Viñetas en tiempos de Instagram Las comiqueras españolas echan las redes
Una humeante hornada de ilustradoras ha popularizado un nuevo género, el costumbrismo 2.0, reflejo de su tiempo. Subliman lo cotidiano, plasman cómo se relacionan a través de internet e ironizan sobre el postureo. Es el cómic del yo.
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madrid, Actualizado:
Una humeante hornada de autoras de cómic españolas ha popularizado un nuevo género, el costumbrismo 2.0, reflejo del tiempo que les ha tocado vivir. Nacidas a mediados de los ochenta y habitantes de un ecosistema urbanita, en sus viñetas subliman lo cotidiano y plasman cómo se relacionan a través de las redes sociales. O sea, poca policía, mucha diversión y sobredosis de postureo. Es el cómic del yo.
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Raquel Córcoles
Raquel Córcoles (Reus, 1986) es Moderna de Pueblo, el mayor caso de éxito de su generación: una chica relata el choque cultureta que sufre al llegar a la ciudad. En su punto de mira, snobs, hipsters y gafapastas. Ha publicado varios libros (Los capullos no regalan flores, Cooltureta o Soy de pueblo, todos editados por Lumen) y colaborado en prensa (Cuore, El País, El Jueves y GQ). En 2013 fichó como escudero al guionista Carlos Carrero.
¿Crees que las referencias a redes sociales y a la cacharrería electrónica se quedarán desfasadas dentro de unos años?
Dado que hablo de moda y de tendencias, sí que pueden quedar desfasadas, pero esos elementos también le dan cierto valor al contenido, porque lo mío no deja de ser un diario generacional. Por ejemplo, hoy veo los programas y plataformas que usaba hace cinco años —desde Messenger a Fotolog, que ya han muerto— y me hace gracia cómo funcionaban. Me imagino que en el futuro sucederá lo mismo con Tinder o Whatsapp. Es más, dentro de cinco años, Instagram podría ser el nuevo Fotolog.
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En cuanto al uso de las redes sociales, el formato de los canales me condiciona, pues selecciono las viñetas en función de los tamaños ofrecidos por plataformas que van surgiendo, como Snapchat o InstaStories. Cada formato tiene sus ventajas y limitaciones, pero me las ingenio para que se lean bien. Está claro que no puedes colgar varias páginas ni muchísimo texto, pues cuantos menos mensajes difundas, mejor funcionan.
¿Podrías recrear tu entorno sin aludir a ello?
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No, pero tampoco me parece necesario. En el libro que estoy preparando hablo de las redes sociales que se usan ahora. Por una parte, omitirlas sería un reto. Por otra, significaría renunciar a una gran fuente de inspiración, porque muchos comportamientos parodiables nacen precisamente de ellas. ¿Por qué no hacerlo? Además de ser inevitable, poco importa que resulten anacrónicas en el futuro. Sucede igual cuando en una película ves a alguien llamar por un teléfono que pesa tres kilos, lo que no deja de resultar bastante gracioso.
¿Cuánto hay de autobiografía y de autoparodia en tu obra?
Bueno, es una biografía compartida, porque no sólo hablo de lo que me pasa a mí, sino que también represento lo que le sucede a mi generación, sobre todo a las mujeres. Como busco la identificación, a veces le adjudicó a Moderna de Pueblo cosas que le ocurren a otras personas de mi entorno.
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Laura Pacheco
Cuando se quedó en paro, Laura Pacheco (Almería, 1984) comenzó a dibujar y, para difundir sus viñetas, decidió crear un blog. “Mi intención no era ser una autora de cómics, pero tenía ganas de practicar y era la excusa perfecta para calentar la mano”. Así nació Let’s Pacheco: ¿qué iba a contar durante el regreso forzoso a la casa de sus padres? Pues, precisamente, eso: la vida de una joven que convive con una madre que piensa que el resto de la familia es inútil y con un padre mimetizado con el sillón que empuña el mando de la tele. “Como no soy escritora, me resultaba más fácil hablar de las cosas que me pasaban a mí y a quienes me rodean”. Laura hizo de su carencia una virtud y su imaginario doméstico pronto dio el salto a las estanterías con la publicación de Let’s Pacheco! Una semana en familia (Astiberri), en la que su hermana Carmen colaboró como guionista.
