Público
Público

Maren Ade: "La generación que luchó por la libertad se hunde y los culpables somos nosotros"

La cineasta alemana Maren Ade triunfa merecidamente con ‘Toni Erdmann’, una película muy audaz, una comedia amarga e hilarante a la vez, que cuenta la relación de un padre y su hija, revela la ruptura entre dos generaciones y retrata este mundo desfigurado por el ultraliberalismo.

La directora Maren Ade con Peter Simonischek, el actor que da vida a Toni Erdmann

BEGOÑA PIÑA

@begonapina

MADRID. - “¿De verdad eres un ser humano?” pregunta Winfried a su hija Ines, consultora de negocios en un mundo de tiburones excitados por el olor de los rendimientos y los beneficios. “Es una manera irónica de preguntarla si es feliz”, aclara la cineasta alemana Maren Ade, que se ha ganado la atención del mundo entero con su película –una película muy grande- Toni Erdmann. Historia de la relación entre un padre y una hija cada vez más distanciados, pero también retrato de una profunda ruptura generacional, el filme cuenta, además, la realidad de este mundo corroído por el feroz ultracapitalismo.

Incómoda y audaz, en las antípodas del cine convencional, con un sentido del humor muy amargo, hilarante en algunas escenas, de una inteligencia brillante, mezcla de burla y de drama, de sensibilidad y de acidez, Toni Erdmann produce un placer y también una congoja absolutamente inesperados. Y todo ello con la historia de un padre que quiere alejar a su hija de la vida que lleva y que sea feliz. Ella, Ines, es consultora de negocios en una empresa alemana en Buscarest, él, Windried, se siente incómodo viéndola participar de un mundo dominado por lo que él más desprecia. Para rescatarla, decide hacerle una visita e inventar un personaje, Toni Erdmann, un bromista grotesco, del que ella se avergüenza, pero que tal vez consiga dar otro sentido a su vida. “Todos los padres queremos que nuestros hijos sean felices”.

Protagonizada por Peter Simonischek y Sandra Hüller, Toni Erdamnn ha conquistado los reconocimientos más importantes en los Premios del Cine Europeo (Película, Dirección, Guion, Actor y Actriz), el Premio FIPRESCI de la crítica en Cannes y es la favorita al Oscar a Mejor Película de Lengua Extranjera.

‘Toni Erdman’ más allá de la relación padre e hija, revela un conflicto político entre dos generaciones.

Sí, me interesaba ese conflicto político. La generación de Inés cree que la generación anterior, la de su padre, ya lo ha conseguido todo y que no tienen que preocuparse de ellos. Además, es una generación, en cierto modo, enemiga de la anterior, que era la defensora de los Derechos Humanos. Ella hace una elección muy nihilista y el padre está muy incómodo con ello, porque él le enseñó otra cosa. Él inculcó a su hija el ideal de un mundo sin fronteras, unos principios de libertad y generosidad. Y ella es consultora de negocios, despide a obreros de una empresa para hacer subcontratas y que salga más rentable el negocio.

¿El mundo ha ido de un extremo a otro?

Bueno, él es muy naif, tal y como está el mundo hoy. Ella se da cuenta de que le enseñaron otra cosa, pero también le dice a su padre que el mundo ha cambiado. Aquella generación que luchó por la libertad es como una isla que se hunde y los culpables somos nosotros, nuestra generación. La libertad que quiso obtener la generación de Winfried acabó abriendo la puerta a un capitalismo desmesurado. Paradójicamente, supo darnos las herramientas para tener éxito en este mundo liberal, la flexibilidad, la confianza en nosotros mismos y el convencimiento de que no hay límites

Fotograma de la película Toni Erdman que tiene como protagonistas a Peter Simonischek y Sandra Hüller

Fotograma de la película Toni Erdmann que tiene como protagonistas a Peter Simonischek y Sandra Hüller

¿Ambientar la historia en el nuevo capitalismo rumano le ha permitido acentuar más ese enfrentamiento?

