Fernando Sánchez Dragó: de las "lolitas" japonesas a los 'ramones' de Vox
La biografía del controvertido escritor ha estado alimentada por la polémica: sexo, drogas, franquismo, ultraderecha…
Madrid-Actualizado a
Del Partido Comunista a Vox, la carrera desenfrenada de Fernando Sánchez Dragó es sinuosa, contradictoria, polémica e inabarcable. Una vida de bandazos ideológicos, soflamas incendiarias y apologías controvertidas, desde el consumo de drogas hasta el sexo con menores. Un personaje impar construido por una persona poliédrica a partir de los cimientos de la erudición y la egolatría.
Su última misión es conocida: aupar a Vox al poder como uno de sus referentes intelectuales, aunque algunos pasajes de su biografía chocan frontalmente con el programa del partido ultraderechista. La idea de presentar a Ramón Tamames candidato de la moción de censura contra Pedro Sánchez fue suya. El escritor conocía al economista de sus tiempos de oposición a la dictadura, cuando ambos fueron detenidos y se enrolaron en el PCE.
Luego abjuró de las siglas y matizó que solo era antifranquista, aunque se sirvió del Partido como instrumento para oponerse al régimen. A lo largo de sus 86 años, se definió como un "conservador anarquista" o como un liberal, aunque el término se le queda corto, de la misma manera que sus tics reaccionarios no se ciñen solo al apoyo a la formación de Santiago Abascal, a la que patrocinó, según él, por la misma razón que flirteó con el PCE: llevar la contraria.
Sánchez Dragó, de Aznar a Abascal
No cabe duda de que, hasta su muerte por un infarto, Sánchez Dragó ha sido un heterodoxo, aunque su actitud discrepante lo llevó a atravesar terrenos pantanosos. Sus aventuras políticas, en comparación con sus experiencias sexuales, parecen un cuento. Así, en las elecciones generales de 1993 pidió el voto para José María Aznar porque tocaba "arrimar el hombro y mojarse", aunque siempre se ha escorado hacia el mismo lado: Sarah Palin, Berlusconi, Trump y, por supuesto, Esperanza Aguirre.
Sorprende su labor propagandística cuando él siempre había rechazado el sufragio universal ("Deben votar solo los ciudadanos, no los súbditos") y el igualitarismo ("Los ricos, por su laboriosidad, perspicacia y espíritu de iniciativa, merecen un premio; los pobres, un castigo fiscal, ligero, para que espabilen"), al tiempo que defendía lo que él consideraba el "gobierno de los mejores", lo que lo llevó a declararse aristócrata: "No soy demócrata".
Criticó lo público, pero se aferró a los puestos que le otorgaron los Gobiernos de Eduardo Zaplana y Esperanza Aguirre. Pese a su ingente obra literaria, la popularidad le llegó gracias a su presencia en TVE, primero como presentador de El mundo por montera, cuando Arrabal se emborrachó con el milenarismo, y luego del programa literario Negro sobre blanco. Entonces fue rescatado por Telemadrid, donde presentó Las Noches Blancas y hasta un informativo, previo paso por El Faro de Alejandría, de Canal Nou, cuyo millonario presupuesto fue duramente criticado.
Elogio del franquismo
Nacido en Madrid en 1936 en el seno de una familia de periodistas, siempre pensó que a su padre, Fernando Sánchez Monreal, lo habían matado los republicanos, hasta que descubrió que había muerto a manos de los nacionales, como reflejó en el libro Muertes paralelas. Sin embargo, repudió la memoria histórica y se manifestó a favor de la dictadura, cuando España era "un país abierto, alegre, divertido y más libre, en lo menudo, que el de ahora". Incluso mantuvo contactos con Falange Auténtica, aunque no compartía su "excesivo progresismo".
Premio Nacional de Ensayo, Premio Planeta y reciente Premio Castilla y León de las Letras —otorgado por la Consejería de Cultura, en manos de Vox—, Sánchez Dragó apoyó el brexit, aunque años atrás, cuando España entró en la Unión Europea, ya había enviado un telegrama al Ministerio de Justicia solicitando, "ante la infamia y el delito de alta traición cometido", el estatuto de apátrida. Contrario al feminismo, al multiculturalismo y al puritanismo, encarnado en la corrección política, sus discutidas posiciones abrazaban desde la tauromaquia hasta el orientalismo espiritual.
Sánchez Dragó y el sexo
Padre de cuatro hijos con otras tantas mujeres, su última pareja tenía casi sesenta años menos que él. Siempre se jactó de salir con jóvenes, aunque en 2010 tuvo que salir al paso de los turbios pasajes relatados en el libro Dios los cría... y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción… Sánchez Dragó, quien presumía de participar en orgías y de las bondades de los fármacos para la disfunción eréctil, aseguraba entonces que había tenido relaciones en Tokio con dos niñas de "unos trece años".
Luego matizó que había sido un ejercicio literario, aunque las descripciones eran detalladas: "No eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rímel, tacones, minifalda [...]. Las muy putas se pusieron a turnarse [...]. No hay nada como la piel tersa, los pechitos como capullos, el chochito rosáceo". Antes, el autor de Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España había dejado claro que no podía ser juzgado porque los hechos habían prescrito.
No era la primera vez, ni sería la última, que aludía a sus encuentros sexuales de toda índole, calificando a "las criadas de mi familia" como una "válvula de escape maravillosa" y, en general, a las empleadas del hogar como "mujeres fundamentales en la educación sexual de los españoles", a las que sumaba "las putas, que fueron una gran ayuda para muchos hombres de la época", y a "esas chicas maravillosas del barrio de Salamanca que se dejaban ver por la facultad para cazar marido" y que "siempre te decían que no a la penetración, pero te abrían la puerta de atrás".
Nostálgico del régimen, para el autor de la biografía Santiago Abascal. La España vertebrada, "¡el franquismo era Sodoma y Gomorra!".
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