Gila: sin miedo a hablar con el enemigo
Una biografía reivindica la trayectoria del humorista
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Durante los primeros años del franquismo, Miguel Gila, que combatió en filas republicanas durante la Guerra Civil, entró y salió de las cárceles a menudo. En Carabanchel, Gila coincidió con Miguel Hernández; y conocer al autor de Las nanas de la cebolla influyó mucho en el corte de sus propios poemas. Sí, el humorista con aspecto inocente y siempre pegado a un teléfono escribía versos, y también pintaba monigotes. "Se han apretado los silencios/ para ahogar en el no sé y el no recuerdo/una derrota que aún palpita/en la profunda y oscura cobardía de los miedos", así arranca Derrota, una de las composiciones poéticas incluidas en Miguel Gila, vida y obra de un genio, una completa y entrañable biografía escrita por Juan Carlos Ortega y Marc Lobato, y editada por Libros del Silencio.
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El volumen, con prólogo de Forges y un CD con los monólogos más célebres de Gila, incluye bastante material inédito como obras de teatro y algunos números que no llegó a representar. Pero sobre todo, lo que presenta este libro es un retrato exhaustivo de un hombre que supo arrancar carcajadas hablando de la guerra, del hambre, y la opresión. Aunque si bien, no de una manera explícita, Gila defendió hasta el final unas ideas progresistas y de izquierdas. Para ilustrar el tono naïf y un poco surrealista de sus monólogos sirve este fragmento sobre su nacimiento: "Yo tenía que nacer en invierno, pero como éramos pobres y no teníamos calefacción, me esperé a nacer en mayo. Nací sorpresivamente. Mi madre había salido a pedir perejil a una vecina, así que nací solo y bajé a decírselo a la portera".
Como apunta Miguel Gila, vida y obra de un genio, el trabajo de este humorista ha influido en las generaciones posteriores, quizás, porque su humor nacía de las entrañas, "dejando entrever los horrores que no nos atrevemos a contar abiertamente".