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Hollywood contra Nueva York, Woody Allen gana

El veterano director demuestra de nuevo su amor por Nueva York y por el cine en ‘Café Society’, historia sobre el desencanto y las malas decisiones amorosas, en la que aparecen temas recurrentes de su filmografía, como la religión o la pena de muerte

Imagen de la película 'Cafe Society', de Woody Allen

BEGOÑA PIÑA
@begonapina

MADRID.- Café Society, la película número 47 en la filmografía de Woody Allen, la duodécima que ha estrenado en Cannes, la de sus 80 años, es una especie de jugo concentrado de puro cine.

Con el propio Allen como narrador y con algunos baches, en esta obra el cineasta consigue contar en solo dos o tres escenas lo que otros hacen en una película entera. ¡Hay tanto en una película que, aparentemente, es tan pequeña! Parece que el método de este genial creador para escapar del miedo a la muerte (“concentrarte en otras cosas, porque si piensas en la mortalidad, la banca gana”) funciona.

Seguramente la mejor película desde Match Point (2005), en Café Society Woody Allen viaja a los días del Hollywood glamuroso, a los años treinta, cuando la estrellas brillaban en su máximo esplendor, para decir una vez más que el mundo del cine en California es bárbaro, superficial y tedioso, mientras Nueva York es una ciudad viva y fascinante donde existen rincones maravillosos como Greenwich Village, en los que viven los poetas y los artistas.

"Odio el glamur barato"

“Odio el glamour barato, quiero integridad” o “esta industria aburrida y despiadada” son frases de uno de los personajes principales de la película, Phil Stern, un todopoderoso agente de actores interpretado por Steve Carell después de que Bruce Willis se retirara del proyecto.

Sin embargo, en una entrevista que Allen concedió a The Hollywood Reporter tras su paso por Cannes, aseguró: “No odio Los Ángeles, eso siempre ha sido un mito. Simplemente no es el sitio en el que viviría porque no me gusta el sol y no me gusta depender siempre de un coche. Me gustan las ciudades como Nueva York, donde puedo salir de casa, caminar… me siento bien en medio de la gente, con el ruido y el tráfico, y sus días grises y nublados y con la nieve. Pero yo tengo muchos amigos en California y me gusta ir allí por periodos cortos”.

Melancólico y nostálgico

Jesse Einseberg y Kristen Stewart en los otros dos papeles principales componen con Carell una historia de las decisiones equivocadas que se toman en el amor, y siguiendo las peripecias sentimentales de los tres personajes, Woody Allen, cada año más nostálgico, pasa de la luz inconfundible de California a los días nublados, siempre un poco tristes, de Nueva York.

Viaja desde la banalidad a la profundidad cambiando el tono de la película, alegre y cómico al comienzo y definitivamente melancólico al final. Y, sobre todo, se mueve con mucha elegancia de una costa a otra, gracias a la complicidad del gran director de fotografía Vittorio Storaro, con quien trabaja por primera vez.

Imagen de la película 'Cafe Society', de Woody Allen

Imagen de la película 'Cafe Society', de Woody Allen

Bobby Dorfman es un chico de una familia judía del Bronx que, harto de trabajar en la joyería de su padre y con la ambición juvenil de comerse el mundo, se va a Los Ángeles donde espera encontrar un gran empuje de parte de su tío, Phil Stern, uno de los agentes más demandados de Hollywood.

En las oficinas de éste conoce a su secretaria Vonnie y se enamora locamente de ella, que le dice que tiene un novio periodista. Su relación, a pesar de todo, va avanzando poco a poco, pero llega el día del desengaño y el chico decide que quiere volver a Nueva York, donde empieza a trabajar con su hermano, un gangster que ha abierto un club nocturno.

Judíos y cristianos

Café Society reúne algunos de los temas más recurrentes en la filmografía del cineasta. Además, por supuesto, de las relaciones sentimentales y de Nueva York, Woody Allen vuelve a la carga contra la religión. “Mi visión de la religión siempre ha sido la misma. Siento que es una fantasía agradable para la gente que pretende aplacar el dolor de la realidad de la existencia”, dijo en The Hollywood Reporter, donde no se cebó con el judaísmo o el catolicismo como sí hace en la película.

“Si Jesucristo hubiera muerto en el siglo XX, los cristianos llevarían una silla eléctrica colgada al cuello en lugar de una cruz”, dijo hace ya años. Ahora, en esta historia hay un personaje que se convierte del judaísmo al catolicismo (“si los judíos ofrecieran el más allá, tendrían muchos más clientes”), hay una ejecución en una silla eléctrica y hay unos cuantos comentarios sobre los judíos, sobre todo dedicados a los que convirtieron Hollywood en su feudo. “Nosotros los controlamos todo”, suelta tranquilamente Phil Stern retratando el poder judío en el mundo del cine, un dominio que aún hoy se mantiene.

El director estadounidense Woody Allen durante el rodaje de la película 'Cafe Society'

El director estadounidense Woody Allen durante el rodaje de la película 'Cafe Society'

Imágenes de grandes y lujosos cines, fragmentos de películas de los años treinta, menciones a grandísimas estrellas como Spencer Tracy, Judy Garland o Joan Crawdford, las fiestas de Hollywood en gigantescas mansiones o en los legendarios Cocoanut Grove y el Trocadero, los clubes de jazz de Grenwich Village y los míticos locales como El Morocco o Cotton Club aparecen o se mencionan en esta película.

Historia de un desencanto con un soberbio final, melancólico y de alto contenido evocador. Un final en sintonía con ese pesar que acompaña al cineasta hoy, pero con el humor y la ironía de siempre. “La vida es una comedia escrita por un humorista sádico”.

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