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Cédric Kahn reflexiona en 'El caso Goldman' sobre las consecuencias de la desaparición de la utopía de izquierdas

El cineasta hace un acertado y brillante retrato político y social a través del juicio a Pierre Goldman, un revolucionario, héroe de la izquierda intelectual francesa en los 70.

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Arieh Worthalter, el protagonista, ha ganado el premio César al mejor actor. — Filmin

madrid,

"Para los que lo están pasando mal, no tener ideales es una catástrofe en sus vidas". La afirmación, rotunda y trágica, es la reflexión a un mundo que se dejó engañar por las promesas del capitalismo y que por el camino perdió la utopía revolucionaria de la izquierda. Un viaje que el cineasta Cédric Kahn muestra en El caso Goldman, desde un único espacio, la sala de un juicio real, el juicio de apelación de Pierre Goldman en noviembre de 1975.

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Judío, héroe de la izquierda intelectual francesa, revolucionario militante, Pierre Goldman fue condenado a cadena perpetua por cuatro robos a mano armada, en uno de los cuales murieron dos mujeres. Él se declaró inocente de los asesinatos, pero la injusticia y el racismo de los años 70 se impusieron. El juicio de apelación, el que se muestra en esta película, retrata una sociedad radicalizada, racista, polarizada, "una ventana a la Francia de esa época" que se parece demasiado a la de hoy.

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Arieh Worthalter ha ganado el Premio César al mejor actor por este trabajo, un fascinante retrato social y político, en el que se examina la justicia, el poder de la palabra, la identidad judía y se revela la tragedia de la desaparición de la utopía de izquierdas.

¿Por qué ha querido recuperar la figura de Pierre Goldman desde el cine?

Por su personalidad, eso es lo que me interesó. Es un personaje para llevar al cine muy interesante porque es un héroe trágico. Él quería su vida de una manera, pero el destino no se lo proporcionó. Y también me llamó mucho la atención esa mezcla de inteligencia y de violencia. 

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¿Y le interesó su gran habilidad y libertad para hablar, que eran tan subversiva entonces como ahora?

Sí y es curioso, porque al principio de la película lo que me interesó era Goldman, luego rápidamente el proyecto tornó sobre el debate de cuán difícil es poder hacer justicia. Y en realidad la película sí trata de Goldman, pero realmente trata de las palabras, de la palabra. Y lo que es muy, muy interesante de la palabra es que puede ser o verdad o mentira.

La palabra es lo que usamos para para salir al mundo, para presentarnos y ponernos en situación. Y no todos somos iguales en el uso de la palabra, muestra de dónde venimos. Ahí tenemos a los abogados, todos profesionales, que saben usar la palabra, y Goldman, que es un superdotado en ello, pero llegas a los miembros del jurado y ellos ya tienen mucha más dificultad en expresarse.

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Goldman es un personaje que vivió en una época en que la utopía de izquierdas se mantenía viva. Al desaparecer hoy esa utopía, ¿qué cree que ha desaparecido hoy con ella?

El cineasta Cédric Kahn. — Marie Rouge / Unifrance

Pues hemos perdido realmente el sueño, el anhelo de poder tener una vida ideal, de poder soñar. Hemos perdido los ideales. Hoy, si estás financieramente acomodado, no es un gran problema, pero para los que realmente lo están pasando muy mal, no tener ideales es una catástrofe en la vida y se lanzan a la religión y a los nacionalismos. Y entonces llegamos a la situación que tenemos hoy en día, en que la extrema derecha va avanzando a marchas forzadas por todo el mundo.

Hay que entender que un trabajador, por ejemplo, de la construcción, si se siente apartado, al margen de la sociedad, que no pertenece a ningún tipo de clase, pues se busca su hueco en el racismo, el nacionalismo…

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Hablando de racismo, la película revela una sociedad francesa muy racista en los años 70, radicalizada y polarizada, ¿cómo es hoy la situación en Francia?

El racismo es eterno, siempre está ahí, pero van evolucionando sus formas, contra quién está dirigido… va cambiando, pero ahí está siempre. Respecto a la radicalización y polarización, el centro democrático, ese tipo de pensamientos, se está desvaneciendo. La gente quizás ha perdido la fe en la virtud del liberalismo, se nos hizo creer durante años y años que gracias al capitalismo todos íbamos a vivir mejor y no es así. Eso lleva a la gente, en sus puntos de vista políticos, a estas polarizaciones.

La falta de ideales a lo que lleva es a que te centras en el problema concreto y no miras más allá. Y no nos olvidemos del lugar que ocupa el miedo, y la sociedad ahora mismo tiene mucho. Tampoco ayuda que nos mantenemos en un ambiente de ansiedad continuo, los atentados en París o en Madrid, luego la crisis financiera, la guerra en Croacia, ahora la invasión rusa, lo que está pasando en Gaza… es que es un no parar en ese estado de angustia…. Y el cambio climático. Estoy convencido de que la prensa juega un papel muy importante en mantener esta sensación de miedo continuo. La falta de ideales nos lleva en línea recta a vivir este estado de miedo y angustia todo el tiempo.

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La película muestra que hay distintas maneras de ser judío en Francia. ¿Qué significa ser judío hoy?

No puedo hablar por todos los judíos, pero diría que, en general, están bien integrados a la sociedad. En la película he querido remarcar ese antagonismo entre Goldman y su abogado. Es algo de lo que se habla desde hace siglos, los judíos de la Corte y los judíos de la calle. Goldman es el judío de la calle. En Europa no se puede hablar de violencia. Realmente la agresividad y la violencia judía está sostenida por Israel. Yo doy mi opinión sobre Israel, pero soy totalmente consciente de que estoy en Francia y es muy cómodo desde aquí dar una opinión.

Un momento del juicio en la película. — Filmin

El cine cuenta historias con imágenes, pero esta es una película sobre la palabra, ¿cómo fue el planteamiento visual que desarrolló para esto?

Cada vez que marcaba una escena, era siempre al servicio de la palabra. En la película no hay música, la gama de colores es muy limitada, tanto en el en el decorado como en el vestuario, todo ello para que nada distraiga o moleste la escucha del espectador. Los actores tenían el guion, pero la figuración no lo tenía y eso lo hice porque quería que actuaran como si fuera un juicio verdadero. Además, no les marqué nada, podían reaccionar como quisieran. No tengo la obsesión de controlar todo en el set. Es más, busco oportunidades para que se escape un poco la película.

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Está claro que con esta película quiere hacer pensar al espectador. ¿Cree que el cine de hoy nos hace pensar poco, reflexionar poco y que nos hace falta más cine inteligente?

Sí, me gustaría pensar que con esta película el mismo espacio que dejé a la figuración es el que dejo a los espectadores. La idea es que el público sea como un relevo los que están en el juicio. Y quizás con sus reacciones vean cómo el pensamiento se mueve, va evolucionando, va cambiando a lo largo de la película. Espero que esa libertad y ese espacio se trasladen al espectador en el cine.

¿Es muy conocida la figura de Pierre Goldman hoy en Francia?

Yo pensaba que estaba bastante olvidada, aparte de los mayores, pero a raíz del estreno de la película ha habido una cantidad enorme de artículos. Es curioso cómo este personaje tan revolucionario, tan adelantado a su tiempo, ha resucitado y ha creado tanto interés hoy.

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Además, hay otra cosa que interesa bastante de él, que es el hermanastro de un cantante muy conocido en Francia, Jean-Jacques Goldman, que es totalmente lo opuesto de su hermano. Eso allí también apasiona mucho a la gente, esa comparación entre los dos hermanos.

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