MADRID
Actualizado:La idea es sencilla. Insultantemente sencilla. Había que convencer al mismísimo Adolf Hitler de que el desembarco de las fuerzas aliadas en Normandía durante la II Guerra Mundial sólo sería una maniobra de distracción. Que el verdadero desembarco, el que traería a suelo europeo al grueso de las tropas estadounidenses, se iba a producir realmente en el paso de Calais, en la retaguardia de las tropas alemanas. Solo así las tropas aliadas sobrevivirían al desembarco. Sólo así tendrían el tiempo suficiente para asegurar sus posiciones. Sólo así la II Guerra Mundial comenzaría a inclinarse del lado de los aliados.
El plan funcionó y un espía catalán fue fundamental para engañar al dictador nazi. Se trata de Joan Pujol. Conocido por el nombre de Arabel por los nazis y por el de Garbo por los británicos. Era un espía doble. Y sus informes para los alemanes habían sido cruciales. Él había informado de los movimientos de tropas en Calais. ¿Por qué iba a mentir esta vez? ¿Por qué no creerle? Los nazis ya conocían que había movimientos de tropas en Normandía, pero esperaban al verdadero desembarco. El que había anunciado Arabel.
Había que convencer a Hitler de que el desembarco de los aliados en Normandía durante la II Guerra Mundial sólo sería una maniobra de distracción
La historia de este engaño de Pujol, y otros tantos, es el que centra la novela gráfica Garbo, el espía catalán que engañó a Hitler (Trilita Ediciones) del dibujante y contador de historias Lluís Juste de Nin. La obra fue presentada ayer, por el lunes, en el Centro Cultural Blanquerna y contó con la presencia del propio autor, del delegado de la Generalitat de Catalunya en Madrid, Ferran Mascarell, y del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias.
"La imbecilidad de los alemanes en el caso de Garbo es superlativa. Este hombre consiguió inventarse una red de agentes en todo el Reino Unido que no existía. Estaba él solo y consiguió engañar a los alemanes. Creo que tras Churchill y Roosevelt es la persona más importante en el éxito de Normandia", señaló Juste de Nin.
Sin embargo, con el tándem Iglesias y Generalitat de Catalunya en el terreno de juego, la presentación dio rápidamente un giro hacia una opción que poco tenía que ver con Garbo (o sí): la construcción de las naciones y la importancia de los mitos y la memoria histórica en la identidad nacional de los pueblos. Así, Iglesias habló de la importancia de ganar el relato, también el histórico, para poder proyectar en el presente y en el futuro una España muy diferente a la actual y que se asemeje más a la verdadera historia de lucha de los pueblos del Estado.
"Tenemos que recuperar los mitos que reivindiquen el carácter plurinacional del país", señaló el líder de Podemos, que apuntó que los "mitos" nacionales "han sido secuestrados" de tal manera que parece que la idea de España tenga que discurrir por una linealidad que va desde Don Pelayo a Esperanza Aguirre. Para apoyar esta argumentación recurrió al regenerador del '98 Joaquín Costa y a sus llamadas a una revolución que de ninguna manera se produciría en el Parlamento ya que éstos solo sirven para consagrar las revoluciones en el momento posterior y nunca para hacerlas. "Una revolución se hace revolucionariamente o no se hace", dejó escrito Costa. "Si esto lo llega a tuitear, quizá se enfrentaría a la Audiencia Nacional", bromeó (o no) Iglesias.
"Tenemos que recuperar los mitos que reivindiquen el carácter plurinacional del país", señaló el líder de Podemos
Pero no sólo a él. También recurrió a Benito Pérez Galdós y recordó que el escritor fue el primero en hablar de "casta política" en España y en anunciar que esa "casta" se dividiría en dos partidos que no moverían ni un dedo por la mayoría social ni por solucionar los verdaderos problemas del país. Y como las ocasiones las pintas calvas, Iglesias aprovechó para citar a Sagasta y a Cánovas del Castillo, presidentes del Gobierno durante la Restauración, y recientemente citados por el Partido Popular como ejemplos del buen hacer parlamentario en confrontación con el presunto mal hacer del líder de Podemos.
"Cánovas fue el que dejó dicho que todos los negros que se conocen en Madagascar, Congo o Cuba son perezosos, salvajes, inclinados a obrar mal, por lo que había que manejarlos con firmeza para obtener algo de ello", señaló Iglesias, que utilizó los contrastes entre Costa y los expresidentes para ver qué memoria histórica queremos proyectar sobre nuestro presente y futuro.
¿Pero qué pinta Iglesias en la presentación de este libro? La historia es curiosa. El presidente Puigdemont se reunió con Pablo Iglesias en abril de 2016 y le regaló la novela gráfica Andreu Nin, también del autor Juste de Nin. Iglesias la leyó y a partir de ahí comenzó una relación con el ilustrador y autor de ambas obras que ayer le llevó a participar en la presentación de su libro.
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