Eva McBel, de repartidora de Telepizza a sonar en 'Élite'
Esta joven cantante, con una voz única y particular, aspira a introducirse en el panorama pop de España.
Jose Carmona
Tiene un timbre que es un susurro pero inunda los auriculares. Un canto torturado que retumba en alguno de esos resquicios aún por descifrar del alma. Eva McBel (Zaragoza, 1999) tiene solo 23 años y es un talento que se dará la razón con el tiempo. Pese a su juventud, ya gana posiciones dentro de la industria musical y ya percibe cada semestre derechos de autor por canciones que suenan en series de todas las plataformas.
"He crecido en asambleas y he aprendido a escuchar a gente con la que no estás de acuerdo. Muchos días, mi madre me recogía del cole e íbamos a manifestaciones y ella me explicaba por qué se producían", cuenta a Público. La joven cantante estudiaba Trabajo Social en Zaragoza pero terminó con sus huesos en Madrid bajo esa manida promesa de probar suerte. Tras clases particulares y un trabajo como repartidora de Telepizza, incluida una caída en moto durante la nevada de Filomena, la música se ha abierto camino y sus canciones han aparecido en Élite, de Netflix o en Por H o por B, de HBO.
"No he hecho todavía canciones sociales porque no he encontrado las palabras, pero ocurrirá"
Fue en esos ambientes reivindicativos donde descubrió que tal vez la música podía ser algo más que un entretenimiento: "Cantaba en las reuniones y asambleas a las que me llevaba mi madre. Fiesta para recaudar dinero para no se qué causa... Y yo subía a cantar alguna canción. Ahí, con 14 años, me di cuenta de que quería cantar", asevera.
Ese activismo que mamó desde pequeña aún no se refleja en sus composiciones. "No he hecho todavía canciones sociales porque no he encontrado las palabras, pero ocurrirá, por ahora Saint es la canción que más se puede parecer a eso, es una crítica a los que van de santos y luego son unos hipócritas", advierte.
Eva McBel ha parido ya su primer álbum, I'm glad you happened, producido por Bellatransa —mismo equipo que ha producido los discos de otras artistas como Ede o María Yfeu— y cocinado durante nueve meses. "Mando a los productores un texto sobre qué significa cada canción para mí y les mando un gráfico sobre cómo debe ser la intensidad de la canción en cada momento". La minuciosidad del proyecto reflejado en un garabato que traza durante la entrevista para ejemplificar esos bocetos indicativos que enviaba a sus productores.
La franja negra sería la canción y el surco amarillo los vaivenes emocionales y sonoros que alberga, según su propia compositora. De este modo, los productores, como unos alquimistas, dirimían en función de estas aspiraciones compositivas. Una producción que en muchas ocasiones ponía el foco en hacer que la voz de Eva brillara.
La vocalista siempre ha tenido referentes que despuntaban por la fuerza de sus gargantas: "Cuando aprendí a cantar, Amy Winehouse me gustaba muchísimo. También Adele, Etta James... personas que cantan como si fueran predicadores. Ese poder me encanta. Si yo hubiese nacido en EEUU y hubiese ido a misas gospel, sería la persona más creyente del mundo", bromea, ya que se siente en el polo opuesto a la religión y la fe.
— ¿Qué te motiva a la hora de escribir?
— Perdemos muchísimo tiempo mirándonos a nosotros mismos. Casi nunca me mueve, por ejemplo, el amor romántico. Aunque al final todas las canciones hablan de amor.
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