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Actualizado:Todo el mundo conoce a Joana Biarnés (Terrassa, 1935-2018) como la primera reportera gráfica del fotoperiodismo catalán y español, pero fue mucho más que eso. Fue pionera no sólo por ser una mujer en un mundo de hombres sino por su estilo, por la mirada transgresora con la que fotografió la España franquista de los años 60 y 70. Un contexto en el que Biarnés retrata la farándula época: actrices, cantantes, toreros, boxeadores, espías, artistas…
Fue la fotógrafa oficial de Raphael durante su época dorada; capturó en una misma imagen a Audrey Hepburn, Aline Griffith y Lola Flores; se coló en el avión de los Beatles y después en su habitación del Hotel Avenida Palace de Barcelona; sacó a la luz la historia de terror del Colegio San Fernando de Madrid; fotografió a Orson Welles en Las Ventas; y así una larga lista de anécdotas que el periodista y escritor Jordi Rovira inmortaliza en el libro No será fácil (La Campana), donde ha dejado escritas muchas de las historias que se quedaron en el tintero tras el estreno del documental Joana Biarnés: una entre tots.
¿Cómo llegó a la historia de Joana?
De casualidad. Maravillosa casualidad. Soy periodista y actualmente dirijo Capçalera, la revista del Col·legi de Periodistes de Catalunya. Un día me puse en contacto con un fotógrafo de Terrassa, Cristobal Castro, por un reportaje relacionado con la fotografía y me habló de una señora "poco conocida" que fue la primera fotoperiodista de España. Me dijo su nombre, Joana Biarnés, y yo me lo apunté. Busqué información sobre ella por internet y solo me salieron cinco entradas, una de ellas era la noticia de una exposición en Palau Robert de Barcelona sobre mujeres pioneras en el fotoperiodismo. Rascando rascando vi que detrás de aquella mujer "poco conocida" había una historia buenísima. Lo noté a los 10 minutos de hablar con ella. Aquí empezó todo.
El documental que hicimos sobre ella fue un éxito, pero muchas historias se quedaron en el tintero o se contaron muy por encima porque el material gráfico no era de calidad, por eso decidí escribir el libro.
De hecho, en el libro explica muchos detalles de su vida personal y profesional.
En los inicios de su carrera, su padre le dijo: 'no será fácil, Joana, estás en un mundo de hombres
En el libro cuento muchas historias inéditas de Joana, más allá del rato que pasó con los Beatles en el avión o en la habitación de hotel cuando vinieron a Barcelona en 1965. El 80% del material es inédito. Tiene una mirada más plural que el resto de cosas que se han hecho sobre ella porque cuatro meses después de empezar la biografía, la protagonista murió y eso me obligó a buscar otras fuentes, como archivo digital, personas de su entorno, su marido Jean Michel Bamberger, artistas y cantantes de la época con los que estableció una relación de amistad... No fue fácil, pero he ido encajando distintas piezas.
De alguna manera, Joana también llegó de casualidad a la fotografía…
Bueno, su padre era fotógrafo de fines de semana de deportes para diferentes publicaciones de Barcelona. Un día, unos espeleólogos se presentaron en su casa para pedirle si podía ir a hacer unas fotos de una sima que habían descubierto, una cavidad espectacular en Sant Llorenç del Munt. Su padre tenía otro compromiso y no pudo ir. Joana cogió la cámara y fue ella. Era 1951. Mundo Deportivo publicó sus fotos. Aquí empezó todo.
En los inicios de su carrera, su padre le dijo: "no será fácil, Joana, estás en un mundo de hombres". Pero ella rápidamente se enganchó a la fotografía.
Y no lo fue.
No, tuvo que pasar por situaciones muy desagradables, sobre todo cuando iba a cubrir partidos de fútbol. Ella siempre recordaba la vez que acudió al campo de fútbol de Les Corts, en Barcelona, donde le dijeron de todo por el simple hecho de ser mujer. Pero ella se imponía porque sabía que si no lo hacía así se la comerían y no podría trabajar en ese mundo. Tenía carácter y las cosas muy claras.
Hay imágenes de ella haciendo fotos que más allá de lo que estaba fotografiando, un partido de fútbol o la vuelta ciclista, si miras a su alrededor ves caras de asombro, como diciendo: "¿qué hace esta aquí?" Y ella era consciente de ello, pero supo enfrentarse a estas situaciones y se abrió camino en un mundo de hombres.
Después de unos años ayudando a su padre decidió estudiar en La Escuela Oficial de Periodismo para poder trabajar en un diario, pero al principio los medios le cerraron las puertas...
Los compañeros de la redacción le observaban con una mirada desacomplejada y un punto de admiración
Existen varias razones por las que le fue difícil trabajar en medios de comunicación en Barcelona. En primer lugar, porque ya existían muchos fotógrafos y, en segundo lugar, porque era mujer. Pero un día, de pura casualidad, le sale un encargo del diario vespertino madrileño Pueblo, uno de los más destacados de la época, para cubrir un acto que se celebraba en Barcelona (la Gala de la Seda Española). El director vio las fotos de Joana e inmediatamente le dijo para trabajar en el diario. Ella aceptó, se trasladó a Madrid y allí se hizo un nombre como fotógrafa.
