Entrevista a El Kanka ha vuelto"Se me quemó la casa y tuve que salir a la calle en calzoncillos"
Madrid-Actualizado a
El cantautor malagueño regresa con una nueva canción, adelanto del nuevo disco que publicará en enero y presentará en directo a partir de marzo.
Juan Gómez Canca (Málaga, 1982) destila la humildad de los que saben que no solo se hace camino al andar, sino también al tropezar con cada piedra que sale al paso. Es un tío afable que se parece a sus canciones, aunque es de suponer que fueron las canciones las que terminaron pareciéndose a él. Su música entra por los oídos con dulzura: ayuda ese popurrí de rumba, ecos del sur, humor y chirigota, flamenquito, canción de autor y lo que se ha venido en llamar fusión, donde encaja lo latino, cabe hasta el blues y basta una guitarra para acompañar su voz.
Así compareció El Kanka este jueves en los Cines Callao de Madrid, nueve meses después de su retirada. Una ausencia fugaz para un torero, pero una eternidad apacible para un artista que llevaba diez años sin parar. Sobre el escenario, además de las seis cuerdas, la percusión del Manin para interpretar Canela en rama, perteneciente a su primer disco, Lo mal que estoy y lo poco que me quejo. Luego, con cada pieza, otro músico, hasta sumar cinco sobre el palco, un repaso a su discografía (Volar, Vengas cuando vengas, Para quedarte y Por tu olor) antes de llegar a Autorretrato, el sencillo de su inminente álbum, Cosas de los vivientes (A Volar Music).
Entre el público, amigos y colegas como Rozalén, quien ha cantado a dúo con el malagueño y ahora asiste a su rentrée desde el anfiteatro, que es como llaman en la ciudad al gallinero. "Lo quiero tanto que he notado muchísimo que me faltaban él y sus canciones. Hoy es un día de celebración porque hemos escuchado la nueva canción de uno de los mejores compositores del país", afirma María en una muestra de admiración mutua, convencida de que el Kit Kat es necesario "para vaciar el tarro y volverlo a llenar". El paréntesis del Kanka, todo hay que decirlo, ha sido relativo, pues ha dado hasta para un disco, previsto para enero y cuya gira comenzará el 4 de marzo en Murcia.
Inició el parón hace menos de un año, aunque ya había dado una pista cuando en la gira de El arte de saltar anunció que en 2019 solo iba a actuar en un festival, el Viña Rock. ¿Ya sentía entonces la necesidad de parar?
Me estaba pasando un poco, pero las cosas nos vinieron así. Este es un proyecto independiente que poco a poco ha ido funcionando. Siempre hemos agarrado las oportunidades que nos iban saliendo y al final llegó un punto en que el ritmo era inviable. En un momento de lucidez, me planteé parar. Los festivales están guais porque te escucha mucha gente, aunque hace calor, el sonido no es tan bueno y, de repente, te das cuenta de que has hecho veinte en un verano. Entonces decidí frenar un poquito.
Ni paró durante la pandemia, primero subiendo canciones a internet y luego ofreciendo casi un centenar de conciertos. En todo caso, la ausencia no ha durado mucho…
Es verdad [risas]. Según se mire: no ha durado mucho y ha durado muchísimo. Yo no necesito parar tanto tiempo. Sí que precisaba tomarme un respiro y reconectar conmigo mismo. Además, se trataba de crear un poquito de misterio y, de paso, aprovechar el parón para grabar un disco. Estos nueve meses han servido para plantear la próxima gira en condiciones y no quemarnos tanto.
El disco fue grabado en marzo, se publicará en enero y por el camino caerá algún sencillo. Al final añadirá dos canciones a las previstas, aunque había compuesto muchas más.
Iban a ser doce, pero serán catorce porque no fui capaz de quitar dos [risas]. Cuando anuncié el parón, había compuesto otras tantas y, durante este año, seis más. Muchas no llegarán a publicarse nunca. Me imagino que grabaré las que más me gustan y la mayoría se quedará en el cajón.
¿Teme que envejezcan mal? ¿No le ha dado por un quíntuple disco, tipo El Salmón, de Andrés Calamaro?
Estaría bien un salmón. Ahora bien, si saco un disco doble hoy —cuando ni un álbum convencional tiene sentido—, mi miedo es que muchas de esas canciones publicadas de golpe no formen parte del repertorio del directo. La duración de un concierto es limitada y no puedo prescindir de temas antiguos que el público siempre reclama.
¿Deméritos para descartar un corte?
Si no meto una canción en un disco es por intuición. Cuando las compongo, se las canto a mis amigos y observo sus sensaciones, o sea, si se genera una energía bonita. Algunas las meto porque, con mi experiencia, pienso que quizás no funcionan en mi casa, pero sí en un directo. E incluyo otras porque me gustan, me emocionan o me siento bien cantándolas. Son sensaciones subjetivas...
¿Dejaré fuera canciones que podrían haber funcionado? Claro. En realidad, no sabes cuando se te puede escapar un hit. La clave para darme cuenta de que no tengo siempre la razón es que en su momento no le tenía mucha fe a Canela en rama, que se convertiría en mi canción más escuchada y solicitada en directo. Pese a lo que creía entonces, con el paso de los años se ha ido imponiendo.
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Termina el efímero concierto, pero, a petición de la platea, cae un bis: A dieta de dietas, incluida en su segundo álbum, El día de suerte de Juan Gómez. Humor, optimismo, absurdo, cotidianidad, ironía e invitación a menear el bullarengue. Una canción que ha terminado pareciéndose a su dueño, o viceversa, como dicen de los perros. Como desconocemos si Juan Gómez Canca tiene un chucho, un googleazo nos descubre un tuit desconcertante: "¿Alguien sabe si sirve El Kanka para los perritos bebés que le están saliendo sus dientes?". No cabe duda de que el mundo se ha vuelto loco, pero la tuitera agradece un consejo del respetable antes de salir pitando a urgencias: "Lara nos está lastimando mucho".