Si bien Laura no se esperaba tal éxito —el personaje de su padre cobró tal importancia que protagoniza y escribe Señor Pacheco: Agente Secreto (¡Caramba! - Astiberri)—, desde el principio fue consciente de la importancia de las redes para difundir sus creaciones. Por ello, cuando abrió el blog, eligió la plataforma Tumblr, que permite interactuar con otros usuarios. De alguna manera, bebía de ellas como fuente de inspiración y, al tiempo, las usaba como instrumento para publicitar su obra. “Hoy me preocupa más subir antes mi trabajo a Instagram, Twitter o Facebook que publicarlo en mi portafolio. Aunque no soy un producto de las redes, de alguna forma los autores nos hemos convertido en nuestros propios community managers”.
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La Mandanga
Noemí Rebull (Reus, 1984) debuta hoy con Caspa (Crispis Editorial), un cómic de compleja adscripción: metaplasmos, tontunas y viceberzas. Más que la cultura del yo —que también—, La Mandanga pone patas arriba la cultura pop, signifique eso el Pato Donald [Trap] o la última estrella de la casquería televisiva patria. Un kill your idols surreal y deliberadamente cutre en el que van cayendo como moscas personajes como Johnny D.E.P., Jamón Björk, Rocío Curado o Cristo Mejide. Hay que verlo para reírlo.
Predomina la cultura televisiva basura.
La gente que me sigue no es el target de Telecinco, aunque al final termine consumiendo cierto tipo de programas. Si no lo lo hace, al menos conoce a sus personajes. Mi favorito es Ylenia, por la que terminas sintiendo amor, pues genera situaciones morbosas que a todos nos gusta ver. Tengo muchas ideas en mente y me gustaría publicar otras cosas, pero éste es un recopilatorio de greatest hits, a los que he sumado algunos personajes inéditos. Una mezcla de clásicos y subcultura. Son los referentes de nuestra generación: lo que hemos estudiado en clase y lo que está de actualidad.
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Roberta Vázquez
Si Roberta Vázquez (Santiago de Compostela, 1989) se inspira en la gente de su entorno, como ella misma reconoce, casi mejor no cruzarse con ese animalario delirante. Obviamente, la autora gallega lleva al prójimo a su terreno artístico para domar a un bestiario donde confluyen personajes pasados de rosca que remiten a Simon Hanselmann. La caricatura de sus contemporáneos protagoniza una prolífica obra que se ha plasmado en fanzines (Bob y Amigos) y en cómics como Museo Joyildo (Ediciones Valientes) o Havarti Party (Fosfatina).
Vázquez empezó a hacer cómics tras leer a Robert Crumb y a otros autores del underground estadounidense. “Alguna vez me han dicho que pensaban que yo era un tío o un punki, lo que no deja de ser un prejuicio. Habría que dejar el género fuera de esto, porque es un cliché, aunque cada vez menos”, explica la autora de Diosa licántropa. “No tiene por qué haber afinidades entre las mujeres que hacen cómic. Claro que hay ilustradoras con trazos naif, pero también hombres, como pone de manifiesto el estilo de la Escola Massana, aunque luego cada uno sea de su padre y de su madre. Es muy vistoso y bonito, pero no deja de ser una manera de dibujar”. Más que con mujeres o con determinados trazos, Roberta se siente identificada con fanzinerosos como Teresa Ferreiro, Conchita Herrero, Jorge Parras o Ernest Graves.
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Carla Berrocal
Carla Berrocal (Madrid,1983) no habla de sí misma, ni dibuja a quienes la rodean, ni tampoco esboza un retrato de su tiempo. Lo que le gusta a esta ilustradora es recrear un mundo de aventuras —o, si se prefiere, de fantasía: las heroínas no usan Whatsapp y los héroes tampoco ligan en Tinder, faltaría más—. ¿Por qué entonces ella entre tanta cotidianidad? Precisamente, para ofrecer un contrapunto. No sólo porque su tono y estilo se sitúen en la otra orilla, sino también porque es una magnífica ilustradora que reniega tanto del yo como de lo femenino. De hecho, Berrocal considera “algo peligroso” el relato autobiográfico y carga contra los plumillas que en las entrevistas van con el género por delante. Por ello, hace dos años decidió despejar las dudas al respecto y hacerse una pregunta:
¿Han influido en tu obra internet, las redes sociales o la cultura del yo?
No, para nada. Es algo que no me interesa, lo encuentro bastante superficial. Mis referentes son bastante clásicos, no me considero nada “moderna”. Me gustan mucho los ilustradores de los años treinta, así como los dibujantes de tiras como Harold Foster, Roy Crane, Milton Caniff… También me encanta Osamu Tezuka, uno de mis autores favoritos. Soy muy fan de la escuela argentina: desde Alberto Breccia a José Muñoz, pasando por autoras como Nuria Pompeia, Trini Tinturé o María Colino… De ellos, sólo Pompeia tiene un componente autobiográfico. El resto se dedica principalmente a la ficción.