Este artículo se publicó hace 3 años.
Los bares de tus canciones preferidas que existen en la vida real
De Siniestro Total a Joaquín Sabina, de Pereza a Miguel Ríos, de Los Planetas a Loquillo, de Mecano a Nacho Vegas, de Nacha Pop a Francisco Nixon... Cantantes y bandas han rendido homenaje en sus discos a sus garitos predilectos.
Madrid-
Bares, qué lugares. Abrevaderos de almas más o menos descarriadas, muchos han sido escenario de canciones. Siniestro Total, por ejemplo, dedicó dos al Kwai, regentado por Constante Martínez, un señor de Cangas del Narcea que no dudó en prestarse como extra para el videoclip Menea el bullarengue. Emitido en La Bola de Cristal, la producción corre a cargo de Antón Reixa, quien también grabó allí Economía sumerxida para el histórico programa presentado por Alaska.
El angosto local da título a la canción Vamonos al Kwai —bien mejor que a la F.A.I. o a la R.A.I.—, incluida en el disco Bailaré sobre tu tumba (1985), donde Constante figura en los agradecimientos porque "se porta muy bien con nosotros", o sea, con la banda de Julián Hernández y Miguel Costas. Ubicado en la calle Fernando VI, sus paredes rendían homenaje a los asturianos ilustres y al pueblo del dueño, como reflejaba una fotografía de Manhattan titulada con socarronería Cangas del Narcea, vista parcial.
"Vamos a Kwai y al Berberecho / y al Palentino y a lo hecho pecho", cantaban en Somos Siniestro Total, atinado remedo del Highway to Hell de AC/DC perteneciente al disco En beneficio de todos (1990). En este caso, la ruta comenzaba en el establecimiento madrileño, pasaba por el garito donde cascaba pipas la movida santiaguesa —el citado Berberecho— y terminaba en el bar regentado por Casto Herrezuelo. O sea, Casto, el del Palentino, donde Manu Chao interpretó Me llaman calle, merecedora de un Goya a la mejor canción original tras formar parte de la banda sonora de Princesas, de Fernando León de Aranoa.
No muy lejos de allí, Eva Amaral queda en La Vía Láctea en Es solo una canción, incluida en Gato negro, Dragón rojo (2008). Un legendario bar de copas cuyo espíritu musical llega hasta la jefatura, pues es regentado por el guitarrista David Krahe, sobrino del último profeta, Javier Krahe. Corazón de Malasaña, donde también resiste el Penta, con varias décadas a sus espaldas e inmortalizado en La chica de ayer por Nacha Pop en su álbum homónimo: "Luego por la noche al Penta a escuchar / canciones que consiguen que te pueda amar".
A escasa distancia, la plazuela de Antonio Vega, que se merecía algo más que un mordisco de acera. Bajando a la derecha, El Chamizo, una contundente taberna al ajillo presta a recargar las pilas de los estómagos acerados. Hace tiempo que sus torreznos dejaron de freírse en la calle San Vicente Ferrer, pero su nombre todavía resuena en Sabe mejor, incluido en El murmullo (2012) de Templeton, convencidos de que "siempre saben mejor las cañas del Chamizo".
Once números más abajo, Putilatex dedicó su éxito Mira una moderna a dos clubes, entre ellos el actual Maravillas. "Te vi en el Ochoymedio / bailando en la Nasti, / refregandote el coño a la cabina del DJ", se escucha en Domund (2008). Aunque no todo en Madrid es Malasaña: en Vuelve, un colega de Luis Brea pincha en el Fotomatón. El autor de Hipotenusa (2012) juega en casa, pues fue camarero y encargado durante un lustro del local de la plaza del Conde de Toreno, donde también se encargó de la producción de conciertos.
De Gijón a Granada, pasando por Zaragoza
Si damos un salto en el espacio y en el tiempo, Mecano cantaba en Cruz de navajas "a las cinco se cierra la barra del 33", en referencia a la discoteca tinerfeña 33 Norte. El álbum Entre el cielo y el suelo (1986) se publicaba años después del suceso que inspiró la trágica canción protagonizada por Mario, María y un amante que, en realidad, era una amante.
