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"Hay que desacralizar las piedras"

Miquel Barceló. Inaugura tres exposiciones en Aviñón en las que condensa todas las constantes de su producción artística

ÁLEX VICENTE

A Miquel Barceló le gustan las frutas exóticas, los africanos albinos, los ríos sinuosos y los mares cargados de crustáceos. Pero el pintor mallorquín tiene una especial debilidad por las termitas: las alimenta con pedazos de papel que deja que erosionen durante meses y que luego convierte en cuadros llenos de agujeros.

Las paredes del Palacio de los Papas, el buque monumental que convirtió a Aviñón en capital del cristianismo durante el siglo XIV, también están llenas de agujeros. Pero su autor es algo menos anónimo que esos insectos hambrientos: Pablo Picasso manejó la taladradora en 1970, pocos meses antes de su muerte, con motivo de una gran exposición en la capilla del palacio. Los franceses adoraban al pintor malagueño, pero evocaron el sacrilegio al saber que había perforado las paredes del templo.

Barceló, que sucede a su admiradísimo Picasso 40 años más tarde, ha tenido otra de sus ideas brillantes: aprovechar los mismos agujeros para colgar de manera aleatoria su producción más reciente. Barceló por los clavos de Picasso. El artista se convierte desde hoy en el invitado especial de la ciudad provenzal, que además de abrirle las puertas de la capilla le rendirá homenaje durante todo el verano a través de dos exposiciones más: una retrospectiva de su obra durante la última década en la prestigiosa Colección Lambert propiedad de su marchante en Francia y una esperada muestra de arte medieval balear seleccionada por su amiga y descubridora, Joana Maria Palou. El más internacional de los pintores españoles contemporáneos recibió ayer a Público mientras ultimaba el montaje de su exposición.

Los franceses se indignaron con Picasso cuando expuso en este palacio religioso. ¿Entendería que alguien reaccionara hoy así con su exposición?

Seguro que se oirá algo parecido a aquello. Siempre que uno expone en un sitio religioso surgen este tipo de reacciones, aunque yo no he hecho ningún agujero... porque ya había suficientes. Todas estas polémicas me parecen una estupidez. Muchos de los muros del Palacio son recientes;

fueron construidos en el siglo XIX. Diría que existe una especie de histeria por las piedras. Y yo creo que si se cayeran estas paredes no sería ningún drama. Hay que dejar de sacralizar las piedras de una forma tan extrema.

¿Qué le inspira Aviñón: respeto o ganas de ser transgresor?

Yo soy anticlerical por naturaleza, pero creo que esta vez he sido bastante respetuoso. Sí, he cubierto los obispos con máscaras, pero es sólo para que cobren más protagonismo. Nunca pienso en términos de provocación. Lo que quería era dar sentido al espacio, a la memoria de las paredes y a los agujeros. Un cuadro sólo funciona cuando todo lo que ves en él tiene sentido. Con las exposiciones sucede lo mismo: si no se quiere fracasar, hay que cuidar todos los detalles.

Sus obras se confunden con las paredes de la cripta. ¿No introducir los colores también es una muestra de respeto?

A esta capilla la quieren convertir en Disneylandia y llenarla de trastos, porque a sus responsables les parece que está demasiado vacío.

Y yo creo que precisamente es más bonito cuando no contiene nada. La piedra es magnífica. No quería eclipsarla. Por eso he trabajado sólo con yeso y cerámica, para preservar la ilusión de un material único.

¿Utilizar los agujeros significa que se inscribe en la continuidad con Picasso?

Si digo algo así parecerá un exceso de ego, así que no pienso establecer ningún paralelismo. Pero reconozco que este proyecto era especialmente excitante a causa de esta vinculación. Es un enorme honor ocupar las mismas paredes que Picasso. Fue el primer artista que admiré desde muy pequeño y ocupa un lugar preferente en mi panteón personal. Antes de Picasso, sólo tengo recuerdo de que me gustara Walt Disney. Y luego estaba toda la relación con el reino de Mallorca, que también fue siempre un poder periférico y que mantuvo relaciones estrechas con Aviñón: los reyes visitaron a los Papas. A mí siempre me ha gustado todo lo periférico. Lo periférico es mi reivindicación continua.

Representa a Ramon Llull en forma de heces de asno. ¿Elogio o insulto?

Las heces de asno están lejos de ser una ofensa. Cuando conocí a mi mujer le regalé una mierda de asno en forma de corazón y pintada de rojo, acompañada de un poema de Verlaine que empieza diciendo: 'Voici mon coeur'. Y se lo tomó bien, porque se acabó casando conmigo. Para mí, la mierda es como el Heimat de los alemanes. En África, uno camina sobre mierdas de cabra y de asno. Y lo mismo sucede en Mallorca, así que seguro que Llull se habría reconocido inmediatamente en este retrato. Lo más divertido fue que ninguna casa de transportes quería traerlo hasta aquí. Por no decir que era mierda, decían que era 'orgánico'. Yo no lo entendía, porque luego transportan sobrasada, que también lo es.

En las tres exposiciones predominan los autorretratos. ¿Se encuentra usted en todas sus obras?

Es lo que decía Flaubert: 'Madame Bovary, c'est moi'. Y en mi caso es bastante cierto. Todo lo que hago soy yo: de los cuadros de albinos africanos pintados con lejía sobre papel negro a uno de mis retratos más figurativos, el de Floquet de Neu.

¿Por qué le apasiona la condición de los albinos, ya sean simios o humanos?

