Biznaga: "Hay que ir a por todas: si pides lo mínimo, te regatean tu vida y tu bienestar"
El grupo punk, autor de 'Bremen no existe', se ha convertido en uno de los portavoces más lúcidos de su generación al mostrar las costuras del sistema y de la sociedad.
Madrid-Actualizado a
Biznaga tiene muy claro dónde está la salida, aunque le cante a otra generación perdida. Una más, porque son varias ya, desde las víctimas de la reconversión de los ochenta hasta las precarizadas de la actualidad, narcotizadas por la pantalla, que también es múltiple, todas reflejo de narcisos. Pese al aparente desencanto, en sus letras hay compromiso, del mismo modo que la lumbre de su cigarro perfila la geografía penumbrosa del callejón. Si hiciese falta tirar del manido tópico, Biznaga ejerce de faro en la oscuridad.
No es una voz vencida por el desánimo, sino que alimenta el espíritu crítico. Hay que analizar los males para entender de qué adolecemos; y saber quién es el enemigo para poder combatirlo. Tampoco hablamos de música de tierra quemada —que la desazón no lleve a equívocos—, sino de la simulación de una voladura controlada de los resortes más perniciosos del sistema, al que pertenecemos y contribuimos a sostener, para tratar de reconstruir la sociedad a partir de los escombros.
"Cambian los monstruos políticos de la gobernanza y las máscaras que utilizan los poderes para perpetuarse, pero el fondo permanece inalterable. Si acaso, se perfecciona y se sofistica más. O sea, sus máscaras son más atractivas y difícilmente rastreables y demonizables, no como antaño, cuando era más sencillo señalar a los culpables", reflexiona Jorge Navarro, bajo y letrista afilado y certero.
Ese tiempo anterior podría ser el de La Polla Records, Eskorbuto y otros escupitajos del rock radical vasco, cuya filiación con Biznaga es evidente, si bien los madrileños de ascendencia malagueña no presentan una enmienda a la totalidad, sino que radiografían la sociedad, señalan a los culpables y —aunque el negativo sea feroz— ofrecen un diagnóstico en el que figuran el optimismo, el vitalismo y el idealismo, como herramienta de transformación. Si el futuro era esto, debe haber otro.
"Nuestro último disco, Bremen no existe, tiene luces y sombras. Mucha gente se centra en lo negativo, pero hay optimismo. Para poder cambiar las cosas que no te gustan, tienes que señalarlas y ponerles nombre", añade Jorge Navarro, autor de unas letras de calado poético y poso existencial, que esconden muchas lecturas detrás, tantas como capas e interpretaciones tienen sus canciones. Lecturas de libros, se entiende, porque en el filo oxidado de su pluma navajera se reflejan clásicos de la literatura y de la filosofía contemporánea.
El mismo título del álbum remite a Los músicos de Bremen, un cuento de los Hermanos Grimm —cuya herencia está presente en Los Trotamúsicos, punkerizados en la portada— sobre cuatro animales que van a ser sacrificados por sus dueños, porque los consideran inútiles, y huyen en dirección a la ciudad alemana, tierra de acogida a la que nunca llegarán. Biznaga también son cuatro músicos y, aunque no han sido desahuciados, juegan con la comparación: ¿somos también nosotros potenciales desechos del capitalismo?
Bremen, como reza el título, no existe, pero lo importante es el camino. "Es decir, transitar el presente y hacerlo de forma colectiva, porque los animales se juntan, unen fuerzas y superan adversidades. Son un bloque, una unidad, una colectividad de individuos", explica Jorge Navarro. "La motivación es una cuestión de esperanza y debe ser colectiva: solo no puedes, con amigos sí", le secunda Jorge Milky Ballarín, el enérgico batería de Biznaga, quien le da la vuelta al lema punk: "Tiene que haber futuro. Lo construiremos y ya está".
"Hay que obrar en consecuencia para que así sea", tercia Navarro. "El disco está plagado de invitaciones a conservar el entusiasmo, pese a la crítica y los momentos más oscuros, incluso nihilistas, porque sigue habiendo cosas que merecen la pena". Políticos, pero no panfletarios, su punk verbal tira hacia la melodía pop en Bremen no existe, donde el letrista amplifica su discurso —al hacerlo más inteligible— gracias a una producción menos bronca y anfetamínica, más espaciosa y digerible. Los textos, en cambio, escuecen como siempre. ¿Agitpop?
Biznaga: un retrato inteligente de nuestro tiempo
Frente a la mente zapping, por si el oyente sufriese déficit de atención o dificultad de concentración, la banda madrileña factura álbumes que otrora serían calificados como conceptuales. Sin duda, Gran pantalla criticaba la vida como un selfi y descabezaba las redes sociales. Bremen no existe no es tan monolítico, pero sus canciones son piezas del mismo puzle. Más que la autofoto del elepé anterior, se trata de una panorámica de la sociedad actual: su generación, camino de los cuarenta, la anterior y la previa.
