Mira Sidawi, cineasta palestina: "El dolor de no tener una tierra se queda siempre dentro de ti"
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madrid, Actualizado:
La cineasta palestina Mira Sidawi visitó este lunes la Academia de Cine en el encuentro Del otro lado del muro: una mirada al exilio palestina a través del cine, donde se proyectaron sus dos documentales hasta la fecha, Four wheels camp (2016) y The wall (2019). En ellos, refleja la vida en el campo de refugiados de Bourj Barajneh, en el Líbano, en el que ella creció.
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La Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales (CIMA) hizo posible este encuentro con la realizadora, que afirmó que aun estando aquí, tenía en su mente el genocidio que Israel está cometiendo contra la población palestina. "Es mi gente, son personas que hablan mi idioma, que nunca he conocido, pero que son palestinos. Y creo que estar aquí y contar sus historias es mi forma de resistencia", declaró la cineasta en el coloquio que se llevó a cabo tras las proyecciones.
Embajador de Palestina: "No pueden destruir nuestra voluntad de permanecer en Palestina"
El embajador de Palestina, Husni Abdel Wahed, que se encontraba entre los asistentes, quiso participar en el coloquio y recalcar que el pueblo palestino sigue y seguirá luchando: "Palestina es un pueblo milenario. A lo largo de la historia, hemos sido objeto de invasiones, pero siempre han pasado los invasores y han permanecido los palestinos. Creemos que no es la excepción. Somos conscientes de que nos pueden destruir, nos pueden matar a todos, pero no pueden destruir nuestra voluntad de permanecer en Palestina".
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Israel no sólo lleva años colonizando físicamente Palestina, sino que también impone un imperialismo cultural –que trata de borrar todo el conocimiento no hegemónico y todo producto cultural del territorio–. ¿Sus películas son una forma de luchar contra este borrado?
Sí, totalmente. Creo que la verdadera guerra con Israel está basada en la narrativa, en las historias. Y sabemos que estamos batallando contra la historia que ellos crean como gobierno de ocupación y con las historias que nosotros tenemos como refugiados, como gente que vive en Palestina o que vive un genocidio en Gaza.
Necesitamos conocer nuestra historia, si no, somos borrados. No nos encontraremos más. El problema entre Israel y Palestina es algo que la humanidad siempre ha vivido. Siempre hay dos caras, la del poder y la de la verdad. Lo que da miedo es que ahora el poder compra a la verdad: si tienes dinero, tienes la verdad a los ojos de la sociedad. Y esto es aterrador para toda la humanidad, no sólo para Palestina.
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Si no hay historias sobre una población, ¿también se pierde la identidad?
Exactamente. El arte, en su forma más pura, es una forma de resistencia, y es muy importante para las generaciones, para las historias y los procesos de construir una colectividad, un "nosotros". Hay que crear arte, hay que crear belleza que intente afrontar toda la fealdad que encontramos en la humanidad.
Nosotros somos palestinos que nunca han vivido en Palestina, no podemos ni visitarlo. Vosotros tenéis una tierra, unas calles que os resultan conocidas, unos vecinos y unas cafeterías que siempre visitáis. Nosotros no.
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"El dolor de no tener una tierra se queda siempre dentro de ti"
El dolor de no tener una tierra se queda siempre dentro de ti, en cada respiración que tomas, a veces desde bebé. Y siempre te preguntas, ¿dónde pertenezco? ¿Cuál es mi hogar?
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¿Cómo viven su identidad de palestino las personas desplazadas que nunca han podido visitar sus orígenes? En tu documental 'Four wheels camp' las personas que nunca habían vivido en Palestina afirmaban que querían ser enterradas allí, en su tierra.
"No somos de aquí ni de allí, no sentimos que seamos parte de ningún sitio"
Los palestinos refugiados siempre nos hemos sentido como si viviéramos en el medio, siempre en el borde. No somos de aquí ni de allí, no sentimos que seamos parte de ningún sitio. Yo vivo en el Líbano, y me encanta, siento que soy ciudadana y quiero aportar y proteger al país. Pero hay una parte dentro de mí que se aferra a saber que soy palestina, algo que amo.
