Celine Song descifra el enigma emocional del tiempo en ‘Vidas pasadas’
La dramaturga debuta en el cine con esta película, nacida a partir de un momento de su propia vida y con la que examina emocionalmente el tiempo. Presentada en Sundance, Berlín y San Sebastián, la historia retrata un tipo de relación a la que todavía no hemos puesto nombre.
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“Estaba en un bar de Nueva York, con mi marido y un amigo mío coreano que estaba de visita”. La dramaturga y directora teatral Celine Song, coreana afincada en EEUU, recuerda cómo ese día traducía lo que ambos hombres —su marido es americano— hablaban.
Intérprete entre dos culturas, se dio cuenta de que también estaba creando un puente entre dos partes de su propia vida. Y quiso en ese mismo momento escribir sobre esa sensación que la asaltó repentinamente. El resultado ha sido su debut en el cine, Vidas pasadas, una película milagrosa que examina emocionalmente el tiempo y retrata una conexión especial que existe entre seres humanos y a la que todavía no hemos puesto nombre.
Sundance y Berlín reclamaron premios para la película, presente en el 71 Festival de San Sebastián, donde Celine Song explicó muchas claves de esta historia. Es un relato que comienza, cómo no, en un bar de Nueva York, donde una mujer y dos hombres conversan. Ella y uno de los hombres son coreanos, el otro es americano. Fuera de cuadro, una pareja fábula, con el tipo de relación que tienen. Es una invitación al espectador para descifrar un enigma.
“Quería que el espectador, en esa primera escena, se sintiera como un detective investigando el misterio de la película, es decir, quiénes son esas personas y cuál es su relación. Y la respuesta es más misteriosa que la pregunta en sí misma —dice la directora—. Ahí me lleva el guion, a ese concepto que habla de las conexiones, que en sí, son un misterio. Al final de la película volvemos a esa escena y es ahí donde encontramos una respuesta a la pregunta”.En el tiempo y en el espacio
Nora nació en Corea. En Seúl siempre iba con su amigo de la infancia, Hae Sung. A los doce años, la familia emigró a Canadá y perdieron el contacto. En Nueva York, donde ella estudia teatro, se reencuentran por Internet, pero vuelven a romper la comunicación. Y otros doce años más tarde, cuando Nora vive ya con su marido, Hae Sung viaja a Nueva York. Tres encuentros y tres despedidas que han marcado en buena parte la vida de dos personas.
“Estamos hablando de un amor que persiste en el tiempo y en el espacio”, dice Celine Song, que, evidentemente, no se refiere al amor tal y como nos lo ha enseñado siempre el cine, o, ¿es posible enamorarse de alguien en la infancia? Es, mucho más, un vínculo sobre el que ambos fantasean al reencontrarse, una pregunta sobre qué hubiera pasado si hubieran seguido juntos. Secuencia de la primera despedida de esta historia. Wanda Films/ Elástica Fims.
“Tiene que ver con el hecho de que todos tuvimos doce años en una ocasión, después fuimos creciendo y seguimos adelante, pero, de alguna manera, seguimos con nuestras versiones de doce años, aunque, al mismo tiempo, ya no lo somos más. Tiene que ver con la forma en la que, en la vida, vivimos el tiempo y el espacio”.Tecnología frustrante
Contenida, pero desbordante de sentimiento y emoción, la película de Celine Song añade un tipo de relación al cine, que, invadido de historias de amor, amistad, vínculos familiares … y sus contrarios, casi nunca ha mirado estas otras conexiones entre seres humanos.
“Yo hice una prueba de química con los niños, que no hice luego con los actores adultos. Entre esos niños se dio una química real y eso ocurre en la vida. Hay personas que no se ven en mucho tiempo y cuando se reencuentran es como si no hubieran pasado los años. Yo creo que esas conexiones, esos sentimientos, perduran en el tiempo cuando verdaderamente conectas”.
“Me pasa a mí también. Cuando hablo con mis amigos de la Universidad, me encanta. Siento que revive toda esa etapa de mi vida y hay personas que me gustan y otras que no, pero esa conexión está ahí”, añade la cineasta, que en su ficción presenta también a dos personajes sometidos al espejismo de las redes sociales.
Nora y Hae Sung se reencuentran en la distancia por las redes, “Internet nos produce una sensación de proximidad y eso a su vez genera un placer inmediato. Lo siguiente es el deseo de volver a conectar íntimamente con esa persona. Ahí la tecnología resulta frustrante”.“La masculinidad que me gusta”
Los personajes, finalmente, se reencuentran cara a cara en Nueva York. Con ellos está Arthur, el marido de Nora. Un triángulo que el cine convencional hubiera explotado desde lo morboso o lo dramático, aquí se transforma en el retrato de una masculinidad cero tóxica.
“Desde luego, hay un lenguaje cultural que utilizamos en los que se refiere a la masculinidad, pero yo quiero mostrar a estos hombres que entienden lo que Nora necesita. Es doloroso para ellos, pero los dos son respetuosos. Están ahí para darle a ella lo que necesita. Esa es la masculinidad que me gusta y es la que yo veo en los hombres a los que amo”. La cineasta y dramaturga Celine Song, en el Festival de San Sebastián. Nora Jauregui / Festival de San Sebastián.
No quería tampoco Celine Song reflejar el amor idealizado de Hollywood, “quería un amor real, que la mayoría de las veces es una relación sin tantas complicaciones, sencilla, tanto como escuchar al ser amado. Mis personajes se preocupan por las necesidades de la otra persona”.
Y la ficción vuelve al comienzo, a ese bar de Nueva York, donde el espectador ya sabía hacía tiempo, pero ahora confirma, que Nora y Hae Sung no son amigos, no son amantes, pero tampoco son dos desconocidos. “Lo que pasa es que no tenemos ninguna palabra para describir ese vínculo que hay entre ellos”.
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