Cuando llegó a la redacción, rápidamente se ganó la confianza del resto de compañeros, que la observaban con una mirada desacomplejada y un punto de admiración, como al resto de catalanes que venían de la Barcelona moderna y que iban a trabajar en la capital española.
'Pueblo' es uno de los diarios más importantes de la España franquista. La historia de Joana es también la historia de la censura y el control de la prensa por parte del régimen
Joana sabía que sus fotos podían ser censuradas
Cuando hablas de censura con fotógrafos y periodistas de esa época te cuentan que hay algo que ya venía integrado, ellos ya sabían que había cosas que no podían hacer o publicar. Hay que recordar que durante aquellos años, cuando se cerraban las ediciones de los periódicos, antes de que salieran a la calle, se llevaba un ejemplar al Ministerio de Información y las autoridades de turno revisaban los contenidos y las fotografías de arriba abajo. Es decir, había un control absoluto de las publicaciones y Joana era consciente de ello. Todas las fotos que tomaba tenían que pasar por la censura de la dictadura.
A lo largo de su carrera profesional, Biarnés retrató todas las celebridades de la época. Sus fotografías también representan a esta España más "moderna" y bohemia.
Joana formó parte de aquella microburbuja de famosos, toreros, artistas y pintores de los años 60-70. Se convirtió en una más. Lola Flores le invitaba a su casa cuando iba alguien importante. Acompañó a Raphael a muchos conciertos. Desayunaba con Serrat. A pesar de la represión, había un mundo más "progre", o incluso "bohemio", que intentaba pasárselo bien. La proximidad con este entorno le permitió tener acceso a unas fotografías muy exclusivas.
Años 60-70, época de cambios
Exacto. Joana vivió de primera mano (y fotografió) todos los cambios -musicales y de moda- que de alguna forma u otra iban llegando en una España reprimida por el franquismo. La mayoría provenían del extranjero. Tenía esa doble faceta. Por la mañana podía estar fotografiando a manifestantes franquistas en la plaza Oriente y por la tarde a la creadora de la minifalda o los diseñadores de ropa del momento. Sus fotos retratan una época inmersa en un proceso de cambio, pero todavía con las limitaciones de una dictadura.
Joana Biarnés fue pionera en muchos aspectos
Totalmente. Era una época en la que la mayoría de mujeres se quedaban en casa y no trabajaban, se dedicaban a las tareas del hogar. En cambio, Joana era fotoperiodista, emprendedora -fundó un par de agencias de fotografía-, viajaba cada dos por tres al extranjero, y no a cualquier sitio, a Rusia en plena guerra fría, Estados Unidos, México, Europa ... iba a contracorriente. Visto en perspectiva, fue pionera en muchos aspectos. También destacaba por su estilo a la hora de fotografiar. Cogía las modelos o el grupo de música de turno, los sacaba de los estudios de fotografía, los plantaba en plena calle y los fotografiaba con una proximidad que sólo ella sabía hacer en ese momento. Su estilo era único y esa mirada modera y rompedora lo aplicaba en todo lo que hacía.
De fotógrafa a cocinera.
Ella siempre decía que se desenamoró de la fotografía cuando empezó la fiebre de los paparazzis. Ese ambiente feroz no le gustaba y decidió colgar la cámara y ponerse el delantal. Ella y su marido abrieron un restaurante en Ibiza que se convirtió en un sitio de peregrinaje para muchos famosos. Cambió la fotografía por la cocina. Abandonó totalmente esa faceta de su vida. De hecho, mucha gente de su entorno ni sabía que trabajado como fotoperiodista.
Te vas a desenamorar de la fotografía cuando empiece la fiebre de los paparazzis
Cuando en Catalunya y España se empezó a reconocer la fotografía como un arte, Joana estaba en la cocina de su restaurante y su carrera pasó completamente desapercibida. Y ella tampoco se reivindicó. Se llegó a comprar un aparato para destruir todas las fotos que tenía de su faceta como fotógrafa. Pensó que no interesarían a nadie. Pero entre todos le hicimos ver que aquello tenía mucho valor, más allá de que fuera mujer, el material era increíble. Tuvo el síndrome de la impostora, pero acompañada de una modestia y humildad que siempre sorprendía.
En el libro habla de muchos personajes que fueron fotografiados por Joana, muchos eventos, muchos momentos históricos. ¿Cuál es la historia que más le impactó o le llamó la atención?
Los malos tratos y abusos que recibieron los niños internos del Colegio de San Fernando de Madrid, y que Joana contribuyó a denunciar junto a un compañero del diario Pueblo. En el libro hablo con dos de estos chavales, ahora ya mayores y jubilados, y me contaron que ese reportaje les cambió la vida.
Joana estaba orgullosa de haber fotografiado los Beatles, pero también de hacer públicos los abusos de aquellos niños, que vivían en unas condiciones infrahumanas. Encasillarla en la farándula desvaloriza otras fotos que hizo y que contribuyeron a un cambio, como las riadas del Vallès de 1962, donde murieron más de 800 personas y que ella capturó con su cámara junto a su padre.
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