'Dilo alto y fuerte' da voz al rap rebelde y de denuncia de la juventud marroquí
El cineasta Nabil Ayouch, una de las voces del cine social marroquí, muestra las preocupaciones e inquietudes de los jóvenes de su país y reivindica el rap como arma de expresión y de cultura frente a las tradiciones opresoras de la sociedad.
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MADRID,
Hamada Ben Amor, conocido por el seudónimo de El General, se jugó la vida cantando al dictador tunecino Ben Ali: "Señor presidente, su gente se está muriendo". Él pasó por la cárcel, pero su Rais Lebled ya se había convertido en el himno de la Primavera Árabe. En aquellos últimos días de 2010 el rap era un arma contra la opresión, un altavoz de la insatisfacción y la denuncia de miles de jóvenes del norte de África que luego ha seguido creciendo con su descontento.
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"El hiphop lleva esperándonos mucho tiempo", canta una joven marroquí en la nueva película de Nabil Ayouch, Dilo alto y fuerte, retrato de la juventud del país, que intenta expresarse libremente, aliviar el peso de las tradiciones y 'negociar' la forma de convivir con las costumbres más conservadoras de la familia, la religión y la política.
Cine social marroquí
Estrenada en el Festival de Cannes, la película confirma al cineasta como una de las voces del cine social marroquí, en el que ya ha dejado otras historias sobre niños de la calle, yihadismo o prostitución (Much loved fue premiada en el certamen francés y prohibida en su país). Este nuevo trabajo podría verse como continuación de su anterior, Razzia, denuncia del fanatismo, la injusticia y la reivindicación de una aún inexistente libertad de expresión.
Creador de la Fundación Ali Zaoua, el cineasta ha abierto a través de ella unos cuantos centros culturales en Marruecos con la intención de ayudar a los jóvenes a aprender "la libertad de contarse y de escuchar a los otros". En el centro de Sidi Moumen, en un barrio a las afueras de Casablanca, conoció a Anas, un joven rapero que les ofreció impartir el programa La escuela positiva del hiphop. Después de observar el trabajo que se hizo durante un año, Ayouch descubrió que "estos estudiantes tenían talento y ponían palabras muy acertadas sobre lo que vivían diariamente, sobre la sociedad y el país".
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Musical y política
"Comprendí sus deseos, sus frustraciones, sus dudas, sus sueños. Gracias al rap, estas chicas y chicos sintieron que por fin estaban siendo escuchados", recuerda Nabil Ayouch, que decidió rodar con estos estudiantes y con Anas, como profesor, la historia de Dilo alto y fuerte. Así, transitando un camino en el que los límites entre la ficción y lo documental son premeditadamente tenues, el cineasta hace una defensa de la enseñanza en las aulas, en comunidad, -"nada reemplaza ese contacto"-, del trabajo que se necesita en la creación y, sobre todo, de la juventud marroquí, "de la que todavía se tiene una imagen algo anticuada".
Musical, social y política, la nueva película de este cineasta da voz de una forma especial a las mujeres de esta escuela de rap –rapera marroquí, como yo, pocas aquí"-, jóvenes que, mucho más allá de las imposiciones de la religión, se enfrentan a un machismo extremo y poderosamente anclado en la sociedad el país. "Siempre he estado involucrado en las luchas feministas en este país y ahora encuentro extraordinarias a estas jóvenes que rapean, que hablan de sus cuerpos, de la forma en que los hombres las miran, del peso de los hermanos mayores que quieren esclavizarlas. Sus problemas son muy fuertes y quiero que se las escuche", escribe el director en sus notas de dirección.
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Celebrar la voz de los jóvenes
La película revela a una generación de jóvenes magrebíes comprometida y luchadora, que quiere expresarse y quiere ser escuchada, y que se defiende como puede de una gran parte de la población, en muchas ocasiones sus propias familias, que vive condicionada por la religión y trabaja activamente para silenciarles. "Era importante para mí mostrar contra qué están luchando", explicó el cineasta en una entrevista durante la proyección de la película en Cannes, donde aclaró: "Pero en lugar de mostrar algo que pudiera callarlos, creo que era más importante celebrar sus voces, para hacerlas resonar con mucha fuerza, para mostrar que la palabra resiste".
Dilo alto y fuerte no solo nació de la experiencia en el centro cultural de Sidi Moumen, sino que brotó inspirado en la propia realidad del cineasta, quien en su adolescencia, en un centro juvenil en Sarcelles (a las afueras de París), en los años ochenta, encontró la confianza necesaria para hablar a través del arte y de la cultura. "Esos lugares fueron decisivos para mí y mis amigos, nos dieron las palabras, los gestos, el espacio de confianza, por eso yo quería ofrecer a los jóvenes la misma oportunidad que tuve cuando yo era un niño. Al rodar en los centros que creamos, quiero rendir homenaje a todo lo que estos lugares me trajeron y todavía me traen hoy".