Porque constituyen una metáfora del artista. Son personajes a parte, que se consideran diferentes, pero que al mismo tiempo lo pasan mal y suelenser perseguidos.

En África, los albinos lo pasan fatal porque los consideran seres poseídos por el diablo. A las chicas incluso las violan. Habrá pocos artistas que lo pasen tan mal como ellos, pero existe una ambivalencia que me interesaba.

A finales de los ochenta, su primer viaje a África provocó una transformación radical. Dice que incluso cambió físicamente. ¿Le sucede en todos los lugares donde vive y trabaja?

De África volví distinto. Fue como si me hubieran hecho un scanner integral que hubiera provocado un cambio en mi interior. No es algo tan intenso, pero en Aviñón también he cambiado. Hay que recordar que todo esto es un regreso: vine por primera vez en 2006 para montar la obra de teatro Paso doble con Josef Nadj, que fue una pieza que cambió profundamente mi manera de concebir la técnica de la cerámica. Muchas de las cosas que expongo ahora proceden de Paso doble.

¿Por qué arte contemporáneo y público masivo siguen pareciendo términos incompatibles?

Espero que no sea así. ¿Has visto la escultura del elefante haciendo acrobacias que hay en la entrada? Está todo el día rodeada de gente que se acerca. A mi exposición vendrá mucha gente, aunque soy consciente que algunos vendrán por el lugar y no por lo que se expone en él. Seguramente verán un 5% del total y se marcharán, pero no me importa.

Si la regla anterior es cierta, usted debe ser una de las pocas excepciones. En Madrid, su retrospectiva en CaixaForum acaba de cerrar tras el paso de casi 300.000 visitantes.

No sé qué debe convertir mi obra en accesible. Supongo que es sólo porque es figurativa, que siempre ayuda. Todavía espero que alguien me lo explique. En todo caso, tampoco me importa mucho. La accesibilidad no me importa demasiado, aunque cuando uno hace una exposición en general es para ser visto [risas]. Yo ya he hecho muchas exposiciones muy confidenciales, a las que no iba nadie, así que sé de lo que hablo. La primera, la que montó Joana Maria Palou en Mallorca, la vieron menos de cien personas. Los directores de cine funcionan con estos criterios, pero los artistas no. Yo nunca pregunto eso.

¿De cuál de sus obras se siente más orgulloso?

Si me lo hubieras preguntado hace unos meses, no habría sabido qué responderte. Pero hace unos días estuve en Ginebra para ver la cúpula del Palacio de Naciones de la ONU con treinta amigos. Nos encerramos en la sala, nos tumbamos en el suelo y nos pusimos a escuchar músicaafricana.

Fue un momento muy emocionante, de una gran intensidad. Me sentí muy contento y orgulloso de haber hecho una obra como esa, a pesar de lo difícil y doloroso que fue todo el proceso.

Hace muchos años que vive entre Francia, Mali y Mallorca. ¿Tuvo que salir de España para poder desarrollar su potencial?

No es eso. Como nací en Mallorca, que es una isla tan pequeña, ya tenía ganas de marcharme desde pequeño. Yo entiendo la vida como una transhumancia. La semana que viene me marcho al Himalaya para cambiar de aires después de todos estos meses de trabajo. Es una especie de necesidad personal. Y forma parte de mi sistema de trabajo.

'Cada día que no puedo pintar queriendo es una tragedia. Y cada vez que pinto, también', dijo al recibir el premio Príncipe de Asturias en 2003. ¿Lo lleva mejor?

Me sigue pasando lo mismo. Después de tantas semanas montando la exposición, me muero de ganas de volver a mi taller. Ha sido duro, difícil, complejo e intenso porque el espacio se lo comía todo. Pero tengo una extraña sensación de haber quedado muy contento.

África: en 1988, cruza el Sáhara en dirección a Mali. Cambia su existencia. Compra una casa al sur del país africano, donde congenia con la etnia dogón, de religión animista y costumbres ancestrales.

Color: amarillo limón y blanco desgastado, al que llama 'color pedo de lobo'. 'Me recuerda a las exquisitas perlas artificiales de Manacor, que son como gotas de esperma congelado', afirma Barceló.

Influencias: Picasso, Miró, Tàpies, Pollock, Dubuffet, Rothko, Fontana y Twombly, así como la pintura africana y la rupestre, las grietas y agujeros de las paredas, la materia carcomida por termitas y la sal mediterránea.LibrosLa muestra de la Colección Lambert recoge un retrato de su biblioteca: Nabokov, Conrad, Gogol, Pessoa, Kafka, Borges, Faulkner, Rimbaud o Stevenson. Escribe cuadernos donde revela que es un excelente escritor. Mantuvo una larga correspondencia con Paul Bowles. Y es íntimo del escritor parisino Patrick Modiano.

Mar: que naciera junto al Mediterráneo no es un dato superfluo en su producción artística, como demuestran una multitud de mares, peces y pulpos acrílicos. En la muestra, combina los azules marinos con el color sin artificios de materias como el yeso y la cerámica.TexturaEl pintor ha convertido el relieve en marca de fábrica. Utiliza papel de periódico, arroz, frutos secos, algas y hasta cenizas volcánicas para dar textura a sus obras.

Tradición: inscribe su trayectoria en la continuidad con sus predecesores, incluyendo a Zurbarán, Velázquez o Goya. Bodegones y vanitas que recuerdan la proximidad de la muerte con una imagen inequívoca: una calavera.

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