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Entrevista al director Víctor Gaviria Víctor Gaviria: “El hombre va a intentar impedir la liberación total de la mujer”

El cineasta colombiano denuncia en 'La mujer del animal' el salvaje maltrato machista, señala con el dedo a una sociedad cómplice que silencia la violencia y advierte: “Todos los hombres tenemos tendencia a ser maltratadores”.

'La mujer del animal' es la úlitma película dirigida por el cineasta colombiano Víctor Gaviria

Víctor Gaviria lleva decenios cargando en algunos círculos con el sambenito de ‘explotador de la miseria humana para sus fines artísticos’. El desenlace vital de la mayoría de los actores de la demoledora, y al mismo tiempo, hermosa La vendedora de rosas –muertos o condenados a prisión-, avivó estas acusaciones.
Veinte años después de aquello, el cineasta colombiano, uno de los más respetados internacionalmente, se ha tropezado inesperadamente con otro hueso muy duro de roer, el de los cómplices del maltrato machista. ‘La mujer del animal’, su nueva película, ganadora del Premio a la Mejor Dirección y al Mejor Montaje en Málaga, ha sido la fuente de la discordia.

Ambientada en un barrio marginal de Medellín y protagonizada de nuevo por actores no profesionales, es la historia de una joven que huye de su padre y busca refugio en casa de su hermana. Allí, Libardo, al que todos llaman ‘el animal’, la rapta y la obliga a vivir con él. Hambre, violaciones, palizas… mientras toda la comunidad abandona a la mujer a esta violencia permanente.

'La mujer del animal' es la úlitma película dirigida por el cineasta colombiano Víctor Gaviria

'La mujer del animal' es la úlitma película dirigida por el cineasta colombiano Víctor Gaviria

Usted busca sus historias en la realidad, ¿cuál marcó el principio de 'La mujer del animal'?

Estaba buscando testimonios sobre un justiciero, una banda que mataba a bandidos porque estaban hartos de tanta crueldad. A medida que iba trabajando me di cuenta de que eso iba a dar categoría de héroe a un paramilitar. Pero, sobre todo, quedé con una mujer para hablar de ello, era Margarita Gómez, la llamaban ‘la mujer del animal’, que definió a aquel hombre, que era su marido, como un asesino, un violador, un matón… Y ese testimonio abortó completamente la otra historia.

¿Ella le contó su caso, el maltrato recibido?

Sí. Me contó una experiencia que era extrema. Él la raptó, la obligó a estar con él, la convirtió en su mujer. Fueron siete años de rencor y de maltrato, sin que nunca hubiera entre ellos una relación.

A partir de ahí, ¿buscó testimonios de más mujeres?

Sí, siempre de mujeres humildes, aunque sé que esto se da en todas las clases sociales. Eran experiencias similares, mujeres violadas, convertidas en esclavas, algunas asesinadas… Para mí estaba claro que había que hacer esta historia.

Desgraciadamente, todo el mundo sabe que existen estos casos y no sería la primera película sobre maltrato machista, ¿qué pensaba que podía aportar nuevo?

Lo que quería era poner especial atención en los otros. Margarita Gómez me dijo que una de las cosas que más le dolían era que nadie la ayudara. En estos casos siempre hay testigos. No hay que ocultarlo, hay que hacer lo contrario. Cuando habló conmigo, fue la primera vez en 30 años que se atrevió a contarlo. Me dijo que cuando sus cuñadas y su hermana lo supieron, le decían que estaban sorprendidas, que no la creían.

Ese silencio de los otros agrava mucho el problema…

Hasta el punto de que hoy son historias normalizadas. El tejido familiar, en su caso, ocultaba lo que pasaba. Pero, con el tiempo, la hermana del ‘animal’, Blanca, me reconoció que su hermano era muy malo y que a ella la había violado con once años. Con esta película el ‘animal’ está públicamente denunciado. La pregunta es ¿por qué no hacemos nada? Es una confusa vergüenza.

La complicidad se excusa muchas veces en el miedo, ¿es suficiente justificación?

La gente siempre sabe qué está pasando. Y sí, esa complicidad nace del miedo, no hablar es una forma de supervivencia. Pero, efectivamente, lo que hace el miedo es normalizar el asesinato. El miedo, por otro lado, sirve para esconder un pacto entre los hombres de apoyo a esos ‘animales’. Es un apoyo a los extremos de autoridad y violencia.

