Este mundo no está preparado para vivir sin nuevas películas de Ken Loach. Ha sido más de medio siglo combatiendo la injusticia y los abusos del sistema explotador y, mucho más importante, buscando siempre, incansable, caminos para la esperanza. Ahora, cuando ha cumplido 87 años, sigue resistiendo y vuelve a dar voz con su nueva película, The Old Oak (El viejo Roble), a las víctimas del sistema, a los desheredados por los políticos, abandonados durante decenios por una parte de la izquierda.
Cierre de la trilogía del noreste de Inglaterra –Yo, Daniel Blake y Sorry We Missed You-, la nueva película de Loach, con guion de su inseparable compañero, Paul Laverty, reúne a los habitantes de una localidad del condado de Durham, nunca recuperada tras el cierre de las minas en los años 80, con familias de refugiados sirios que, como ellos, lo han perdido todo pero que, además, huyen de una guerra.
Loach y Laverty desprecian el camino fácil y no se detienen en el racismo y la xenofobia de los desposeídos británicos hacia los refugiados que llegan a Europa. Al contrario, para ellos hay una mirada comprensiva, al fin y al cabo, ya nos sobra con el odio que siembran los Estados y las derechas europeas, verdaderos responsables de la rabia y el rencor que nos domina. Todos somos iguales en la pobreza y en la injusticia.
¿De verdad que ésta es la última película que va a hacer?
Ken Loach: Nunca hay que decir 'nunca jamás'. No se sabe, pero van pasando los años…
Paul Laverty: Ken Loach sigue muy activo en muchas cosas, en muchos campos.
Un personaje de la película dice que cuando mira por la cámara elige ver solo la esperanza y la fortaleza, ¿se puede aplicar a usted y su cine?
Ken Loach: En nuestro caso, bueno, hay que ser realista. La película es realista, pero, sí, la esperanza es necesaria. Pero la esperanza no son buenos deseos, no es cruzar los dedos, la esperanza tiene que ver con una percepción de un camino a recorrer conjuntamente para efectuar cambios importantes. Si tienes esa esperanza, entonces tendrás la fortaleza para cambiar las cosas. Sin esperanza pasas a ser víctima de la extrema derecha, de todo este racismo, de esta división... y eso es la destrucción total. Así que sí, creo que es posible esperar esa esperanza. Y ésta reside en nuestra fuerza colectiva. Si no creemos en ello, entonces no podremos cambiar las cosas.
Queda claro en la película que en este siglo XXI en que hay tanta desigualdad, en lo que sí somos iguales es en la injusticia y en la pobreza…
Paul Laverty: Sí, estamos todos en el mismo sistema. Hay un profesor de Oxford, un catedrático que ha analizado hace poco la crisis que vive Inglaterra, el coste de la vida es el peor desde los años 60, las infraestructuras están colapsando, la educación, la vivienda, el transporte, el sistema de salud… hay una crisis en todo el país.
Y ¿hay una reacción de los políticos de izquierda antes esto?
Paul Laverty: El Partido Laborista se está moviendo mucho hacia la derecha. El problema es que no hay una representación política para este enfado, para esta desesperación. Y el tema del cambio climático, estamos utilizando más combustibles fósiles que nunca … Y se están dando cada vez más subvenciones a las empresas privadas…
Ken Loach: Hay una desconexión entre la furia de las personas y la política… Y el gran peligro, naturalmente, es ese movimiento de ultraderecha. Hay una cita muy bonita que quiero compartir contigo de Leon Trotsky, que dijo hace casi un siglo que la crisis más grande, más importante, es una crisis de liderazgo de la clase trabajadora.
¿Cómo siente el avance de la extrema derecha hoy en Europa?
Ken Loach: Los conflictos de la sociedad se han hecho más intensos en los últimos años. En mi biografía, este es el periodo más peligroso que he visto. Nací en el 36, el surgimiento de la extrema derecha tuvo consecuencias trágicas, pero hoy no recuerdo otra época en que haya sido tan fuerte desde entonces. Veo las imágenes de los campos de concentración, horrendas que nos recuerdan lo que va a hacer la extrema derecha. Necesitamos unirnos y constituir un poder que nos de esperanza. Ahora además tenemos el riesgo de la catástrofe climática, si no somos capaces de actuar contra eso, qué futuro espera a nuestros hijos y nietos. Hay un consenso de los científicos mundiales y ¡la extrema derecha lo niega!
Y los trabajadores que han perdido la conciencia obrera…
Ken Loach: Sí, pero es la única clase que puede efectuar un cambio estructural fundamental porque tiene el poder y ese liderazgo.
El avance de la extrema derecha es la gran amenaza, pero ¿no viene todo de la izquierda que ha abandonado durante mucho tiempo a los trabajadores?
