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Censura cultural en el Madrid de Vox y el PP: ¿quién teme a Díaz Ayuso?

Los efectos del mapa electoral surgido de las elecciones, con los ultras instalados en algunas concejalías de Cultura, se suman a las cancelaciones del Gobierno autonómico durante la anterior legislatura.

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 Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo, en una foto de archivo. — Juan Carlos Hidalgo (EFE)

madrid, Actualizado:

La influencia de Vox en la programación cultural de los ayuntamientos de la Comunidad de Madrid se ha visto reflejada en la cancelación de Orlando en Valdemorillo (13.453 habitantes), donde el partido ultra facilitó el gobierno del PP a cambio de tres concejalías, entre ellas la de Cultura y Turismo, en manos de Victoria Amparo Gil. El Consistorio alegó motivos presupuestarios, pero el productor de la compañía Defondo, Pablo Huetos, rechazó la excusa y la semana pasada aseguró en un comunicado que desde el Ayuntamiento le transmitieron que se trataba de un "veto ideológico" que partió de la edil ultraderechista, "debido a que el protagonista de la función pasa de ser un hombre a ser una mujer y denuncia las diferencias que esto significa".

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A 45 kilómetros de allí, en Getafe, Vox acaba de mostrar su "descontento" por una adaptación de Lope de Vega, La villana de Getafe, escenificada el 25 de junio, ya que incorpora "representaciones de un falo y una vulva de considerable tamaño, lo que ha generado incomodidad entre ciertos espectadores y transeúntes", señala el partido en una nota. "Existe una conexión ideológica entre esta obra teatral y las guías sexuales llamadas Rebeldes de Género [...], distribuidas en colegios y [que] contenían consignas como ¡apaga la tele, enciende tu clítoris!", según Ignacio Díaz Lanza, cuyo peso es nulo: Getafe está gobernado por el PSOE, con el apoyo de Podemos y Más Madrid, y los ultras solo obtuvieron dos concejales.

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Está por ver el influjo de Vox en los ayuntamientos donde forma parte del gobierno municipal y en los que ha permitido la investidura de un alcalde del PP. En algunas plazas importantes como Móstoles (208.761 habitantes), la extrema derecha se ha hecho con la concejalía de Cultura, uno de sus objetivos, junto a Educación y Familia, aunque también persigue la eliminación de Igualdad o de la Agenda 2030. Una decisión que no satisfizo a Israel Díaz, quien sostiene que dimitió como concejal porque su partido renunció, entre otras, a Festejos, cuya misión es, a su juicio, "defender las tradiciones y fiestas populares con sus espectáculos taurinos". Una pista de por dónde van los tiros.

La censura en los tiempos de Ayuso

"Estamos viendo lo que pretenden: hacerse con departamentos que no requieran mucha gestión —porque no saben hacerlo— y poner el acento en la cuestión ideológica, donde están sus votantes y pueden incidir. Por eso Vox está volcado en la guerra cultural", explica Manuela Villa, parlamentaria en la Asamblea de Madrid y portavoz de Cultura del grupo socialista. Un escenario de confrontación que ha comenzado en los ayuntamientos y las comunidades autónomas, a la espera de que un hipotético pacto entre Feijóo y Abascal le posibilite iniciar la guerra total desde el Gobierno. "La cultura, como tal, no corre peligro", desdramatiza Villa. "¿Qué tipo de cultura? Eso ya es otro cantar".

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Los precedentes con Isabel Díaz Ayuso son escasos, pero muy sonados. Los Teatros del Canal retiraron el año pasado de su programación Muero porque no muero, de Paco Bezerra, merecedor del Premio Nacional de Literatura Dramática. Vox, quien facilitó en 2021 la investidura de Ayuso, aplaudió la decisión y Gonzalo Babé, portavoz en la Comisión de Cultura de la Asamblea durante la pasada legislatura, agradeció que no programasen "una obra tan dañina y esperpéntica". El dramaturgo, durante una intervención en el parlamento madrileño, le aconsejó leer el texto antes de hablar: "Yo respeto mucho más a Santa Teresa que usted".

Paco Bezerra, autor de 'Muero porque no muero (La vida doble de Teresa)'. — Francisco Úbeda Llorente

En una entrevista con Público, Bezerra analizaba que la entrada de Vox en las instituciones "provoca que el PP se esté volviendo cada vez más de extrema derecha" y dejaba claro que su obra también hablaba de la relación del poder con la cultura. "Es curioso que, quinientos años después [de Santa Teresa], esté sucediendo exactamente lo mismo: un libro perseguido por las fuerzas de extrema derecha, sucesoras de la Inquisición, contrarias a la libertad de expresión y que imponen el poder de lo político sobre lo artístico, controlando nuestro discurso". La polémica no terminó ahí, porque el Festival Eñe programó la participación de Bezerra en la Biblioteca Regional Joaquín Leguina, pero luego cambió el escenario por el de la librería Rafael Alberti.