Por La vida alegre, un bar con encanto de Gijón que programa exposiciones, conciertos y presentaciones, se pasa un airado Nacho Vegas en La vida manca, con carga política y crítica antidesahucios. "Fui hasta La vida alegre. / Llegué y me dijo Isa que la vida allí no tiene prisa por terminar". Menos mal, porque aunque el nombre del local resulta jaranero, la canción incluida en el álbum Resituación (2014) no lo es tanto. Larga vida, pues, a Nacho Vegas y a Isabel Muñiz, cliente y propietaria, respectivamente.
En el extremo opuesto del mapa, Jota se preguntaba Qué puedo hacer si después de tanto tiempo no la deja de querer. "He pasado por tu casa veinte veces / y siempre voy al Amador por si apareces. / Pero nunca vas, pero nunca, nunca vas. / Estoy harto de esperar, / esto es más de lo que puedo soportar", se lamentaba el cantante de Los Planetas en el segundo corte de Super 8 (1994). Himno generacional indie, el Amador de marras era ese bareto granadino donde comer un bocado sin maltratar la cartera antes de liarte. Años después, el batería de la banda y de Lagartija Nick montaría El Bar de Eric, un museo del rock.
Sin perder el norte, Bunbury tiene presente en Negativo a un clásico de su ciudad, punto de encuentro del artisteo zaragozano. "Ha pasado el tiempo / tengo casa al otro lado del mar. / Pero algunos momentos / serán difícil de olvidar. / La Estación del Silencio / junto a algún que otro bar", se sincera en Radical Sonora (1997). Antonio y Boch, los dueños del garito, anunciaron en 2011 que le tomarían la palabra a Bunbury: el local tenía los días contados y abriría al año siguiente en México. Confirmado el cierre, no queda muy claro si llegó a reabrir en el D.F.
Flamencos, roqueros y taxistas
Volviendo la vista atrás, Joaquín Sabina en su De Purísima y Oro, radiografía de posguerra y arqueología de la noche capitalina: la paella insomne de Riscal, el famoseo de Alazán, los azulejos de Los Gabrieles y el flamenco de Los Gitanillos, que tenía por clienta a Ava Gadner cuando se llamaba El Duende. En la canción, incluida en 19 días y 500 noches (1999), no se olvida de la barra coctelera de Chicote, escenario de un "agasajo postinero" en el chotis Madrid, de Agustín Lara, interpretado por el compositor mexicano y por Lola Flores en la película La Faraona, aunque ha llegado a ser versionado hasta por Ariel Rot y The Cabriolets.
Sabina también es el coautor de la letra de Madrid 1983, donde figura un referente de la movida madrileña, que se dejó sentir en el barrio de Prosperidad. "Madrid en el centro de la ola / Madrid derritiendo el iceberg / Madrid en el templo del Rock-Ola", canta Miguel Ríos en El rock de una noche de verano (1983). Otro palco legendario, todavía en pie, fue el de la sala El Sol, citada por Pistones en la cara A del single Los Ramones / Vuelve pronto (1982). "Sentado en El Sol / bebiendo y fumando / sin apenas entusiasmo / llegaste tú y te sentaste a mi lado / con una cerveza en la mano". No fue el caso, pero la acción podría haber discurrido perfectamente en el desaparecido El Sol de Mayo.
En el cercano barrio de Conde Duque, Pereza controla en Por mi tripa "cada baldosa del Siroco", pinchadas y conciertos. Antes de publicar Aproximaciones (2007) e intentar cambiar el mundo, Rubén y Leiva ya habían hecho mención a la sala en Madrid: "Noches de Siroco, terracita Antón Martín / y ese bar de Tirso que te gusta tanto a ti". Las posibilidades son varias, aunque resultan más explícitos cuando en el penúltimo corte de Animales (2005) especifican el lugar: "Yo te espero en Casa Paco", taberna con solera ubicada en la plaza de Puerta Cerrada donde no faltan los callos.