'La mujer del animal' es la úlitma película dirigida por el cineasta colombiano Víctor Gaviria

'La mujer del animal' es la úlitma película dirigida por el cineasta colombiano Víctor Gaviria

Pero ¿no cree en la posibilidad de que la gente no sepa lo que está pasando?

No. A lo mejor no se sabe de una manera consciente, pero es que hay que saber leer mejor los signos. ¡Yo mismo! Cuando estaba preparando la película, un día llamé a mi hermana, que vive en EE.UU. y le conté el proyecto en el que estaba. Entonces ella me dijo que esa era su propia historia. Que su marido la había obligado a casarse con él y que yo le estaba contando una cosa que le había pasado a ella. ¿Pero no os dabais cuenta? Me preguntó. ¡La historia había ocurrido dentro de mi propia familia! Y ¿no lo habíamos visto? Ella consiguió separarse y por eso se fue a EE.UU.

Usted hace cine con un equipo muy cercano en lo personal y en lo intelectual, ¿todos sentían la misma necesidad de contar esta historia?

No, de hecho, tuvimos varias discusiones. Yo hago cine, como dices, con un grupo de amigos que me acompaña, pero cuando les conté la historia de Margarita y de otras mujeres, los hombres no me creyeron. Y me preguntaron por qué creía yo a esas mujeres. Yo tenía que creer a Margarita porque sabía que era una historia verdadera y que ese tipo no tenía sentido de la humanidad.

La crítica en Colombia, como en muchos sitios, la hacen sobre todo hombres, ¿les ha pasado como a sus compañeros de equipo?

En Colombia, con esta película se me ha criticado por ser muy parcial y, según los críticos hombres, por falta de verosimilitud y por caer en el estereotipo. Ha habido artículos de mujeres alabando la película. Los hombres se están encubriendo unos a otros en todo el mundo. Este ‘animal’ existe en todas partes.

Sí, pero no son todos los hombres…

Todos, todos los hombres tienen la idea, en su esencia más profunda, de que la mujer es un foco de traición, de dolor y de desengaño. En Colombia, el relato de liberación de la mujer, que va lento, ha sido celebrado por todos, mujeres y hombres, pero los hombres lo han celebrado sin saber hasta dónde podía llegar. En realidad, el hombre no está de acuerdo con que la mujer se libere totalmente. Y la reacción a esa liberación por parte de los hombres son todos esos feminicidios. El hombre se ha acomodado en esta cultura patriarcal y ahora que la mujer le cuestiona ese privilegio, no lo va a permitir, no quiere competir. Va a intentar impedir la liberación total de la mujer. La consecuencia es una radicalización del maltrato. Cada vez hay más escenas profundas de maltrato que hay que parar.

Me cuesta creer que usted mismo sienta que en su interior hay un ‘animal’…

Todos los hombres tenemos tendencia a ser como ‘animal’, maltratadores. Lo que un hombre tiene que hacer es que ese ‘animal’ decline toda su pretensión de poder. Creo, además, que todas las mujeres han conocido a ese ‘animal’, en uno u otro grado, y lo han escondido casi siempre por vergüenza. A la violencia del maltrato se llega como en una escalera. Primero viene la suspicacia, la vigilancia, los celos… y poco a poco llega el control y el aislamiento, hasta convertir la vida de la mujer en un pequeño campo de concentración. En las relaciones en que la mujer no lo permite y se va, deja detrás a un hombre frustrado que solo muestra rasgos insignificantes al menos en apariencia, pero que se pueden volver violencia.

¿Una película como la suya sirve para atacar el problema?

Creo que es importante que los jóvenes vean películas así, porque si no, no van a poder tener al amor como un lugar de libertad ni de sexualidad sana. Muchas actrices me han llegado a contar que su belleza las había condenado al maltrato. Las mujeres saben leer en los hombres, pero los hombres no saben leer en la mujer.

¿Qué quiere decir?

El hombre lee en un escote, en unos gestos, su propio deseo. Cree siempre que la mujer le está seduciendo y entonces la usa o la castiga. Los hombres creen que las mujeres leen su deseo. Pero el deseo debe ser un diálogo consensuado, dos conciencias y dos cuerpos de acuerdo, haciendo la misma lectura del erotismo. La vida es un texto de libertad, no un texto para que sea interpretado solo por los hombres.

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