Este artículo se publicó hace 13 años.
Lejos de los premios, cerca de la literatura
Ana Blandiana publica Las cuatro estaciones', censurado por el régimen de Ceaucescu por "tendencias antisociales"
El padre de la escritora rumana Ana Blandiana (Timisoara, 1942) arranca hojas de los libros y las tira al fuego. Antes lee sin respiro las páginas sacrificadas y llora. Quiere memorizar todo lo que está haciendo desaparecer, quiere guardarlo donde nadie pueda verlo. Teme la represalia, teme la cárcel, y deja algunos de los libros en diez o doce páginas. Lee todo lo que ya no se puede guardar y conserva lo que está destinado a perecer.
Ana no olvida. Años más tarde, en 1977, escribirá el libro de relatos Las cuatro estaciones. La autora será censurada por el régimen de Ceaucescu, que la califica de peligrosa debido a sus "tendencias antisociales". Ahora, Periférica, que ya publicó su extraordinario Proyectos del pasado, recupera el libro, que cierra Recuerdos de infancia, donde la gran hoguera del miedo lo impregna todo, hasta las estaciones del año. "Fue una escena emblemática de mi infancia. Entre los años 1948 y 1952 se publicaban en prensa los miles y miles de libros prohibidos, con el pretexto de desnazificar Rumanía. Pero en el listado también figuraban libros de Churchill y De Gaulle. Si la Policía encontraba alguno de esos libros en un registro, te detenían. Era un pretexto para meter a la gente en la cárcel", recuerda la escritora.
Utiliza la fantasía porque es la mejor forma de disfrazar la realidad más cruda
En La ciudad derretida, la protagonista pierde todo estímulo y curiosidad. Una inexplicable somnolencia ha triturado cualquier estímulo y no es capaz ni de sacar un libro de la estantería, que se había convertido en una pasta elástica. "Tiraba fascinada de aquel trozo de plastilina caliente que perdía el color al estirarse", escribe. "Es un cuento simbólico. Cuenta cómo una dictadura hace que todo se destruya hasta que desaparece el significado de la vida. Es muy actual porque se puede relacionar con lo que ocurre hoy en el mundo globalizado", explica Blandiana a este periódico en alusión a los vínculos que tiene la escritora con la tradición de la literatura fantástica.
Autora extensa, desde la poesía a la novela pasando por el ensayo, tiene un verso en el que se puede leer: "Todo lo que es natural, es un milagro". Utiliza la fantasía porque es la mejor forma de disfrazar la realidad más cruda: "Lo fantástico es una semilla en la tripa de la realidad". Ríe, es amable y se considera una persona muy afortunada. Está convencida que desde la ira no encontrará ninguna rentabilidad literaria, porque "sólo se puede escribir desde el amor".
"La sociedad comunista, de la misma manera que la sociedad nazi, se alimentaba del odio. En el caso de la sociedad nazi, era el odio a una raza; en el caso de la comunista, el odio contra una clase. Lo único que se podía hacer era oponer esa otra realidad que aquella sociedad no entendía, la del amor", indica.
Su testimonio del horror, para algunos, le aleja de las opciones de Nobel
Vencer a la censuraDe la censura recuerda que les hizo actuar como un estímulo, contra el que siempre debían estar vigilantes para vencerla. Luchando por "cada coma, punto y palabra". "Pero he conseguido vencerla o no siempre". Sonríe.
Ana Blandiana ha descubierto dos cosas sin censura, la primera es que "la libertad de la palabra disminuye, paradójicamente, la importancia de la palabra", porque antes encontraba un sinfín de significados para algo que ahora, cree, a nadie le importa. Y segundo, el mercado es la nueva censura: un editor alemán publicó una de sus novelas y como con la traducción había crecido hasta las 500 páginas, sin consultarla, decidió eliminar 250 páginas porque "se salía de presupuesto".
El proyecto literario de Blandiana basa todo destello de imaginación en la memoria. Su ley es no inventar, descubrir. Desbrozar recuerdos al tiempo que imagina. Su testimonio del horror, para algunos, le hace perder posibilidades de Nobel. Para otros, es la escritora rumana con más posibilidades. Ella dice que el premio se da por muchas razones extraliterarias, y "yo no he sido políticamente correcta". Lejos de los premios, cerca de la literatura.
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