Delphine Girard denuncia desde el cine: "En los casos de abusos sexual, la justicia aún necesita víctimas perfectas"
La ópera prima 'Víctima imperfecta' revela la forma en la que la sociedad y la justicia tratan hoy los abusos sexuales y las consecuencias personales y familiares de ello. La película ganó el Premio del Público en el Festival de Venecia.
Madrid-Actualizado a
No hay víctimas perfectas, aunque la justicia y la sociedad sigan incansables exigiendo esa 'pureza' en las mujeres agredidas sexualmente. La cineasta Delphine Girard denuncia esta realidad en su ópera prima, Víctima imperfecta, en la que revela la manera en que la sociedad y la justicia tratan hoy los abusos sexuales.
Una teleoperadora de la policía recibe la llamada de auxilio de una mujer, asustada por el hombre con el que va en el coche. Al día siguiente se abre una investigación, pero la víctima solo quiere seguir con su vida como si no hubiera ocurrido nada y el agresor se niega a admitir lo ocurrido.
Premio del Público en el Festival de Venecia, en Venice Days (Giornate degli Autori), y presente en el Festival de San Sebastián, el filme está protagonizado por Veerle Baetens, Selma Alaoui y Guillaume Duhesme. En él, la cineasta explora las consecuencias personales, familiares y sociales de los abusos y el papel que la justicia juega en ello.
Una llamada real de una mujer que luego no se presentó al juicio fue el detonante de la película, ¿qué le interesó de aquella historia?
Sí, eso es lo que es especial y lo que más me movió, que todo está basado en una llamada real en la que la mujer que había llamado no se presentó a su juicio después, y cuando hacía las investigaciones querías entender por qué.
¿Qué le pasó a esa mujer para no presentarse a defenderse, a que se oyera su propia voz? Quizás esa es la idea que ha dominado todo, porque en un momento, en un instante, me dije que yo tampoco iría al juicio porque esa situación me parecía muy difícil de vivir. Y de pronto me di cuenta de que lo que se pedía a las víctimas era responder, o sea, que la justicia quiere que sean las víctimas perfectas, que se adapten a la idea dominante, eso es lo que le desencadenó todo.
¿Todavía hoy las mujeres son sospechosas, la mayoría de las mujeres son malas víctimas?
Claro, exactamente, no existe la víctima perfecta. Pero si la justicia necesita una víctima perfecta para tomar decisiones, entonces no tenemos nada que hacer.
Y ¿qué sentimientos hay en usted ante esto?
La libertad de las mujeres siempre se cuestiona desde un punto de vista de irreprochabilidad, pero tengo la esperanza de que esto empiece a evolucionar. Cuando vi Anatomía de una caída (Justine Triet, 2023), me pareció genial ver a un personaje femenino imperfecto, ambicioso, que no pide perdón.
Creo que, además, la ficción puede crear esos nuevos modelos de mujeres, que son reales y que son tan complejos como los que vemos de los hombres, con defectos y cualidades, con deseos y rechazos, en definitiva, seres humanos. Todavía las mujeres no podemos presentarnos con nuestros defectos.
La película recorre la forma en que se trata un abuso sexual en lo personal, en lo judicial y en lo social.
Sí, la intención era seguir a tres personajes y ver cómo viven ellos la noche de la agresión, las consecuencias personales y familiares en cada uno de ellos y poner en paralelo las propuestas del sistema judicial actual.
¿Cómo hizo la investigación para contar la historia?
Fui al encuentro de los personajes: comisarios, abogados, psicólogos... Asistí a juicios, conocí a víctimas, intenté ir a lugares para conocer todas las posibles posiciones en las que iban a estar los personajes y todas las posibles situaciones.
¿Es diferente la percepción de esta historia desde el punto de vista de las mujeres que del de los hombres?