De Rumanía me interesaba mucho la relación entre dos mundos que aquí son Alemania y Rumanía. En la Unión Europea hay países, y no me gusta emplear estas palabras, pero así se entiende bien, más importantes que otros. La gente de los países ricos tendemos a actuar como si lo supiéramos todo.

¿A eso conduce el sueño europeo?

Es un camino equivocado. Quería mostrar el comportamiento de los alemanes, que se sienten superiores a los demás. Entran en un país conquistado y van a enseñar, su actitud es la de ‘yo sé más que tú’. Eso, por supuesto, se traslada a la jerarquía de las empresas de estos países. Inés se permite ser sarcástica, incluso sexista, cuando habla de Anca, su asistente. ¡La sociedad de consumo va tan rápido! ¿Dentro de unos años nuestros hijos tendrán que comprar una televisión cada semana?

La vergüenza está presente en ese reencuentro entre padre e hija. Ella se avergüenza de su padre, vergüenza ajena, y él ¿se avergüenza de ver a su hija en ese mundo?

No intento que la gente se sienta especialmente incómoda viendo la película, pero… Reconozco que sí trabajé mucho con Peter Simonischek y le provoqué para hacer que incluso él se sintiera incómodo. La forma de hacerlo es obligar a alguien a hacer lo que no suele hacer. Sí quería sacar algo de esa vergüenza ajena. Por otro lado, no sé si es vergüenza lo que siente el padre. Sin embargo Ines sí siente vergüenza de su padre. Este es un sentimiento que nace muy temprano, tengo dos hijos y lo sé muy bien. ¿Por qué los padres avergüenzan a sus hijos?

Usted también muestra lo ridículo del mundo de las finanzas…

Lo ridículo que hay en el mundo de las finanzas y en la gente que trabaja en él es muy obvio. No era difícil mostrar ese aspecto, mucho más difícil era evitar los clichés y entrar en lo realmente interesante de ese mundo. Inés es una mujer muy lista, muy buena en lo que hace. Cuando el padre le pregunta si es un ser humano, en realidad, es una manera irónica de preguntar si es feliz. A ella esa pregunta le duele mucho, porque está orgullosa de lo que hace y sabe que lo hace muy bien. A Inés no le parece tan mal lo que hace. Para hacer la película hablé con muchos consultores, ellos son conscientes de que lo que hacen no es formidable, pero creen en eso de ‘el negocio ante todo’. Es verdad que Inés no lleva una vida muy feliz, pero su padre, tampoco. Él vive jubilado en su casa, conduce su coche, pero no va más allá. Es difícil llevar una vida ideal hoy en día.

Momento de la película 'Toni Erdman'

Momento de la película 'Toni Erdmann'

¿La vergüenza que provoca Winfried es, finalmente, un acto de valentía?

Claro, lo que hace el padre es muy valiente y le hace preguntarse a ella si lo que hace es valiente. De Inés no me interesaba tanto la historia de una mujer en un mundo de hombres, como el propio desarrollo del personaje. Profesionalmente, ella no se siente infeliz, pero se va dando cuenta de lo que hace.

¿Hay algo de su propia vida en esta película?

Siempre hay algo personal en todas las películas. Esta no es autobiográfica, pero mi padre tiene un gran repertorio de chistes y bromas. El detalle de los dientes sí es de él, se los regalé yo. Mientras estaba en la escuela de cine yo trabajaba como azafata de estrenos y en el de Austin Powers te daban un paquete y yo cogí los dientes. Le quedaban perfectos, a veces, conduciendo cuando nos parábamos en un semáforo se los ponía y se los enseñaba al del coche de al lado, o se los ponía y decía algo muy serio.

El éxito de ‘Toni Erdmann’ es arrollador. ¿Le da miedo?

Me da un poco de miedo morir de éxito, sí. Pero prevalece la sensación de felicidad. Es una inmensa satisfacción ver que la película, a pesar de sus 150 minutos, se ha vendido a tantos países y que funciona en todos ellos.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?