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'Desconocidos', un precioso y conmovedor diálogo con nuestros fantasmas

El cineasta Andrew Haigh hace una libre adaptación de la novela de Taichi Yamada para visitar a sus fantasmas, decir todo lo que no les dijo en el pasado y mostrar "la fragilidad de haber crecido en los 80 como un chico gay". 

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Andrew Scott es el protagonista de la película. — Disney

madrid,

"Nunca presté atención a todas esas cosas que debería haber dicho o hecho", cantaban The Pet Shop Boys (Always on My Mind) en 1987. A veces imaginamos que tenemos esa conversación, todo lo que no dijimos a nuestros padres, a alguna amiga o amigo que desapareció…

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El cineasta Andrew Haigh vuelve ahora a aquellas canciones, a esos años ochenta, a visitar a sus fantasmas. Lo hace en Desconocidos, una película hermosa, que te inunda de emoción y con la que revela "la fragilidad de haber crecido en esos años como un chico gay".

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Andrew Scott y Paul Mescal, en unas interpretaciones conmovedoras, son los protagonistas de la película, una adaptación libre de la novela Strangers, del escritor japonés Taichi Yamada, en la que Haigh deja de lado los elementos sobrenaturales del libro para retratar un precioso diálogo con los muertos.

Ganadora de siete premios en los 26 British Independent Films Awards -película británica independiente, dirección, guion, interpretación secundaria, fotografía, montaje, supervisión musical-, Desconocidos presenta a un guionista, Adam, que vive en una torre de Londres, un edificio prácticamente vacío, donde conecta con un vecino, Harry. Su relación avanza en paralelo al viaje que hace el personaje principal al hogar de su infancia, donde sus padres parecen estar vivos, tal y como estaban el día de su muerte, y ahora tienen la misma edad que él.

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Analizar el pasado

"Todos pasamos por la vida sin hablar de cosas que son importantes realmente", ha dicho el cineasta, que quería mostrar a un hombre que nunca tuvo la oportunidad de decir a su familia que era homosexual.

Adam arrastra el doble trauma de la pérdida muy temprana de sus padres, muertos en un accidente cuando era un adolescente, y el de haber sido un joven gay en los ochenta. "Desea con todas sus fuerzas volver a ver a sus padres, que sepan quién es".

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Jamie Bell, interpreta al personaje del padre. — Disney

"Puede que sean esos dos traumas, estrechamente entrelazados, lo que le impide encontrar la paz", dice el cineasta en las notas de producción de la película, en las que reconoce que "quería analizar mi propio pasado como lo hace Adam en la película. Estaba interesado en explorar las complejidades del amor familiar y romántico, pero también la singular experiencia de una generación específica de personas homosexuales que crecieron en los años 80. Quería alejarme de la tradicional historia de fantasmas de la novela y encontrar algo más psicológico, casi metafísico".

Amor romántico

Con Jamie Bell y Claire Foy en los papeles de los padres, la película es una parábola sobre el dolor y el trauma, la soledad y el amor, en la que Andrew Haigh establece un vínculo entre el amor romántico y el de los padres. "No se puede entender el amor romántico sin entender el amor de los padres y cómo te sentiste siendo amado cuando eras niño", dijo en una entrevista para Curzon Journal.

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"Lamento no haber entrado en tu habitación cuando llorabas", dice a Adam su padre, en una escena en la que el hombre ha comprendido que probablemente sus padres sabían, tal vez incluso antes que él mismo, "que era un niño 'diferente' ".La pregunta que obsesionó al joven toda su vida hasta hoy, ¿por qué no pudo ayudarme entonces? queda también emocionalmente aclarada en este momento de la historia.

Banda sonora de una vida

Rodada en la auténtica casa familiar del director y guionista, a las afueras de Croydon, Desconocidos enfrenta y reúne los dos mundos del personaje, el de su infancia en ese hogar y el de su vida adulta en una torre solitaria de Londres.A medida que su relación con Harry se va estrechando, su mundo crece y los personajes, juntos, salen al mundo.

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Una secuencia con el actor Paul Mescal. — Disney

La mítica Vauxhall Tavern, el templo gay más antiguo del Sur de Londres, es el espacio símbolo de ese adiós a su soledad. Allí celebran su relación Adam y Harry, en un concierto, donde la música es recorrido de vida. Música que resuena con todo su significado en esta película, que tiene banda sonora original de Emilie Levienaise-Farrouch, pero en la que también se escuchan temas de Frankie Goes To Hollywood (Haz del amor tu objetivo), Blur, The Pet Shop Boys, Fleetwood Mac (He estado solo todos los años) o del icono country Patsy Cline: "Pude ver todas las cosas buenas en la vida que nunca había tenido".

El dolor emocional vive contigo, dice la película de Andrew Haigh, pero siempre se puede seguir adelante. "Los recuerdos nos definen, definen en qué nos convertimos, nuestro carácter, tanto para bien como para mal. Me sumergí en los recuerdos de mi infancia. Fue un experimento doloroso pero catártico. Adam vuelve a ser un niño. Creo que todo el mundo puede identificarse con esa idea de querer volver atrás y volver a definir cuál es la relación con tus padres".

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