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El autor de Velocidad mínima, una antología de sus textos publicada por La Uña Rota, no aceptó la reubicación y el acto nunca llegó a celebrarse. "Lo rechacé porque lo que quiero saber es si estoy siendo perseguido por el PP. Tras protestar por mi ausencia en los Teatros del Canal, ¿han tomado represalias contra mí? ¿Me van a seguir programando en los espacios dependientes de la Comunidad de Madrid, el mismo organismo que censuró mi obra?", se preguntaba Paco Bezerra, quien sufrió la censura durante el ejercicio de Marta Rivera de la Cruz, designada como consejera de Cultura por Ayuso tras vestir los colores de Ciudadanos en la anterior y corta legislatura.

De Marta Rivera de la Cruz a Mariano de Paco

Tras arrasar en las elecciones de junio, la presidenta madrileña nombró como consejero de Cultura a Mariano de Paco, anteriormente director de gestión de los Teatros del Canal. Manuela Villa, también secretaria de Cultura y Deporte de la Ejecutiva Federal del PSOE, se muestra cauta sobre la línea que adoptará al frente del departamento: "Habrá que verlo, pero era una de las manos derechas de Marta Rivera de la Cruz en los Teatros del Canal y la persona que salió a justificar la censura, por falta de presupuesto, cuando él sabe perfectamente cómo funcionan estas cosas. Sus precedentes son un poquito sospechosos".

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Villa no cree que Vox presionase: "Al Partido Popular ahora mismo no le hace falta que Vox le diga nada, porque ha asumido sus principios y sus eslóganes. En algunos casos podría darse el caso, aunque no en el Bezerra, porque fue el propio PP quien pensó que era mejor retirar la obra en período electoral". Ayuso, quien logró la mayoría absoluta al pasar de 65 a 71 escaños, ya no necesita para gobernar a los ultras, que perdieron tres parlamentarios. Por lo tanto, no solo fagocitó parte de su ideario, sino también a un buen puñado de sus votantes. Los frutos de Vox, pues, se cosecharán en los ayuntamientos donde se han hecho con Cultura y su influencia se verá en donde han posibilitado que gobiernen los populares.

Vox y su "ideario cultural zombi"

Durante la pasada legislatura, Gonzalo Babé esgrimió el credo de su partido en la Asamblea, donde criticó la programación del Teatro de la Abadía. De Fuenteovejuna. Historia del maltrato, dirigida por Marianella Morena, dijo que "se distorsiona de manera brutal a Lope de Vega" y que "se mete el adoctrinamiento total de la ideología de género". Sobre 23F. Anatomía de un instante, basada en el libro de Javier Cercas, manifestó "mi más profunda indignación" por "financiar" una "versión libre", con una "libérrima interpretación del 23F que se ha convertido en una loa republicana que ni Podemos ni Más Madrid ni en sus mejores sueños realizarían".

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Entonces, la portavoz de Cultura de Más Madrid, Jazmín Beirak, advirtió en Twitter de que sus palabras no eran "ninguna broma" y que suponían un ejemplo que anticipaba "cómo será su política cultural". Así, el diputado ultra abogaba por evitar "el habitual adoctrinamiento" con temas como "el ataque a la historia de España" y denunciaba que "hay algunas obras, incluso de carácter irreverente, que atacan sentimientos religiosos". Por eso, pedía en la Asamblea que "acepten programaciones que son completamente contrarias a lo que sus votantes esperarían, y creo que esperan". Babé daba algunas claves de la doctrina ultra y, de paso, denunciaba los mensajes vertidos en 23F. Anatomía de un instante.

"¿Actualmente tiene sentido seguir siendo representados por la familia real? ¿Tiene que representarnos una figura impuesta por un dictador, nunca refrendada por el pueblo? ¿Qué principio de igualdad enseñamos a las nuevas generaciones si permitimos que alguien, por derecho de nacimiento, tenga el derecho de representarnos?". En realidad, preguntas que podría hacerse cualquiera, incluso un conservador que considere anacrónica la monarquía. "Vox mantiene que todo lo que no forma parte de su ideario cultural zombi es ideología, aunque esté desfasado o en declive, desde las corridas de toros hasta la familia nuclear, pasando por la historia colonial y el imperio español", critica Villa.

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Una "normalidad" para los ultras que, según la parlamentaria socialista, "no lo es, porque afortunadamente vivimos en otro tiempo". Sin embargo, "van a la contra y sin tapujos, como vemos en los distintos ayuntamientos y comunidades donde están gobernando". Una "cultura zombificada", insiste, "que promueven cuando les dan la cartera de Cultura, que para ellos es sinónimo de toros, recreaciones históricas y clásicos del Siglo de Oro". Es decir, "una cultura apolillada que no tiene nada que ver con la contemporánea". Cancelar Orlando, basada en el texto de Virginia Woolf, en Valdemorillo por motivos presupuestarios, como antes sucedió con Muero porque no muero, son "excusas", según Villa. "Qué casualidad que se carguen la obra polémica y no otra. La gente no es tonta: no cuela".

