Los mocos de Gus van Sant
El cineasta americano inaugura la sección 'Una cierta mirada' con una historia de amor lacrimógena de adolescentes
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Saquen los pañuelos, ha llegado Gus van Sant. El director americano ha inaugurado hoy la sección 'Una cierta mirada' con el rotulador de subrayar bien cargado y la caligrafía melodramática apunto. ‘Restless' es una historia de amor entre dos adolescentes que viven próximos a la muerte por diferentes razones: él ha perdido a sus padres, ella tiene cáncer. Esmirriados, marginales, singulares y siniestramente divertidos, los protagonistas del filme se conocen y se aman al borde de la muerte. ¿Hermoso no? Sí, pero también un poco cursi. Todo bien, aceptamos en Van Sant una historia más clásica, una sencilla y tierna historia de amor entre adolescentes, pero en su admiración por los chicos raros el director cae en un sin fín de tópicos de la zona indie-sensible de la vida. Y todo a ritmo de bellas melodías apesadumbradas. Nico, incluida.
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En efecto, acostumbrados nos tenía el director a narraciones más elípticas, más sugerentes que explícitas y mucho menos convencionales. Ejemplos de esto son Gerry, Elephant o Paranoid Park, donde el director exploraba otras maneras de contar la soledad del ser humano. Con Milk empezó otro camino de regreso a la convención. Y bien hecho por cierto. En esta pequeña Restless, Van Sant construye un melodrama que causa sus efectos: los solos de nariz sonaron intensos durante la proyección.
Annabella y Enoch coinciden en varios funerales, a los que suelen acudir por separado para estar en contacto con la muerte y pasar el rato. Estos dos chavales raritos e hipersensibles empiezan a toparse en cementerios y en seguida se dan cuenta de que tienen muchas cosas en común: a los dos sentarse a charlar en la morgue les parece un planazo y son capaces de inventar y jugar cuando la vida se pone peor.