Antes y ahora, la crítica al capitalismo y al neoliberalismo, que ya se han metido en nuestras casas y en nuestras camas. "Somos etiquetas, somos contenido", canta Navarro en 2k20, mientras que en Libertad obligada evidencia la esclavitud exhibicionista de quienes han hecho de sí mismos una marca. La carga crítica de Gran pantalla —que ya anticipaba su anterior trabajo, Sentido del espectáculo— se ve reforzada por la postura del letrista, no por encima sino a la altura del oyente, porque todos estamos en el ajo, nadie se libra.
"Jorge hace un retrato inteligente, elegante y acertado de lo que está ocurriendo en el momento. La honestidad de la música no se puede prefabricar", cree Milky, quien abunda en su discurso: "Si una aplicación, una herramienta o una red social son gratuitas, tú eres la mercancía". Faltan a la cita Álvaro García, voz desgarrada y seis cuerdas, y Álvaro Torete, jovencísimo guitarrista de Error 97 que recientemente ha sustituido a Pablo Garnelo, miembro fundador de una banda que publicó en 2014 su primer elepé, Centro Dramático Nacional.
Decíamos que cambian los demonios y los monstruos, pero Biznaga sigue de mala hostia, empeñada en la impugnación del sistema. "Mientras siga habiendo razones para protestar, continuarán saliendo grupos como nosotros", se muestra convencido Navarro, quien echa la vista atrás sin nostalgia. "Es inevitable que nos identifiquen con algún grupo del rock radical vasco, porque son nuestras referencias más inmediatas del punk en castellano, sobre todo en los primeros discos, aunque hay otras influencias menos evidentes".
¿Jorge Martínez? "Ilegales tiene frases muy poéticas que te generan escenas en la cabeza relacionadas con los currantes, la noche, el alcoholismo, la violencia...", comenta Milky, quien no se anda con rodeos: "Yo soy antifa, clase trabajadora y luego músico". Navarro hace suya la referencia al grupo gijonés y valora una cualidad inherente a Biznaga: "Sus letras son políticas, pero de una forma nada evidente, y cero panfletarias". Lo importante, insiste, es tener algo que decir, "aunque no sea un mensaje explícitamente político".
"La libertad se conquista, no se instala". ¿Sigue teniendo sentido la lucha sin una victoria a la vista? ¿O lo que importa es el camino?
Milky: Esta generación de mujeres que destaca por su absoluta rebeldía feminista se va a ir de este mundo sin haber conquistado sus reivindicaciones, ni haber visto todos los cambios que tienen que ocurrir por fuerza. En mi caso, milito desde hace muchos años en el antifascismo y a favor de la educación pública, el feminismo y el clima. Sin embargo, sé que no vamos a ver victorias, pero hay que estar ahí, porque en tu tiempo histórico debes comprometerte con las circunstancias, con tu legado, con tu historia y con tu generación anterior. Mis padres militaron y lucharon, ganaron unas cosas y perdieron otras. Ahora que ha habido un detrimento en los derechos y en los modos y la calidad de vida, yo tengo simplemente que seguir esa estela.
Más que atacar, ¿hoy procede defender los derechos conquistados?
Milky: Esto es algo intrínseco a todos los movimientos y a la lucha social. Siempre hay una punta de lanza con unas reivindicaciones mucho más exigentes y ambiciosas. Y luego está lo que se avanza… [que resulta insuficiente]. El debate de siempre: ¿reforma o revolución? Sin duda, hay que pedir más y ser ambicioso. Si exiges lo mínimo, te regatean tu puta vida y tu puto bienestar. Debemos ir a por todas.
Parece que la sociedad no aprende de los fallos: crisis del ladrillo, de la banca, sanitaria... "Tras la pandemia vamos a ser mejores".
Milky: ¡Y una mierda! Mira a Ayuso en la Comunidad de Madrid: las residencias de ancianos siguen igual de mal, la sanidad está peor, hay una contaminación de la hostia…
Jorge: El mantra de la resistencia, típico de la izquierda: ¡Resistiremos! Sin embargo, eso implica situarte en un plano de desigualdad con respecto al adversario. Es decir, solo puedes parar los golpes, no los asestas. Aunque en el fondo existe una desigualdad respecto a la fuerza del enemigo, porque los mecanismos de poder están en sus manos.