"La obra 'Orlando' sufrió un veto ideológico"

Pedro Santos, actor y coordinador artístico de Orlando, secunda a la diputada socialista. "La excusa económica no tiene sentido e incluso nos la desmintió el propio Ayuntamiento. Fue un veto ideológico, sin ver ni siquiera la obra, porque la concejala de Vox no consentía que el protagonista de la obra cambiase de género. Por eso cancelaron un contrato que ya estaba apalabrado y echaron abajo un acuerdo tácito con el Gobierno anterior", explica el miembro de Teatro Defondo, cuyo productor, Pablo Huetos, le ha escrito una carta al alcalde de Valdemorillo, Santiago Villena (PP), en la que le pide que reconozca que se trata de un caso de censura y que manifieste su repulsa ante el veto de Vox.

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"Nuestra compañía no desea trabajar con un consistorio que acepta la censura y engaña a la ciudadanía alegando problemas presupuestarios", añade la misiva, en la que "renuncia voluntariamente" a una función de La Teatropedia, prevista para el 27 de octubre. "Si el alcalde no se retracta y es cómplice de Vox, tampoco queremos interpretar esta obra. Sin embargo, su silencio es clarividente", asegura Pedro Santos, quien detalla que rebajaron el caché de Orlando para poder estar en Valdemorillo. "No tiene sentido que ahora cancelen un espectáculo premiado, de envergadura y con más actores, pero ha sido una decisión arbitraria de la concejala de Vox porque no le gusta la temática".

La semana pasada, en el comunicado difundido tras la cancelación de Orlando, cuya representación estaba prevista para el 25 de noviembre en Valdemorillo, dentro del festival 7 Villas de la Comunidad de Madrid, Pablo Huetos denunciaba un "veto ideológico" que "atenta" contra la libertad de expresión. "Intentar demonizar la cultura y reducirla a etiquetas tendenciosas es solo el primer paso hacia la quema de libros que no se ajusten a la ideología dominante. No aceptamos la censura política, venga esta de la ideología que venga". Del mismo modo, Pedro Santos deja claro que, en 21 años de trayectoria, trabajaron "sin problema" con todo tipo de administraciones, incluidos ayuntamientos en los que "ya antes había gente reaccionaria, porque no hacemos distinciones ideológicas: debe haber respeto, no censura".

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La obra teatral 'Orlando', de Virginia Woolf', interpretada por Teatro Defondo. — Javier Naval

Público ha tratado de ponerse en contacto con el alcalde y con la concejala de Cultura de Valdemorillo, pero no han atendido sendas solicitudes de entrevista para que den su versión sobre el último caso de censura en la Comunidad de Madrid, al que habría que sumar el padecido en 2021 por la artista Sandra Gamarra, a quien le obligaron a quitar dos palabras ("racismo" y "restitución") del texto principal de la exposición Buen gobierno. ¿Influyó entonces Ayuso o Vox? "Fue una mimetización. La táctica de la presidenta madrileña, que está adoptando Feijóo, es asumir los postulados ultras para que algunos ciudadanos voten al PP, porque prácticamente son lo mismo", cree Manuela Villa.

La cultura de Móstoles y Torrelodones, en manos de Vox

El desembarco de Vox en las áreas culturales va más allá de Valdemorillo y Móstoles. En Torrelodones (24.775 habitantes), Alba Cristina Grueso es la nueva concejal de Actividades culturales. Y, pese a que solo obtuvo tres de nueve representantes y gobierna en minoría, el bastón de mando le permitirá al partido ultra hacer y deshacer a su antojo en Rascafría (1.736 habitantes). Más allá de este pueblo del Valle del Lozoya, Vox ocupará cargos de responsabilidad —aunque no en Cultura— en destacados municipios donde el PP no alcanzó la mayoría absoluta (Alcalá de Henares, Aranjuez, Arroyomolinos, Colmenar Viejo, Valdemoro o Villaviciosa de Odón) y quizás podría tener alguna influencia en otra treintena de localidades en las que facilitó las alcaldías populares.

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En realidad, la pregunta a la portavoz de Cultura del grupo socialista en la Asamblea de Madrid sobre el peso de Ayuso o de Vox en la toma de decisiones, como la censura sufrida por Sandra Gamarra, apuntaba a Marta Rivera de la Cruz, entonces consejera y ahora número dos por Madrid a las elecciones generales. "Antes se sentía muy cómoda con ese discurso", concluye Manuela Villa. "Y ahora, como candidata electoral de la mano de Alberto Núñez Feijóo, está a tope con ese estilo populista, porque considera que la cultura es la herramienta que va a acabar con el sanchismo". La segunda entrega de los vetos, cancelaciones y censuras podría escribirse a partir del 23 de julio, aunque en ese supuesto el radio de acción se ampliará más allá de la sierra de Guadarrama.

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