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Hockney pinta su ADN

El prestigioso artista británico abre esta semana una excelsa exposición de paisajes en la Royal Academy de Londres que viajará a Bilbao en mayo

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Desde la muerte el último verano de Lucian Freud y Cy Twombley en el transcurso de dos semanas, la butaca de "mejor pintor vivo" está vacante. Suenan para ocuparla el alemán Gerhard Ritcher, de 80 años, y el inglés David Hockney, de 74. Al margen de quién sea el agraciado del aleatorio título, Hockney abre estos días una reveladora exposición en Londres, que viajará después a Bilbao (mayo-septiembre) y a Colonia (Alemania), de octubre a febrero de 2013, dándole, quizás, el empuje final para que se siente en el impreciso sillón.

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El paisaje de Yorkshire, con sus coloridos bosques, campos, caminos y matorrales, es el tema de la exposición David Hockney: A Bigger Picture (David Hockney: un encuadre mayor). Tras 30 años viviendo en California y pintar allí la intensa luz de Los Ángeles, piscinas, viviendas modernas y hombres guapos con líneas agudas y estilizada simetría, el pintor ha regresado a sus orígenes y a la tradición de la pintura al óleo que capta el esplendor ambiental y la luminosidad del paisaje natural en una determinada estación del año y en un momento puntual de la mañana, el mediodía o la tarde.

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En 2007 ya enseñó en la Royal Academy de Londres, donde ahora se presenta la exposición, un cuadro de grandes dimensiones, Grandes árboles cerca del agua, formado por 50 lienzos separados, alineados unos con los otros para acercar al observador a la campiña inglesa. En aquella ocasión explicaba que estaba descubriendo lo que habían hecho otros artistas ingleses como John Constable (1776 - 1837) o Joseph Turner (1775 - 1851): fijar en sus imágenes un instante preciso de la cambiante naturaleza.

"Me siento como un joven de 20 años que acaba de encontrar la belleza a la puerta de casa", señala acerca del descubrimiento pictórico del paisaje de su niñez y juventud. La presentación de Grandes árboles cerca del agua indujo a la Royal Academy a proponerle la gran exposición que se abre el día 21 hasta el 9 de abril. Él se trasladó al vetusto edificio para inspeccionar las salas y dimensiones de las paredes y en los últimos años se ha concentrado en hacer cuadros para llenar la Royal Acadamy.

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A pesar de que la muestra cuenta con 150 obras de más de 50 años de trabajo, Hockney se resiste a llamarla retrospectiva porque manda el paisaje de los últimos años. En el 2002 Hockney viajó por España y Noruega absorbiendo unas vistas diferentes a las de Inglaterra o California.

De regreso a Yorkshire, se instaló en la casa de su madre en Bridlington, una ciudad de 30.000 habitantes a la que ha regresado por Navidad durante los últimos 30 años, cuando casi todo está oscuro. "En mis visitas me quedaba poco tiempo, pero en los últimos años el mismo paisaje que vieron mis antepasados se ha convertido en un reto, me resulta muy esti-mulante; la llegada de la primavera, un tópico clásico en la pintura, ha sido cada año distinta en las siete que he visto y cada una es más interesante que la anterior", explica el artista.

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Hockney mira con el mismo ojo inocente de su infancia el medio ambiente que le rodea. Pero ahora el artista es habilidoso, además de hablador, fumador y gesticulador, una peculiaridad poco inglesa. Se atreve con colores fuertes y tonos estridentes y hasta genera un sinfín de cromatismos verdes, el color de la naturaleza. "El verde engrandece, pero es muy difícil de tratar. No en vano, Turner lo evitaba y los abstractos no lo utilizan porque evoca paisaje", reconoce el pintor. Para la composición de El gran majoleto (2008), Hockney madrugó durante una semana para representar el majoleto en un determinado fulgor.

Una de las revelaciones de esta muestra es la dimensión de los cuadros. Madera de invierno (2009) mide más de seis metros de largo, lo cual ha provocado un desafío técnico para el autor. En la muestra hay también dibujos, retratos y proyecciones. En la primera sala, a modo de introducción, cuelgan cuatro cuadros de las estaciones del año. En la segunda empieza la cronología de su obra previa al regreso a sus frondas y arboledas y a su ADN personal y artístico. La obra más antigua data de 1956 y se titula Campos de Eccleshill, en Yorkshire, la precursora de las escenas actuales.

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Junto a los tradicionales óleos y acuarelas, el artista, de espíritu joven y aventurero, se ha adentrado en el uso de las últimas tecnologías como pocos lo hacen a su edad. El iPad o un conjunto de nueve cámaras para captar la fugacidad del tiempo son otras de las revelaciones de este creador. "El ojo no ve el tiempo, pero nueve cámaras sí y producen un efecto fabuloso; la cámara expo-ne un punto de vista que no es humano", cuenta antes de añadir que "ahora las cámaras son tan ligeras que te las puedes llevar donde quieras". La mayor sala de la Royal Academy acogerá 51 imágenes creadas con iPad que acompañarán a una de gran escala titulada La llegada de la primavera en Woldgate en 2011.

La proyección de imágenes en movimiento o la creación de otras en iPad marca una larga distancia con Claude Monet o Henri Matisse que, como Hockney, también se echaban al monte a pintar el fulgor de la naturaleza. "A mí lo que me interesa es hacer grandes cuadros. Por enormes que sean nunca abarcarán lo que representan, así que todavía me queda mucho por hacer", concluye el pintor.

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