Un primer plato que puede caer en el menú del Iberia, situado en la Glorieta de Ruiz Jiménez. Francisco Nixon lo homenajea en Bares de taxistas. Pese a que no lo cita por su nombre, la pista es clara: "Y en el de la calle San Bernardo / coincidimos a diario". La letra describe el local: "Vengo cuando ya no queda dónde ir, / los bares han cerrado y no sé por qué". O sea, un after hours o coche escoba accidental donde podían coincidir impenitentes de toda ralea con maderos, currantes, madrugadores y pesetos. La loa pre-Uber de Fran Fernández —en su día vocalista y guitarra de Australian Blonde y de La Costa Brava— figura en El problema de los tres cuerpos (2011), un disco a tres voces con The New Raemon y Ricardo Vicente.
También hay lugar para el circuito de cantautores en los trabajos de bandas como 84, fogueada en salas como Galileo Galilei y Búho Real, por lo que no extraña su cita en Esquinas de Madrid, con guiño incluido a La chica de ayer, de Nacha Pop: "En la calle Segovia, en el café Libertad, / en la calle la Palma, en el Búho Real, / 84 conciertos en la parte de atrás" de El burdel de las sirenas (2010).
Del Balmoral al José Luis, de Loquillo a Serrat
Loquillo necesitó casi cuatro años para terminar Balmoral (2008), tantos como los que frecuentó la coctelería homónima. El álbum contiene una canción, titulada igual que el disco, que describe la clientela: "Siempre hay bellas donde van / los poetas, músicos, pintores / en el Balmoral". Sabino Méndez participó en su composición, mientras que Jaime Urrutia, Luis Alberto de Cuenca y Jaime Stinus firmaron el segundo homenaje al local: "Con tu fin, Balmoral, / se desvanecen los cócteles de un mundo acribillado de juventud. / Nos queda tu memoria, por ella seguiremos en la trinchera".
Escenario de tertulias, Eugenio Suárez le dedicó en El País un sentido obituario cuando cerró en 2006: "No creo que haya habido otro lugar semejante, donde convivieron adeptos viscerales al régimen de Franco y quienes manifestaban convicciones contrarias, en un ambiente de buenos modales que rara vez se alteraron". Y David Gistau lo bordó en El Mundo: "Era un bestiario de la calle Serrano que contenía todos los modos posibles de anudar una corbata y de mezclar un cóctel. Pero, pasado el cabo de Hornos de la medianoche, con permiso ya para anillarse la oreja, Balmoral se convertía en otra cosa, en una guarida que ha influido en muchos escritores y periodistas que hacían la mili de las letras en Madrid".
El propio Loquillo le dedicó unas palabras cuando se enteró de la clausura de la coctelería, que había conocido de la mano del cantante de Gabinete Caligari. Además de dejar constancia de la importancia de las barras, hizo un repaso por otros establecimientos que no salen en sus canciones, pero que siguen asaltando su nostalgia: "Los bares influyen con el paso del tiempo y, visto desde la distancia, de una manera definitiva en tu crecimiento personal. Me vienen a la memoria el Cuatro Rosas en Madrid, el Ascensor, el Uve y Humedad Relativa en Barcelona, salas como el Rock-Ola, el Clangor en Santiago de Compostela o el antiguo Roxy en Valencia. Todos dejaron profunda huella en mi memoria y muchas de las personas que conocí en mi corazón".
En el de la Muchacha típica habitaba un cómico al que solía llevar "al palomar", que no era precisamente un bar. Educada por "una nurse vesánica típicamente británica, una aya y un preceptor", frecuentaba el barrio de Salamanca, donde discurrían las noches de los noctívagos del Balmoral. Cantaba Joan Manuel Serrat en el corte incluido en Mi niñez (1970): "Anda esa muchacha típica / los domingos en la hípica / y a las dos en José Luis". Para hacernos una idea del establecimiento, el dueño de las cervecerías y restaurantes que llevan su nombre abrió el primer local en la calle Serrano en 1957 y el segundo, poco después, frente al Bernabéu. Ecosistema de "esa muchacha típica, cuya familia es la típica familia bien del país".
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.