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HBO'Mare of Easttown' tira de la apatía y de Kate Winslet como reclamos para un thriller adictivo
HBO estrena este lunes esta serie limitada de siete episodios en la que un elenco sólido y una historia con mucho de adictiva arropan a Kate Winslet.
María José Arias
Madrid-
Easttown no es ni el pueblo más tranquilo del mundo, ni el más pintoresco, ni el lugar idílico al que soñaría huir un urbanita en busca de un huerto donde cultivar sus propias verduras. No, el que dibuja Mare of Easttown, en Pensilvania, es aburrido, gris y está habitado por gente con muchos problemas. Mare Sheehan (Kate Winslet) ha nacido, crecido y vivido allí una vida que se resumirían en una serie de fracasos y golpes. Y ahí, en la tristeza que emana esta historia y en la interpretación que Winslet hace de esta detective hastiada de todo, es donde atrapa una serie con un manejo de los tiempos calculado al segundo y un reparto brillante.
Mare of Easttown, thriller creado y escrito por Brad Ingelsby y dirigido por Craig Zobel, plantea la desaparición de una chica y la muerte de otra como los casos centrales (habrá que ver si relacionados o no) que ha de resolver su protagonista. A diferencia de otros títulos en los que el juego lo da convertir a todos los vecinos en sospechosos e ir descartando, aquí (aunque eso está presente) el foco recae más en cómo el caso afecta a Mare y su entorno. Ella debe lidiar con el peso de una investigación pasada no cerrada, otra recién abierta sin casi pistas y una vida personal caótica. Divorciada, su exmarido va a casarse y vive en la casa de enfrente con su nueva pareja mientras ella comparte techo con su madre (que no le pasa una), su hija adolescente y un nieto de cuatro años del que tiene la custodia.
Winslet despliega todo su talento poniéndolo al servicio de un personaje al que es fácil comprender y hasta casi justificar en sus comportamientos. Por mal encaminados que estén. Su vida social no es muy activa. La amorosa, aún menos. Come fatal y bebe mucho. Su aspecto da una idea, con solo mirarla, de lo harta que está de todo y de todos. Lo muestra a través de su rostro cansado, pero también lo hace saber. Porque esta detective de un pueblo donde conoce a cada habitante y donde fue estrella del baloncesto local 25 años atrás no se muerde la lengua a la hora de decir lo que piensa. Cuando se cree que se tiene poco que perder, todo importa menos.
En ciertos aspectos Mare of Easttown recuerda a Heridas abiertas al igual que el personaje de Mare podría entender al de Camille Preaker (Amy Adams). Eso sí, aquí, en lugar de calor pegajoso, una mansión que parece una casa de muñecas y una atmósfera asfixiante lo que se encuentra el espectador es ropa de abrigo, casas con trastos por todos lados y un entorno apagado. A toda esa depresión, apatía y tristeza que desprenden las vidas de sus protagonistas contribuye la iluminación en busca de los grises, los decorados poco vistosos y un guion en el que, al menos en los cinco primeros capítulos vistos, la luz y la esperanza casi no tienen cabida. Hasta un evento homenaje de algarabía y júbilo esconde un drama entre dos antiguas amigas. Se atisban ráfagas, momentos, pero todos tienen una losa sobre sus cabezas.
Llama la atención la fuerte presencia de una maternidad temprana en el pueblo y ese sentido de comunidad y gran familia que les une y separa al mismo tiempo. Además de Winslet, Easttown cuenta con un reparto que hace que sus personajes tengan el peso que se merecen en pantalla cautivando cada uno a su manera. Sobresalen sobre todo ellas. Julianne Nicholson, en el papel de la mejor amiga de Mare, Lori Rosse; Jean Smart, como Helen, la madre de Mare; y la joven Angourie Rice interpretando a Siobhan Sheehan, la hija de Mare.
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En cuanto a ellos, Guy Pearce responde al dedillo al estereotipo de escritor de un solo libro de éxito con halo de intelectual que llega al pueblo como profesor de escritura. Y luego está Evan Peters, que aporta cierta frescura y una pizca de humor cotidiano a la historia como Colin Zabel. Su aparición llega con el caso avanzado y lo llaman para dotar de distancia a la mirada desde la que se aborda la investigación. No tiene un buen comienzo con Mare, pero en su relación está una de las partes más interesantes de la serie y Peters, como siempre, sobresale.
Lo mejor de Mare of Easttwon es cómo consigue, con estos ingredientes, construir un thriller de personajes atrapados en sus vidas monótonas y que han tirado la toalla en eso de buscar la felicidad. ¿Para qué esforzarse? Mejor quedarse con lo conocido, parecen pensar. Cada capítulo está planteado de tal manera que haya un resorte hacia el final que alimente las ganas de seguir con el siguiente. Pasa de todo. Pero el cierre del quinto (el último facilitado a los medios) deja en el aire la pregunta de qué se ha guardado Ingelsby en el guion de los dos últimos para cerrar en alto y de manera convincente.
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