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Por ello, siempre vivimos en el medio. Un campo de refugiados es un espacio temporal, allí todo es temporal: puedes casarte, tener hijos y que tus hijos se casen y tengan hijos, pero todo es temporal. Nunca sabes cuándo van a destruir el campamento, cuándo va a haber un fuego o cuándo las personas se matarán entre ellas.
Tú has vivido en un campo de refugiados, ¿cómo es la vida allí?
Es un espacio en el que es difícil vivir: todo es muy pequeño, está lleno de ratas, cables de electricidad, y el sol nunca entra. Solo hay agua salada. Y, al ser refugiado en el Líbano, no tienes derechos civiles: hay ocupaciones a las que no puedes acceder. No puedes ser doctora, farmacéutica, periodista... la ley prohíbe a los palestinos hacerlo. Solo permite tener trabajos manuales (basureros, jardinería, agricultor, pintor de paredes...).
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Mi padre vivió y murió allí, fue enterrado en el campamento, al igual que mis hermanos. Probablemente toda mi familia viva y muera en el campamento. Yo nací allí, me mudé recientemente, me casé y tuve hijos. Es muy difícil sobrevivir en el campamento, no es fácil.
Tampoco tenemos derecho a comprar una casa en el Líbano, porque somos palestinos. En mi documento de refugiada, pone que soy palestina, pero hay una bandera y un sello del Líbano. Cuando estoy en el aeropuerto no sé en qué fila ponerme: ¿con los libaneses o con los extranjeros?
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"Un campo de refugiados es una ilusión entre un pasado, un presente y un futuro"
No somos libaneses pero no conocemos Palestina, estamos en una zona olvidada. Un espacio de refugiados, que es casi una ilusión entre un pasado (de nuestros antecesores, porque nosotros no conocemos nuestra tierra), un presente que tenemos que vivir y un futuro que no podemos construir. Y estás atrapado dentro de ese laberinto.
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¿Cuál es la dificultad que enfrentas, como cineasta, para reflejar los aspectos buenos de una situación tan terrible?
Como palestinos, no tenemos tiempo para parar y llorar. Necesitamos transformar lo que estamos viviendo y encontrar paz en nosotros mismos. Hasta reírnos de nosotros mismos, hay algo poderoso en poder reírse de uno mismo, aunque sea muy doloroso.
"Mi forma de luchar es intentar encontrar belleza como una forma de supervivencia"
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Mi forma de luchar es intentar encontrar belleza como una forma de supervivencia. Poder demostrar que existe belleza dentro de toda esta fealdad, y que hay historias que merecen ser contadas.
¿Crees que, con todo lo que está ocurriendo, la sociedad está despertando?
Sí. He visto los vídeos de los estudiantes acampando en las universidades y he llorado. Es lo único que me ha hecho llorar, y llorar mucho. He sentido que alguien está escuchando nuestras historias, alguien nos está escuchando y nos está defendiendo, alguien cree en el derecho de la humanidad a vivir y tomar decisiones en la vida.
Estoy muy orgullosa y muy, muy feliz con este movimiento, que además me parece muy civilizado y pacífico, y muy bonito. Incluso en América, donde tienen la batalla más difícil (por su gobierno).
¿Ves posible que los políticos escuchen a los estudiantes, y haya realmente un cambio?
Creo que la acumulación de acciones hará el cambio. Es el segundo movimiento estudiantil, así de fuerte, desde la guerra de Vietnam. Es una ola que se está extendiendo.
"El cambio está llegando, no pueden seguir matando a gente"
Creo que el cambio está llegando, no pueden seguir matando a gente. Ya han matado a todos. Ahora quieren entrar a Rafah... No sé, puede que Netanyahu vaya a la cárcel, pero espero que la gente sepa que esto no acaba con Netanyahu. Él no lo es todo. El concepto de la ocupación, el sistema que han establecido de odio, de racismo y limpieza étnica...
Habría que cambiar todo este sistema si queremos la paz, y la paz sólo llega si hay un profundo conocimiento del otro. Si se quiere convivir, tienes que saber quién es el otro y de dónde viene, y tienes que querer saberlo.