La Berlinale no se desmarca de la política y da su premio principal a un director iraní
El jurado presidido por el actor británico Jeremy Irons, además, premió el cine independiente de Estados Unidos y dio el Oso de Plata Premio Especial del Jurado.
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La 70 edición de la Berlinale dio su Oso de Oro a la iraní There is no Evil, dirigida por Mohammad Rasoulof, director ausente del festival por imperativo de Teherán, en un nuevo exponente del compromiso político y fílmico del festival.
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El jurado presidido por el actor británico Jeremy Irons premió asimismo el cine independiente de Estados Unidos y dio el Oso de Plata Premio Especial del Jurado, al valiente alegato abortista de Never Rarely Sometimes Always, dirigido por Eliza Hittman.
El tercer premio en el escalafón fue para el surcoreano Hong Sangsoo y su película de corte minimalista The Woman who Ran. No se olvidó de la única cinta que hizo reír al festival: Effacer l'Historique, una comedia de los belgas Benöït Delépine y Gustave Kervern, sobre seres enganchados al teléfono móvil, que ganó el Oso de Plata Especial de la 70 Berlinale.
Los premios a la interpretación se repartieron entre la alemana Paula Beer, protagonista y musa del Undine de Christian Petzold, y el italiano Elio Germano, por su prodigiosa recreación del pintor Antonio Ligabue, en Volevo Nascondermi.
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En su afán por lograr un palmarés equilibrado, dio la Plata a la mejor contribución artística a la cámara de la rusa Dau/Natasha, de Ilya Khrzhanovsky y Jekaterina Oertel, el filme más controvertido del festival por sus duras escenas de sexo y tortura.
Dos películas que sonaban para el Oro -la italiana Favolacce, de Fabio y Damiano D'Innocenzo y la franco-camboyana Irradiés, de Rithy Panh- obtuvieron la Plata por el mejor guión y documental, respectivamente.
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Quedaron fuera del palmarés otras películas que fascinaron, como First Cow, de Kelly Reichardt, y Days, del taiwanés Tsai Ming-Liang, ambas en posiciones punteras en las quinielas oficiosas de la crítica que siguió el festival.
Balance equilibrado
La 70 edición de la Berlinale fue la primera bajo la dirección colegiada del italiano Carlo Chatrian y la holandesa Mariette Rissenbeek. El nuevo dúo tomó el relevo con el compromiso de renovar el festival, tras 18 años de dirección en solitario a cargo de Dieter Kosslick.
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La sección oficial quedó así reducida a 18 títulos -en la "era Kosslick" solían ser 22-, con un fuerte protagonismo del cine independiente y de autor. Ello revirtió en un festival más manejable, pero con menos estrellas internacionales sobre su alfombra roja y, por tanto, con menor atractivo mediático.
El español Javier Bardem, a concurso con The Roads Not Taken, y la británica Helen Mirren, Oso de Oro de Honor, fueron los rostros más internacionales que acudieron al festival, reforzados desde secciones a exhibición por Johnny Depp y Sigourney Weaver.
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Se consideraba este año como de transición, pero ya con una innovación reveladora sobre el acento que quieren darle su dirección bicéfala: la sección Encounters, destinada a los nuevos lenguajes cinematográficos, que discurre en paralelo a la oficial.
La Berlinale se comportó un año más como un festival popular, abierto al público corriente. En sus primeros seis días de existencia -del total de diez- se vendieron más de 272.000 localidades para sus distintas secciones, unas 20.000 más que el año anterior.