Este artículo se publicó hace 4 años.
Moda poscovid: euforia creativa en prendas sostenibles
Los diseñadores pulen sus bocetos y las grandes marcas ultiman sus apuestas. La pandemia abre nuevos caminos para la moda que pasan por una mayor exuberancia estilística y una creciente responsabilidad ambiental.
Madrid-Actualizado a
Con la vacuna en ciernes, todo indica que en lo sucesivo el personal volverá a lucir, con mayor o menor acierto, sus preciadas indumentarias a pie de calle. Atrás quedaron aquellos días de pijama y chándal raído. Atrás también lo de vestirnos a medias para dar la cara vía Zoom con la pantorrilla al descubierto. El progresivo desfase exige un cierto decoro estilístico y los dictámenes de la moda, con un pie en el arte y otro en el mercado, emergen de nuevo para indicarnos, con voz desdeñosa, qué se debe y qué no se debe llevar.
Hasta ahora lo que hemos visto ha sido una sucesión de mascarillas imposibles. Por un módico precio nos ha sido posible maldecir, silbar e incluso estornudar tras estampados vintage, serigrafías cinéfilas o motivos patrióticos. La sofisticación conquistó nuestros bozales. Convirtió nuestros paseos en mascaradas y, de paso, nos permitió proyectar lo que somos (o queremos ser) sin necesidad de abrir la bocaza. Lo cual, en ciertos casos, resulta ventajoso.
"Todas las marcas de moda se han puesto a fabricar y diseñar sus propias mascarillas, son un elemento más a combinar con el resto del estilismo y tienen un gran impacto visual por su localización en la cara, justo debajo de los ojos", apunta Elisenda Estanyol, experta en comunicación corporativa de la UOC. Pero más allá de este nuevo complemento que vino para quedarse en pro de la prevención, cabe preguntarse qué moda nos deja la pandemia y qué lineas futuras prevén transitar sus hacedores.
La respuesta de los expertos augura un festín cromático. Según Estanyol, "si nos atenemos a crisis anteriores y a cómo se ha salido de ellas, no es descabellado pensar que nos encaminemos hacia un momento de euforia creativa en la moda, una apuesta por los volúmenes y el color, así como por los diseños llamativos y el contraste". De modo que si es usted un tipo tirando a clásico, sepa que se avecinan tiempos difíciles, aguarde ahí con su jersey de pico y su gabán de espiguilla hasta que vengan mejor dadas, no olvide que la moda es cíclica y llegará de nuevo su momento.
Para Daniel Cantó, profesor de periodismo y moda en la Escuela de Diseño LCI Barcelona, se avecinan unos nuevos "felices años 20" en el ámbito de la moda. Una época de desmesura que busca redimir el trauma del confinamiento. "Al final la moda es emocional y mucha gente lo que va a querer es recuperar el tiempo perdido, vienen años de cierta exuberancia estilística, como si toda esa identidad que nos hemos ido creando online encontrara ahora su momento de reforzarse a través de la ropa", explica Cantó.
Como lo oyen, meses de confinamiento dan para mucho. La reclusión nos ha permitido maquinar con precisión quién queremos ser, y toda mutación o reinvención requiere del disfraz apropiado. Uno que esté a la altura de ese personaje que, en mayor o menor medida, todos representamos en esta suerte de farsa que es la vida. Así que tomen buena nota porque se vienen tiempos extravagantes y autoafirmantes. "Esa creación de nuevos avatares va a tener peso en las nuevas temporadas, una reivindicación del yo a través de un estilismo libre y muy variado"
Un armario sostenible
Y junto al previsible escenario de formas y colores que auguran los expertos, otra tendencia –esta sí más decorosa– asoma convertida en acuciante necesidad. Hablamos, cómo no, de la sostenibilidad. No en vano, los desmanes del mercado de la moda y sus vertiginosos ciclos venían siendo, de un tiempo a esta parte, motivo de preocupación por su capacidad a la hora de esquilmar recursos. En palabras de la profesora Estanyol, "esta pandemia ha hecho que muchos ciudadanos hayan empezado a cuestionar el modelo de la fast fashion".
Un modelo que surte al mercado con una cantidad ingente de artículos de moda a precios muy asequibles y de una calidad más bien baja. "El sector de la moda se ha dado cuenta de que no es el camino, de que tiene que iniciar una reconversión progresiva hacia una producción mucho más sostenible", zanja la profesora. Un camino, el de la responsabilidad social y medioambiental, que muchas marcas han comenzado a implementar y cuyos tímidos efectos ya se empiezan a vislumbrar.
Según Cantó, "la mayoría de las grandes marcas abogan por colecciones más conscientes, provistas de artículos más duraderos, no necesariamente de mayor calidad, sino con un diseño más atemporal". Un nuevo tiempo para la moda que será sostenible o no será, y que combinará esa mayor concienciación ambiental con un despliegue de volumen y color que ríase usted de los años ochenta.
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