Este artículo se publicó hace 4 años.
Estremecedor y desgarrador, el espectáculo de la guerra
Waad al-Kateab grabó el día a día en un hospital de Alepo durante el asedio y, con la ayuda de Edward Watts, hizo la película 'Para Sama', uno de los documentos más dolorosos, conmovedores y fatalmente necesarios de los últimos años. Imprescindible y urgente.
Madrid-
Septiembre de 2016, tercer mes del asedio de Alepo. Dos niños de entre 5 y 10 años, lloran con una tristeza infinita y sin consuelo mientras dan besos y besos en la carita de su hermano pequeño, asesinado por las fuerzas del régimen de Bashar al-Asad. El cuerpo del niño, sucio de polvo, descansa sobre un banco en el hospital que un grupo de voluntarios construyó en la ciudad y que dirigió el joven médico Hamza al-Kateab.
"No sé si podré soportarlo", confiesa Waad al-Kateab. Lo dice unos meses después de que comenzara a documentar con su cámara el infierno de Alepo para el canal británico Channel 4 News. Hacía muy poco se había casado con su amigo Hamza, el médico y activista con el que participó en la creación del hospital. Estudiantes que se alzaron en 2011 contra el gobierno, ambos decidieron, con otro grupo de voluntarios, seguir resistiendo en la ciudad más castigada de la guerra de Siria. Allí nació su hija Sama y allí, Waad comenzó a rodar una película para ella.
Para Sama es el título de este trabajo, un relato terriblemente angustioso, una crónica que arrastra regueros de sangre, una de las representaciones más fieles del horror que se ha visto en el cine en mucho tiempo... la guerra en directo, día a día, dentro de la zona asediada de Alepo. Es uno de los documentos más dolorosos, conmovedores y fatalmente necesarios de los que han nacido en los últimos años. "Quiero que sepas que luchamos por la causa más importante. Para que tú y otros niños no tengan que pasar por lo que pasamos nosotros. Lo hicimos por ti Sama".
"Antes de enterrar a su hijo"
Nueve años de guerra, más de 250.000 muertos, un millón de heridos –la ONU estima que el número de niños muertos podría llegar a 20.000−, 5,6 millones de refugiados, 6,2 millones de desplazados internos, 13 millones de sirios necesitan hoy ayuda humanitaria urgente según ACNUR... Números que adquieren su exacta y escalofriante dimensión después de ver la película de Waad al-Kateab, codirigida junto a Edward Watts. Para Sama aniquila el efecto anestesia que vive Occidente ante los conflictos árabes.
"Que lo vean todos los políticos europeos", dice alguien al comienzo de la película. Sí, que lo vean. Que compartan una hora y media de muerte y de insondable dolor, que les haga daño también a ellos, que les provoque un llanto amargo y culpable, que les atormente su inacción y su desprecio, y que tengan pesadillas imaginando que serán son sus propios hijos los que vivirán esta atrocidad. Que acompañen a Waad y Hamza por pasillos pegajosos de sangre, que aparten con sus propias manos a madres enloquecidas ante sus bebés muertos, que sean testigos de la inmensísima pena con que un niño de seis o siete años explica aterrado a los médicos que todos en su familia han muerto. Que comprendan las durísimas palabras de Waad, cuando casi rendida, admite: "Odio decirlo, pero envidio a la madre de este niño (un bebé muerto), al menos murió antes de tener que enterrar a su hijo".
"Volvería a hacer exactamente lo mismo"
Para Sama obliga a actuar. La película es la historia de las víctimas narrada desde la intimidad y desde el amor, inigualable en su verdad, tan monstruosa como la guerra y tan magnífica como sus protagonistas. La comunidad del cine lo ha reconocido con los premios más importantes del mundo: BAFTA, Premio del Cine Europeo, British Independent Film Award, National Board of Review... y con un apoyo incondicional. Críticos y especialistas de todos los rincones del planeta se han rendido ante ella y convienen en la frivolidad intolerante que sería detenerse a estudiar los recursos técnicos o artísticos de una película tan sorprendentemente humana.
"Ha sido un honor y un privilegio dirigir esta película con Waad al-Kateab", ha dicho Edward Watts, el codirector, un cineasta que ha cubierto desde los crímenes de guerra en el Congo hasta el trato que reciben los aproximadamente 4 millones de mujeres que viven bajo el gobierno del Estado Islámico (Escape from ISIS, 2015). Con él, Waad al-Kateab ha mostrado al mundo por qué y de dónde huyen millones de personas que hoy necesitan ayuda urgente. El 80% de los refugiados sirios se encuentra en situación de extrema pobreza.
Waad, Hamza y Sama, con el resto de voluntarios y vecinos del barrio de Alepo donde abrieron su segundo hospital –después de que bombardearan el primero- salieron de Alepo con la evacuación negociada por la ONU con el régimen de Al-Asad. "Sabemos que es nuestra única oportunidad de sobrevivir. Pero también significa que nuestro sacrificio ha sido en vano". Hoy viven y trabajan en Londres y ya son cuatro en la familia. Y Waad al-Kateab pide perdón a su hija Sama: "Por la vida a la que te he traído, ¿podrás perdonarme?" pero se mantiene firme, resiste. "Si pudiera volver atrás volvería a hacer exactamente lo mismo, incluso si no me recupero del trauma".
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