Este artículo se publicó hace 13 años.
Max Lemcke hurga en la herida de los abusos del ladrillo
El director presenta en Málaga ‘Cinco metros cuadrados’, crudo relato
de una estafa inmobiliaria
Esta película no contribuirá en nada a estimular el alicaído sector inmobilario español. Es más, tal vez no sea recomendable que usted la vea si tiene previsto meterse en una hipoteca. El Festival de Cine Español de Málaga proyectó ayer, dentro de su sección oficial, Cinco metros cuadrados, tercera película de Max Lemcke (Madrid, 1966), que prolonga el inmejorable buen gusto que dejó su anterior cinta, Casual day.
“Es una película recomendable para todos los concejales de urbanismo”, afirma Lemcke. Al margen del riesgo de que el visionado sirva para dar ideas a los ediles, el director va bien encaminado. La cinta narra la historia de Alejandro (Fernando Tejero) y Virigina (Malena Alterio), una pareja con planes de boda que se entrampa hasta las cejas con un piso a las afueras. ¿El problema? El bloque fue levantado irregularmente por un constructor sin escrúpulos (Emilio Gutiérrez Caba) conchavado con un político corrupto (Manuel Morón). El resultado es que la obra es suspendida y la feliz parejita pierde sus ahorros.
Lemcke admite que al principio tenía “prejuicios” con la pareja protagonista, por remitir a trabajos cómicos anteriores y ser Cinco metros cuadrados una película dramática. La química entre ambos, clavados en sus papeles de españolitos de a pie, lo más convencional entre lo convencional, revela infundados todos los temores de Lemcke, que arranca a Tejero un papel con visos de cambiar su carrera. “Contar con Fernando, además, abre muchas puertas. Te escuchan si llegas con un guión y dices que esta él”, cuenta Lemcke. No obstante, aún quedan puertas por abrir para la cinta, que todavía no tiene distribución ni fecha de estreno.
Héroe de la redenciónEl personaje de Alejandro es una especie de “héroe de la redención”, explica Lemcke. Sin dar demasiadas pistas, se puede contar que, agotadas en vano las vías legales para reclamar compensación, el protagonista de la cinta comienza a hacer la guerra por su cuenta hasta la catarsis final. “Una estafa así te destroza la vida y te puede llevar a hacer una locura”, explicó Tejero en rueda de prensa.
Rodada en Alicante, la película puede verse también como una especie de contracrónica de Inside job, el documental de Charles Ferguson que destripa la gran estafa financiera que desencadenó la crisis global. Lemcke narra un timo más a ras de suelo (nunca mejor dicho), más chusco, pero consecuente con la misma premisa moral: el beneficio económico lo justifica todo.
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