La rutina doméstica del cantautor malagueño también es agitada. La realidad supera la ficción del corto —un día en la vida de El Kanka— que se proyecta en los Cines Callao antes del concierto: "Este año me han pasado muchas cosas", explica a Público. "Me fui a vivir con mi pareja, se nos quemó la casa, nos mudamos dos veces…".
¡¿Que se les quemó la casa?!
Sí, sí, sí… [risas]. Se nos quemó la casa y tuve que salir a la calle en calzoncillos. Me han pasado muchas cositas, pero lo importante es que estamos vivos. En realidad, este año no fue tan sabático, porque he grabado el disco y hecho bastantes historias.
[Además, se fue de vacaciones por primera vez en diez años, confiesa en el escenario, donde Miguel Martorell, director de Altafonte, le entrega tres discos de oro por sus canciones más escuchadas: Canela en rama, Qué bello es vivir y Lo mal que estoy y lo poco que me quejo]
Ahora me siento distinto porque he recuperado las ganas de seguir con esta profesión. No las había perdido del todo, aunque en ciertos momentos estuve muy saturado. Me parece muy bonito volver con tantas ganas. Había disfrutado del primer al último concierto, pero llegó un punto en el que no tenía tantas ganas de salir de gira. La verdad es que no me gusta dormir fuera de casa o estar lejos de mi familia y de mi hogar. Eso sí, también tiene cosas bellas, como la comunicación con el público o la complicidad con los músicos.
Una década que da para todo tipo de anécdotas y para un antes y después.
Yo he pasado por todo lo que se te ocurra [risas]. He cancelado un bolo porque no había gente y le he devuelto el dinero a dos amigos, porque esa noche nos quedábamos en su casa. He tocado con un sonido de mierda. He dormido muchas veces en sofás de colegas después de actuar. Las he pasado canutas para llegar a fin de mes… Un día tocas para seis personas en un bar y, de repente, vendes 300 entradas, al año siguiente 500, después llenas el Wizink y terminas actuando en Colombia ante 60.000 personas.
Sin una multinacional detrás. Sin el trampolín de un concurso de talentos televisivo.
Hablando con mi suegro, que lo tengo aquí en casa, le contaba que yo era muy consciente de todo y que agradecía mucho lo que me había pasado. También que estaba orgulloso de que eso pasara, porque yo he tenido mucho que ver, pues soy muy currante. Para llegar hasta aquí, he seguido todos los pasos del camino. Digamos que he saboreado el éxito "de a poquito a poco", aunque siempre me pregunto: ¿cómo es posible que lo hayamos conseguido?
Habla casi siempre en plural.
Más allá de la banda, somos un equipo. María Pellicer [directora de la agencia EO! Música] es mi socia y ha hecho todo lo posible para que me conociese la gente. Y, respecto al grupo, piensa que con mi percusionista, el Manin, llevo tocando ya 16 años.
Ha compuesto para Amaya. ¿Esa faceta lo realiza?
Me gusta más componer para mí, porque las canciones son muy mías. Con la composición para otros tengo una asignatura pendiente, porque no la he desarrollado mucho, pues en este tiempo no he parado. En todo caso, es un reto, porque debo hablar con otra voz y decir las cosas de distinta manera, como si yo fuese la persona que interpretará la canción.
¿Qué hace falta para triunfar? Trabajo, sí, pero no solo…
Entre los compañeros veo a mucha gente cuyo talento no es proporcional a su éxito. Unos hacen hermosísimas canciones y se comen los mocos, y otros hacen canciones mediocres y les va de puta madre. No tiene tanto que ver con eso, sino con la constancia, la actitud, las elecciones que haces, rodearte de un buen equipo, tener a una buena mánager, no desanimarte ante la cantidad de mojones que te tienes que comer… Y, claro, detrás hay mucho curro. Ahora bien, si hablamos exclusivamente del éxito, vale más todo lo anterior.
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El Kanka sube las escaleras que conducen al ambigú. Él es la estrella, pero también el currante que le ha dado brillo a cada punta. Arriba le esperan músicos con los que ha colaborado, como Rozalén o Zenet, y otros rostros conocidos: Ángel Martín, Alejo Stivel, Malena Alterio, Arturo González-Campos… "Me parecía justo y necesario que volviera, como se dice en la misa. Estábamos todos esperando que lo hiciese, aunque nos alegramos de que haya podido descansar, porque llevaba mucho tute encima", comenta el actor Dani Rovira.
Pedro Guerra, que algo sabe de pelotazos, entiende el parón. "Yo he vivido situaciones similares, por lo que parar resulta positivo. A veces, esta profesión es de una intensidad brutal, algo de locos, por lo que llega un momento en el que uno necesita echar el freno para poder dar el siguiente paso. De lo contrario, entras en un bucle", explica el cantautor canario. "El Kanka ha sabido parar y luego ha vuelto, porque no todo el mundo lo consigue. Con el talento que tiene y tras escuchar su nueva canción, estoy convencido de que tiene entre manos un disco muy chulo".
Más allá del disco, ¿qué trae en la mochila?
Ha sido un año muy particular, porque falleció mi padre y fue un golpe muy duro. No he estado deprimido, pero él era una persona muy presente en mi vida. Tampoco pude venirme abajo porque tenía que cumplir con los conciertos y las giras. Al menos, esta pausa me ha servido para meterme un poquito dentro, para llorarle y para hacer el duelo.
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