José el Berenjeno: "Antes de ser un buen cantaor, hay que ser un gran aficionado"
El artista jerezano destaca en festivales como Suma Flamenca Joven al tiempo que transforma las clases de cante a niños en una herramienta de inclusión social.
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madrid, Actualizado:
Lleva el cante en la sangre y en la cuna: la dinastía de los Carpio, el barrio de la Plazuela. Desde el altar del flamenco jerezano, José Montoya Carpio arroja el escapulario de promesa porque quiere ser presente, aunque tiene todo el futuro por delante y el pasado engastado en su mote, el Berenjeno, que ya lucía su abuelo Alfonso, quizás la morenez.
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Cantaor tardío, si 29 años no fuesen suficiente adobo. Precoz, si pensamos que José ya nació cantado. Arrullado por los quejíos del Garbanzo y el Mijita, de su infancia llegan ecos de Agujetas, el Torta, Diego Rubichi o Manuel Moneo. Podría arrogarse la licenciatura del cante sin pisar la universidad, aunque él entiende que sin formación no hay aprendizaje.
Por ello, sigue estudiando un arte que no se termina de aprender, reconoce con humildad tras colgar el no hay billetes en el festival Suma Flamenca Joven, otra muesca en su garganta. "Si no hay afición, no hay cante", advierte desde las tripas de Teatros del Canal, donde los artistas consagrados tomarán el relevo este mes durante la XVIII Suma Flamenca.
¿Qué tiene Jerez que no tengan otras plazas?
Es la cuna. Cuando canto en mi tierra, Jerez me quita el sueño. Resulta imposible explicarlo: la afición, sus grandes artistas, el respeto al cante... Para mí, es un orgullo cantar allí.
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¿Se pone más nervioso en su propia ciudad que fuera?
Yo me pongo nervioso en todos lados, pero cantar en Jerez es especial. Antes de cada actuación, me paso dos días sin dormir...
Nació en 1994 y se dio a conocer hace solo seis años. Aunque hacía tiempo que cantaba, no ha sido muy precoz.
Antes de tomar la decisión de cantar profesionalmente, me lo pensé mucho, porque al flamenco le tengo un gran respeto. Lo escucho desde muy chico, porque en mi casa se ha vivido siempre con pasión. En estos años, he trabajado duro y conseguido cosas que nunca me habría imaginado, como grabar un disco, por lo que estoy muy agradecido.
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Al fin, su debut discográfico, que llevaba tiempo rumiando.
Para mí es un sueño. Llevo poco tiempo cantando, por lo que estoy muy impresionado. Espero que esté listo a finales de 2023.
Pertenece a la saga de los Carpio, familia cantaora del barrio de la Plazuela. ¿Los apellidos pesan o le dan alas?
Pesan y te dan alas, porque en los recitales tienes que defender tu apellido y a tu gente. Los Carpio son muy grandes y siempre los llevo por bandera.
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En 2019 ganó el Concurso Talento Flamenco del Cante Naranjito de Triana y le concedieron una beca para continuar su formación en la Fundación Cristina Heeren. ¿Se aprende a cantar o uno ya nace cantado?
Es muy difícil, la verdad. Creo que se puede aprender a cantar, pero el duende se tiene o no se tiene.
¿Sabe verlo en el otro?
Eso depende del momento, porque no siempre te coge bien. En unos recitales estás más a gusto que en otros. También influye si en ese instante te va bien o mal en la vida, porque yo he visto al mismo compañero espléndido y todo lo contrario. Son días... Pero, cuando te viene el duende, dices: "¡Ahí lo tienes!".
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El flamenco también hay que estudiarlo, aunque la materia es ingente e infinita.
Solamente con lo que traes de tu familia, no te vale. Antes de ser un buen cantaor, hay que ser un gran aficionado. El flamenco es un arte que no se termina de aprender nunca. Pese a que lo lleves en la sangre y tengas tu eco y tu sello propio, necesitas estudiar todos los días, lo que requiere una disciplina. Pero, ante todo, si no hay afición, no hay cante.
Hay cantaores que han sido estudiados, pero cuyo arte no se conserva, porque entonces no había sistemas de grabación. ¿Cómo cantaría aquel Silverio?, se preguntaba Lorca.
Hay muchísimos cantaores que no han dejado grabaciones, aunque gracias a dios tuvimos a nuestros mayores, quienes tras escucharlos transmitieron sus cantes con tanta realidad…
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José el Berenjeno: "El flamenco es un arte que no se termina de aprender nunca"
Además, tenemos la suerte de que el maestro don Antonio Mairena recuperó y recreó muchos cantes, como la seguiriya del Fillo, que dejó plasmada intentando respetarla como era entonces.
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Más allá de Antonio Mairena y Manolo Caracol, ¿quiénes son sus referentes? ¿Y entre los contemporáneos?
Tengo muy presente a Antonio Mairena y a Manolo Caracol, porque en mi familia somos muy caracoleros. Me gustan mucho Manuel Torres, Antonio Chacón, Carbonerillo o Juan Mojama, otro Carpio. También soy seguidor de Manuel Moneo, Agujetas, Diego Rubichi y mi tío Garbanzo, a quienes escuché desde muy chico. Y ahora hay gente que está cantando muy bien, como Jesús Méndez, Ezequiel Benítez o Antonio Reyes.
Además del Garbanzo, tiene muchos otros parientes cantaores: su tío el Mijita, cuyos hijos son José y Alfonso, sus otros primos David Carpio y el Tolo… ¿Se siente observado en Jerez? ¿Acaso reconocido como la nueva rama de un árbol de la que ya han brotado las hojas?
En mi barrio me conocen desde muy chico, pero ahora las mujeres se acercan y me dicen: "José, ayer te vi por la tele. ¡Qué bien cantas!". Cuando voy a una peña y veo que está llena, me siento muy agradecido, porque eso significa que tu tierra te quiere. La gente de Jerez me da mucho cariño.
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De las peñas jerezanas La Bulería y Don Antonio Chacón, a cantar por toda España, de Almería a Barcelona. ¿Qué afición le ha sorprendido? ¿España, más allá de Andalucía, es flamenca?
Me impresionó Zamora, cuya afición es muy grande, quizás una de las mejores que hay ahora mismo en España. En Madrid el público también es muy bueno. De hecho, los Teatros del Canal se llenaron durante los cuatro días del festival Suma Flamenca Joven. Sin embargo, la de Zamora es increíble, porque sabe lo que uno está cantando. Cuando vas al norte de España y ves cómo te tratan y que valoran tanto el flamenco, te quedas muy sorprendido.
Soleás, fandangos, seguiriyas, bulerías... ¿Tiene en mente el reto de algún otro palo?
Me gusta cantar por todo. Depende del día: uno cantas bien por soleás y otro por seguiriyas. Pero también me atraen mucho las malagueñas y soy un enamorado de los cantes de Levante: el taranto, la cartagenera, la taranta…
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Los recitales y los discos tienen más eco, aunque usted también da clases en la Fundación Alalá, que busca la integración de sus alumnos: el flamenco como herramienta social.
Es un proyecto muy bonito en el que trabajo desde hace tres años. Empezó en las Tres Mil Viviendas Sevilla y luego se implantó en la Estancia Barrera, en Jerez, donde luchamos por la cultura y por los barrios más conflictivos. Hay chavales con muchos problemas, pero los tratamos con sumo cariño. Cuando termina la clase y un niño de cinco años se va cantando los tangos de Pastora, me enamora.
- Canal Flamenco. Del 4 de octubre al 8 de noviembre, en la Sala de Cristal de Teatros del Canal.