Ken Loach: Sí. La clase obrera tiene dos versiones, el estalinismo, que ha desaparecido en buena parte, aunque sus malos hábitos continúan en buena medida, y luego está la socialdemocracia, cuyo gran defecto es que dice que el capitalismo está bien, que sencillamente hay que reformarlo. Pero ahora ya sabemos que el capitalismo es imposible de reformar, es el concepto de interés de clase, los intereses de los que se benefician del trabajo de los demás y los que venden su mano de obra son intereses irreconciliables. El capitalismo lo que busca es encontrar nuevas formas de explotación. Por eso hemos pasado de ocho horas diarias a doce o más de trabajo. Y la clase trabajadora necesita unos ingresos estables, una infraestructura sanitaria, educación, pensiones de jubilación, transporte… necesita una infraestructura potente… Y en la actualidad tenemos además un problema añadido que es cuidar del medio ambiente y las grandes empresas están exigiendo más uso de combustibles fósiles. O sea, que esos intereses son irreconciliables. Para cerrar el círculo, hemos visto que muchos de los principales partidos de la izquierda intentan reconciliar lo que es irreconciliable.
Su película anterior hablaba de esto justamente, del capitalismo extremo en el que el propio obrero se explota a sí mismo. Estamos en el capitalismo feudal y, por el momento, los obreros no reaccionan, ¿cómo está el cine contribuyendo a esto?
Paul Laverty: Pregunta muy interesante porque el mundo siempre es dinámico y evoluciona. Pero es verdad que ahora también desde el cine y la tecnología hay enemigos. Ahí están esas películas bastante estúpidas, lo que hace Amazon, por ejemplo, que intentan que la gente no apoye a los sindicatos y que piensen que deben lealtad a la empresa. La Inteligencia Artificial, la sofisticación de los algoritmos… son herramientas adicionales para explotar a la gente. Por eso la gente termina autoexplotándose. Amazon saca una cantidad enorme de millones, tenemos la evidencia frente a nuestros ojos, por eso siempre volvemos a los mismos argumentos básicos, que es el del poder colectivo para cambiar las narrativas, que nos recuerda un poco el poder que tenían los mineros y los sindicatos hace años, en una época que fue fundamental y que resuena todavía hoy.
El cine es narrativa visual, quiero preguntarle por la ética de la estética de su cine.
Ken Loach: Esto es algo muy interesante y que yo tengo en la cabeza hace tiempo. Hay un programa en la BBC, en Radio 4, que es un canal de clase media donde se habla de cultura, de arte... Y hace unos días hablaron de esta película. Uno de los críticos dijo que no teníamos respeto o consideración por la estética, que solamente estábamos interesados en comunicar un mensaje. Me enfadó muchísimo, quería coger a alguien por el cuello. La ética del cine se fundamenta en los valores, en cómo fotografías a las personas, cómo presentas a los personajes, por eso creamos personajes que comprendemos, con los que compartimos su lucha… Cómo traducir su actitud en el lenguaje cinematográfico es importantísimo. Lo que buscamos es que la cámara nos sirva para observar, pero como observadores empáticos. Y que la cámara esté a la altura de la vista, porque eres una persona y la lente es el equivalente del ojo humano. La iluminación que descubre a los personajes, la perspectiva, el sonido también, el montaje… Toda esta estética consiste en comprender, en ser observador, pero no como un antropólogo, sino como alguien que comparte la experiencia de las personas a las que observa, y eso quiere decir también otorgar respeto y fortaleza a esos personajes. Y la fortaleza es la clave. Se trata de encontrar la belleza de la vida cotidiana.
Una palabra clave es ‘compartir’, ¿el cine como espacio de reunión del colectivo?
Paul Laverty: En el cine lo mostramos, en esta película, el pub es el único sitio donde se pueden compartir cosas en comunidad, la Iglesia la han cerrado, la escuela también… Allí la gente se reúne a hablar, pero la pregunta más importante es cómo van a recibir a los inmigrantes en esa comunidad. En el fondo hay una gran solidaridad, pero también hay un Estado que es racista. En Inglaterra hay una secretaria de Estado de Interior que ha hecho unas declaraciones muy negativas contra los inmigrantes, muy odiosas… Pero creo que el cine tiene un gran poder todavía.
Ken Loach: Y puedes compartir y hablar después de una película. Se trata también de que la gente se pone la piel de los demás. Me parece muy importante en estos tiempos que corren, donde la gente no habla y presta atención a mensajes y opiniones muy reaccionarias. Entonces, sentarse, conversar, estar con otras personas, es muy importante. El problema es que hemos perdido las salas de ese cine independiente y muchos festivales… Hay que luchar por recuperar esos espacios públicos. Los festivales de cine, por ejemplo, ahora son más importantes que nunca porque el dominio de pelis comerciales de EE.UU. es abrumador. Con la huelga de guionista en Hollywood, la industria tuvo que cerrar, lo que vino a demostrar que estamos colonizados por ellos. Eso no es bueno, porque no tenemos un sector independiente que cuente nuestras historias y perspectiva europea. Necesitamos un sector cinematográfico independiente y diverso. Necesitamos también un cambio político que nos aporte una industria robusta. Los festivales son un faro de esperanza.
¿Y qué posibilidades hay de recuperar esos espacios?
Ken Loach: Pues la de cualquier lucha política. Esos edificios, esos espacios tan inmensos, las empresas privadas los van a utilizar para maximizar beneficios, así que necesitamos la lucha política en esto como en todas las demás cosas. Sin esa lucha no cambiarán las cosas. Todo acaba desembocando en la lucha política.
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