Es curioso, porque las mujeres desde el principio sabemos que todo lo que cuente el personaje de ella es verdad, pero los hombres, no. Para ellos la película juega con la duda, cuando a mí me parece que desde el principio está más claro que el agua. Es algo que ya sucedió con el cortometraje (Un soeur, 2018), aunque la mujer desde el primer minuto vive una tensión y no le cabe ninguna duda de que hay un problema.
¿Por qué cree que los hombres dudan?
Los hombres no son capaces de interpretar o de percibir la violencia, no todos los hombres obviamente de la misma manera, pero en general no pueden anticiparla.
Esa percepción de los hombres es lo que me hizo introducir un flashback de la agresión, porque quizás ni tú ni otras mujeres necesitan ese flashback, pero hay una parte de público que sí, y yo no quería que hubiera ningún tipo de duda o ambigüedad. Es curioso que su postura siempre sea la de duda, cuando a mí ni se me pasa por la cabeza.
¿Una película como esta puede cambiar la percepción que tiene algunos hombres de las agresiones?
Espero que se sientan invitados a esta historia y quizás eso ayude a que algunos hombres puedan ver que el personaje de él, llegado un momento, no está de acuerdo con la violencia, con lo que hizo, y espero que haya hombres que se identifican con este personaje, que puedan reflexionar o pensar en sus propios actos, en la violencia o en su propia justicia.
El personaje tiene ese momento en el que admite lo que hizo…
No sé si los hombres lo están reconociendo hoy, aunque me gustaría creerlo. Cuando vemos lo que ha pasado en España con la Federación de Fútbol… no sé si los hombres son capaces de reconocer. Una vez que alguien lo reconoce será excluido de la sociedad y, tal vez, por eso no lo reconocen. Entonces quizás hay algo que todavía se debe hacer para llegar ahí.
¿Cómo trabajó este personaje con el actor, Guillaume Duhesme?
Una de las condiciones esenciales para para hacer esta película era que el equipo y los actores estuvieran en un entorno muy protector, porque la historia era muy dura. Sobre todo, el personaje de él, porque su posición era muy complicada.
Hablando con él, los dos sabíamos que no había ambigüedad sobre el tema y estábamos de acuerdo, pero el personaje hace cosas terribles y Guillaume me decía que iba a defender a su personaje, aunque no iba a justificarlo.
¿Qué quería subrayar en el personaje de la víctima?
Es una mujer que se siente culpable y sobre la que pesa la presión social, pero lo más importante es que ella sigue siendo libre, se respeta a sí misma. Yo quería ese perfil para que haya más mujeres que aprendan a ser libres, porque socialmente se utiliza la vergüenza.
Esa irreprochabilidad de la que hablaba antes, ¿también se exige en el cine a las mujeres?
El trabajo de dirección es muy competitivo tanto para hombres como para mujeres, pero para las mujeres hay una dificultad añadida. Es una verdad que es común en todos los oficios, se perdonan menos cosas a las mujeres, porque aún es como si fuéramos una excepción, algo irregular que está ahí.
Hace poco una amiga me explicaba que en la productora en la que quería trabajar como directora le habían dicho: "Bueno, pero ya tenemos una directora", como si fuera algo que tachar de la lista.
Y , ¿cuál es la situación en el cine belga en el tema de los abusos?
En Francia y en Bélgica hay muchos directores, actores y productores que han tenido problemas y de los que sabe todo el mundo, pero siguen ahí y nada les ha pasado. Es como si no quisieran renunciar al talento de ciertas personas a pesar de todo lo que acarrean, lo que tienen detrás de sí y que va mucho más allá de lo profesional.
En Bélgica la industria es muy pequeña si se compara con la del cine francés. Todavía necesitamos referentes. Existe la figura de la persona no ligada al productor a la que acudir en un rodaje, si alguien tiene que denunciar. En Francia esa figura es una obligación, en Bélgica es una invitación. No tengo, de todas formas, la idea de que en Francia se haya evolucionado tanto, aunque la conciencia sí es mayor y va creciendo.
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