Este artículo se publicó hace 13 años.
Lo cursi y lo experimental
Una película que pretende ser una reflexión profunda sobre la infidelidad femenina y los caminos inescrutables del amor, y que queda en terrible cursilería
No sabemos si Leonard Cohen ha visto o no la secuencia de la última película de Sarah Polley en que esta usa el clásico Take This Waltz, que acaba dando título a la cinta. Así que no sabemos si Cohen quedó tan horrorizado como muchos en la platea del Kursaal, al contemplar una secuencia bochornosa, clímax absoluto del despropósito de esta película, que pretende ser una reflexión profunda sobre la infidelidad femenina y los caminos inescrutables del amor, y que queda en terrible cursilería. Take This Waltz, segundo largometraje de la actriz canadiense Sarah Polley (Mi vida sin mí), recoge los peores clichés del cine indie americano para componer una película con superávit de contraluces, de diálogos tontos, de ridiculez, que no ternura ni comedia, ni drama, ni amor. Un filme cuya mayor preocupación es que conjunten el color de las uñas de los pies de la protagonista, interpretada por Michelle Williams, con los colores del baño.
Todo empieza por el guión, lo dicen los maestros en las escuelas. Y así es en la mayoría de ocasiones: la película crea personajes y metáforas insostenibles y molestos. Polley construye un personaje femenino insoportable, y realiza un ejercicio de vaciado de todo interés e intención. Los momentos ignominiosos abundan, pero hay que hablar de otra película.
Amen del surcoreano Kim Ki Duk, sin tener nada que ver por fortuna con el filme de Polley, abre preguntas que podrían aplicarse a ambos: ¿acaso estos dos filmes han sido seleccionados sólo por el nombre de sus directores? El propio director confesaba que su filme es un experimento, una aseveración de que a él la industria del cine dejó de importarle hace mucho y que prefiere irse de viaje por Europa sin nada más que una actriz y una cámara y una idea. Eso está muy bien y tiene sus momentos, pero la fábula es repetitiva e indulgente en exceso.
"¿Es importante la Concha de Oro ?", preguntó Kim Ki Duk en un momento de la rueda de prensa. "Preferiría no estar compitiendo", confesó. Muchos pensamos igual.
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