El poeta Luis García Montero ha defendido hoy 'una idea honesta del éxito', que sea fruto del desarrollo de una vocación y del compromiso con la sociedad y no de 'acumular dinero y poder sin escrúpulos'.
'Vivimos en una sociedad en la que el éxito supone la acumulación inmediata de dinero. Podemos enterrar como padre de la patria a alguien que ha estafado desde un banco y ha dejado en la precariedad y en la pobreza a miles y miles de desahuciados', decía hoy García Montero en el diálogo que mantuvo con el cantante Miguel Ríos en la iglesia de San Juan de los Caballeros, llena por completo.
Este acto forma parte del Hay Festival de Segovia, que hoy vive su última jornada tras cuatro días de intensos debates protagonizados por escritores procedentes de diferentes países.
El encuentro entre García Montero y Miguel Ríos tenía por objeto hablar de los libros que cada uno ha publicado recientemente: la novela Alguien dice tu nombre (Alfaguara), del poeta granadino, y el libro de memorias Cosas que siempre quise contarte (Planeta), del cantante de rock.
Y cada uno habló del libro del otro en un diálogo que estuvo salpicado de anécdotas y que hizo reír al público asistente.
Poeta y novelista, García Montero leyó con mucha atención las memorias de Ríos, entre otras razones porque el protagonista de Alguien dice tu nombre nació en 1944, el mismo año en que lo hizo el cantante.
Pronto vio que en esas memorias, además de datos y testimonios, hay 'verdadera capacidad literaria'. El 'yo' de Miguel Ríos se convierte en personaje literario y el libro 'en algo habitable'.
'La literatura es hospitalaria. Descubrimos nuestro propio rostro y nuestras propias emociones cuando vemos, en los avatares y sentimientos de los protagonistas, nuestros propias experiencias y sentimientos', señalaba el poeta.
Y ese personaje literario refleja a un joven que nace en Granada en los años cuarenta, 'que conoce una España muy difícil, que acaba de salir de una guerra civil y que soporta el espectáculo de una guerra mundial; que se forma en una ciudad provinciana poco dada a la libertad y a las quimeras', y ese joven, de pronto, 'marca su destino persiguiendo con honestidad su vocación', añadía García.
'Este oficio se relaciona con la propia vida, con tu voluntad de compromiso con la sociedad'
El autor de Un invierno propio o La intimidad de la serpiente defendió la importancia de la vocación, como 'ese oficio que se relaciona con la propia vida, algo que tiene que ver con la idea de tu propio destino, con tu voluntad de compromiso con la sociedad'.
Miguel Ríos sintió desde muy joven la vocación por la música, que lo llevó 'a apostar por dejar su ciudad y su familia para abrirse camino en Madrid hasta convertirse en uno de los máximos responsables de que el rock forme parte de la educación sentimental de muchos españoles, tanto como el flamenco o la canción de autor', afirmaba el escritor.
Y la trayectoria del cantante granadino es también una prueba de que el éxito no tiene por qué consistir en 'acumular dinero y poder sin escrúpulos', sino en 'la vocación realizada', aseguraba García Montero.
La vida de Miguel Ríos cambió por completo cuando adaptó el 'Himno a la alegría' de la novena sinfonía de Beethoven. Un compositor, contaba hoy, que él sólo conocía de la canción de los Beatles 'Roll over Beethoven'.
Pero cuando oyó el cuarto movimiento de 'la novena' le pareció 'increíble' y encontró fuerzas para adaptarlo. 'El éxito del 'Himno a la alegría' fue una especie de lotería' que lo llevó a viajar por todo el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, visitó 'ocho ciudades en cinco días sin saber hablar inglés', rememoraba Ríos, que derrocha simpatía al hablar.
'El éxito del 'Himno a la alegría' fue una especie de lotería'La última novela de Luis García Montero está ambientada en la Granada de 1963 y es una obra de iniciación en el amor y en el compromiso.
La Granada que refleja la novela la conoce muy bien Miguel Ríos porque él vivió en esa 'ciudad hostil donde el franquismo se había instalado con una especie de manta de silencio, sofoco y miedo', recordaba el cantante, antes de recordar una frase que le decían mucho en su casa:
'Niño, no cuentes nada por ahí'. 'Era una época de muchos miedos', afirmaba Ríos.
El cantante guarda en su memoria anécdotas para dar y tomar, y una de las que contó hoy puede servir de ejemplo.
En 1964, Manuel Fraga, por entonces ministro de Información y Turismo, inauguró el Palacio de Congresos de Madrid y la estrella era Lola Flores.
Miguel Ríos cerraba el festival junto con otros músicos yeyé. Y cuando empezó a cantar Popotitos, Fraga se levantó y, con él, 'tres o cuatro filas del teatro'. El cantante granadino creyó que hasta ahí había llegado su carrera.
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