Creo que, en general, tiene que ver con la conciencia de clase: "Mira a tu alrededor y observa cómo están las cosas". O sea, hasta que no nos afecta directamente, no nos decidimos a actuar y a juntarnos con más personas. La visión individual del mundo, sin pensar en lo colectivo, es una gran victoria del neoliberalismo.
Las máscaras del enemigo son cada vez más sofisticadas y las maneras de anestesiar a la sociedad, más refinadas. Vivimos en burbujas y eso contribuye a que nos las sigan dando con queso una y otra vez, porque no es lo mismo cambiar la superficie que el fondo. Y así mantienen al pueblo adocenado, tranquilo, callado y cómplice.
Milky: Y enfrentado.
Portavoces de su generación, retratan con nitidez esta sociedad. Y abogan por tomar la ciudad: "Madrid nos pertenece a ti y a mí". Espacios libres de...
Jorge: ... de mediación mercantil. La canción, muy inclusiva, es una llamada a tomar la calle o el espacio público.
Milky: De hecho, una bonita impresión que nos hemos llevado cuando tocamos Madrid nos pertenece por ahí es que la canta todo cristo. Gente que hasta puede odiar Madrid porque la relaciona con el fascismo, el centralismo y el nacionalismo español; o con una ciudad enorme, asquerosa, contaminada y salvaje.
Jorge: No sabíamos cómo podía reaccionar un público catalán o vasco, por ejemplo, y hemos comprobado que es una de las canciones más coreadas y celebradas en esos sitios. Eso me congratula, porque me hace darme cuenta de que tenemos un público inteligente, porque lo que dice la letra no habla únicamente de Madrid. Habla de Madrid porque es donde vivimos, pero hago extensible el mensaje a cualquier otra. Ojo, porque esta ciudad también es la del ¡No pasarán! y la de Madrid será la tumba del fascismo.
¿El auge de la ultraderecha es pasajero?
Milky: El fascismo en España es algo estructural, no pasajero ni un enfado del momento: de las cloacas del Estado a la Policía, por no hablar de las concesiones que se hicieron durante la transición, que están más que caducas, pero nadie tiene cojones a cambiarlas. Hasta en Alemania, el país más paranoico con el nazismo, y con razón, tienen células terroristas. Y luego fíjate en Trump, Bolsonaro, etcétera.
¿Qué es Marca España para ustedes? De la buena, digo.
Milky: El antifascismo histórico, pero también el de la gente joven que milita en los barrios. La diversidad sexual y la libertad de las identidades sexuales, sobre todo en comparación con otros países. Y la multiculturalidad, porque hemos sido atravesados por un montón de culturas, de la gitana a la musulmana. Y, además, aquí hay grandes bandas y artistas.
Violada hasta la intimidad del individuo a través de las nuevas tecnologías, ¿qué se puede hacer desde su pequeña parcela?
Jorge: Volviendo a la resistencia y a la posición de desventaja respecto a tu contrincante, el error es plantear las luchas en el marco tradicional. Si los tiempos, los contextos y la tecnología han cambiado, el reto de la izquierda en general es encontrar maneras alternativas de plantar cara y de plantear nuevas luchas y nuevos territorios en los que ir ganando, sin renunciar a los anteriores.
No es un llamado exclusivo a pelear las nuevas identidades y descuidar a los obreros tradicionales para que luego se los lleve Vox y gane la derecha. Hay que saber atravesar todos los perfiles de posibles simpatizantes con ideas progresistas. La clave está en crear un sentimiento que nos lleve a tener conciencia y no únicamente a mirarnos el ombligo. Y esos retos también pasan por la tecnología.
Milky: Hay que ser conscientes de las implicaciones del consumo, de la alimentación, del uso de la bicicleta frente al coche...
¿La izquierda debe o puede sumar?
Jorge: Ellos verán. ¿Para qué quieres seguir perpetuando un Gobierno de coalición? ¿Para seguir chupándole las medias al PSOE, que tiene la mayoría y, al final, corta el bacalao? ¿Para que maquille determinadas leyes y no cumpla sus promesas? Esto es un asunto estructural. Si no modificas el sistema, difícilmente vas a poder hacer cambios sustanciales de gran calado, que reviertan determinadas situaciones. Siendo socio del PSOE, no lo vas a conseguir. Y Sumar, sumen tres, cuatro, cinco o 27 partidos de izquierda, va a ser lo mismo.
Milky: Falta de altura de miras... No puede ser que en tu programa tengas unos grandes mensajes de cambio y unos mínimos básicos y que, llegado el momento, tus prioridades cambien.
¿Mejor un Gobierno del PSOE que del PP?
Milky: Sí, pero ninguno me va a sacar de la calle. Prefiero un Gobierno del PSOE que del PP, de la misma manera que es mejor un sueldo de 900 pavos de mierda que otro de 700.
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