo que pasó y así poder pasar página o morir en paz. Obviamente, el silencio, la cobardía, es doloroso.
La película no apuesta por la venganza como respuesta, ¿cuál cree que debe ser la respuesta de las mujeres a esa historia milenaria de abusos?
Para mí el hecho de que se esté hablando de esto es un primer paso. Durante años se han avergonzado esas víctimas. Todos sabemos decir "esto es una violación", pero cuando va más allá, cuando es más complejo, cuando el asunto tiene tonos grises, siempre ha habido un silencio o una vergüenza.
"Tenía puesta todo el rato la banda sonora de un western en el que toca Nick Cave"
El que estemos empezando a hablar creo que es una manera de que las cosas empiecen a cambiar. Cuando hablas con gente que ha sufrido ese tipo de cosas y ves cómo te lo cuentan… hay una reacción física, algo te está pasando por dentro cuando recuerdas esos momentos traumáticos. Entonces, a lo mejor, hay que empezar a escuchar también a esa gente para que las cosas cambien y no ponerlo siempre todo en duda.
Se habla mucho de perdonar a los agresores, ¿es más importante perdonar o recibir las disculpas, el perdón?
Yo creo en la reinserción siempre y cuando ellos hagan una reflexión, un darse cuenta de las cosas. La gente puede evolucionar y cambiar. Pero, por ejemplo, lo que está pasando con Weinstein, que llega un jurado y le quita valor a lo que han dicho otros, es qué ¿ni siquiera con un juicio ya se demuestra? Queda mucho por hacerlo.
Para crear esa atmósfera tan cinematográfica que hay en la película es esencial el trabajo de Zeltia Montes con la música, ¿cómo trabajaron la banda sonora?
Desde el primer dossier, todas las referencias que yo tenía iban por ahí, por Bernard Hermann. Tenía puesta todo el rato la banda sonora de un western en el que toca Nick Cave… y cuando estuvimos montando trabajábamos mucho con bandas sonoras de las películas de Thomas Anderson con la música de Johnny Greenwood…
"Obviamente hay mucho de mí en Nina. Yo no me sentía identificada con una mujer tan debilitada, no"
Cuando lo escuchó Zeltia, teníamos la coña de que lo iba a hacer con un peine porque no había dinero. Pero ella dijo que necesitábamos una orquesta… Ella se dio cuenta de que teníamos que decidir musicalmente cómo enfocábamos la película. Si acompañamos la historia desde el pasado con la niña y tenemos que pasar del amor hacia lo oscuro, todo eso contándolo desde el presente de Nina, todo se debía convertir en algo misterioso, algo que parece una escena de amor y, sin embargo, tiene algo oscuro por debajo, una distorsión que te generando tensión.
Hitchcock, 'Johnny Guitar', 'Duelo al sol' son referencias que usted ha mencionado, pero Nina, aunque sea una mujer, ¿no recuerda más a Ethan Edwards de 'Centauros del desierto'?
Sí, sí, de hecho, la primera película que a mí me vino a la cabeza fue Centauros del desierto, que es lo que le dije a José Ramón, y él contestó enviándome la letra de la canción al final de la película.
Las otras películas son por cosas en la construcción de los personajes y en la estética. Por eso menciono Johnny Guitar y Duelo al sol, porque los personajes femeninos de esas películas son increíbles, y por ese tratamiento del color y de la estética. Hay algo estético en esas películas que para mí son también referencias.
Volviendo a los textos en que se ha inspirado, en ellos el personaje está desesperanzado, aquí, no. ¿Hay que volver 'al lugar del crimen' para identificar qué es lo que crea la desesperanza en algunas mujeres?
Sí. Eso es lo que se intenta hacer en terapia, a veces no sabes el dolor que has sufrido y de repente en terapia lo encuentras. Me parece imprescindible. Es verdad que eso estaba en el texto de José Ramón Fernández y a mí me gustaba, pero yo no me sentía identificada.
Obviamente hay mucho de mí en Nina. Yo no me sentía identificada con una mujer tan debilitada, no. Nina está débil físicamente y en la película se muestra físicamente la debilidad, pero coge una escopeta, y yo con ese gesto sí me siento identificada. No pierdo la energía, no pierdo la capacidad de coger al toro por los cuernos y allá voy, aunque sea con las últimas fuerzas que tenga. Vuelvo al origen, voy a enfrentarme a esto y ya veremos. Creo que en eso el personaje es más mío que en otras cosas.
"No me acordaba de las cosas buenas", dice Nina en un momento de la historia. ¿Hay que reinterpretar el pasado para comprender?
Sí. Lo que me gusta de esa escena es que con ella intento dar un giro a todos los arquetipos de western. Aquí, los que dan los cuidados son ellos. Ella viene a matar y cuando llega al hotel, el señor mayor le hace una tortilla, el otro va a ayudarla, la abraza y la pide perdón, aunque reconoce que ha estado callado siempre.
"Me da rabia cuando haces propuestas que se salen un poquito de la norma de hacia dónde va el cine de autor"
Ese paso hacia delante de él hace que ella recuerde las cosas buenas que tenía completamente bloqueadas porque era mucho más grande el dolor de la herida. Hay que volver a la herida, al origen, desde el principio hasta el final.
'Nina' huye del realismo tan presente ahora en el cine español y seguramente contagiado por las series y la televisión. ¿Es una manera de reivindicar el cine como un arte, como una manera de expresión diferente?
Claro, se está imponiendo una forma de hacer y como que el cine de autor tiene que tener un estilo. Ahora todas las películas son muy parecidas. Primero, para mí hacer películas es un arte. Obviamente hay que llegar a un público, hay una industria detrás y no estás sola, porque es un equipo… pero es una expresión artística y cada autor tendrá su forma de expresarse.
Me da rabia cuando haces propuestas que se salen un poquito de la norma de hacia dónde va el cine de autor… vamos que no encajas en ningún lado. Porque está el mundo series, que parecen todas de la misma fábrica de churros, y el mundo cine de autor, que al final tiene también unos manierismos que se terminan pareciendo. Entonces yo no sé dónde va a encajar Nina. Hay directoras que hacen lo que les da la gana, como Paula Ortiz o Coixet, que te pueden gustar o no, pero hacen lo que quieren, que es que parece que tenemos que andar todas haciendo la misma peli. No me da la gana.
¿Y usted con el presupuesto que ha tenido ha hecho lo que le ha dado la gana?
No. Sí he tenido la suerte de que todos los productores me han dejado libertad absoluta, pero como nos costó mucho financiar la película, pues tuvimos que reducir jornadas. Imágenes que para mí eran más poéticas hubo que quitarlas o cambiarlas. No pasa nada. La historia está contada, está la esencia y algún día ya tendré más dinero para poder darme esos lujos, pero como vengo del underground, pues ya sé cómo es.
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