Este artículo se publicó hace 16 años.
Bardem, primer actor español en ganar un Oscar
El actor hace historia al convertirse en el primer intérprete español en conseguir un Oscar. No es país para viejos, de los hermanos Coen, fue la gran triunfadora con cuatro estatuillas en una c
Javier Bardem se convirtió esta madrugada en el primer actor español en ganar un Oscar al llevarse el premio del mejor actor de reparto por su papel de psicópata asesino en No es país para viejos. No hubo doblete. El compositor Alberto Iglesias que fue nominado por la banda sonora de Cometas en el cielo, perdió frente a Darío Marianelli, autor de la música de Expiación.
No es país para viejos fue la gran triunfadora de la noche con cuatro Oscars, entre ellos, mejor dirección y mejor guión para los hermanos Joel y Ethan Coen. "Agradezco a los hermanos Coen por ser lo bastante locos y pensar que podía hacer esto y por darme el peor corte de pelo de la historia", dijo Bardem al llegar al escenario, tras recibir la estatuilla de Jennifer Hudson. "Mamá esto es para ti, para nuestros tíos, para nuestros abuelos que trajeron la dignidad para los comediantes de España".
Bardem parecía más relajado que en la alfombra roja donde llegó acompañado por su madre. Pilar Bardem, que interrumpió su obra de teatro en Madrid para estar en Hollywood, dijo llevar un vestido de las rebajas y no dudó en calificar a su hijo de "cojonudo". "Siento una felicidad muy grande como sentiría cualquier madre".
"Vamos a dar paso a los psicópatas asesinos nominados para este año"Resaca de la huelga
La ceremonia tuvo que concentrar sus preparativos debido a la huelga de guionistas. Y se notó. Llegó a unos niveles de sosedad raramente alcanzados. "Vamos a dar paso a los psicópatas asesinos nominados para este año", dijo el presentador Jon Stewart, al recordar los títulos y temas sangrientos de las películas favoritas, "este país necesita seriamente un abrazo, menos mal que tenemos a adolescentes embarazadas", añadió refiriéndose al largometraje sorpresa del año, Juno.
No es país para viejos le arrebató la ceremonia a Pozos de Ambición, al ganar, además del de Bardem, los Oscars por mejor película, mejor guión adaptado (de la novela de Cormac McCarthy) y mejor dirección. "Hemos hecho películas desde los años 60" dijo Ethan Coen, "Cuando éramos pequeños rodamos un corto sobre Henry Kissinger con una cámara super ocho. Lo que hacemos ahora no es muy distinto de lo que hacíamos antes".
Actores europeos
Daniel Day-Lewis cumplió los pronósticos y se llevó sin sorpresa el Oscar al mejor actor por Pozos de ambición que le entregó su colega británica Helen Mirren. Day-Lewis dedicó su premio al director Paul Thomas Anderson y a su familia y dio las gracias en una intervención corta y comedida.
Marion Cotillard recogió entre lágrimas, abrumada por la emoción, el Oscar a la mejor actriz por transformarse en Edith Piaf, el primero para una actriz francesa desde que lo ganara en 1960, la veterana Simone Signoret.
La británica Tilda Swinton sorprendió al llevarse el Oscar a la mejor actriz de reparto por encarnar a una abogada maquievélica en Michael Clayton.
Diablo Cody, que escribió el guión de Juno, dedicó su Oscar "a los escritores, de los que aprendo cada día".
Ratatouille se llevó el premio a la mejor película de animación.
La única originalidad de la noche ocurrió cuando varios soldados estadounidenses estacionados en Irak, leyeron y anunciaron el Oscar al mejor corto documental que se llevó Freeheld.
Austria ganó el Oscar a la mejor película extranjera por Los falsificadores que presentó Penélope Cruz.
Una ceremonia sin brillo
La ceremonia fue realmente insípida. El productor Gilbert Cates había anunciado sorpresas. Se quedaron en alguna parte del guión que no consiguió escribir por la huelga o se difuminaron en los vídeos histórico-recapitulativos que anunciaban las categorías, lágrimas en blanco y negro y sonrisas perdidas en peinados de los ochenta, un sinfín de refritos autocomplacientes.
Aparentemente Cates recicló los vídeos que tenía previsto mostrar en caso de la que huelga de guionistas hubiera amargado la gala. El resultado fue mucha música orquestal sobre imágenes vistas una y otra vez que demostraron sobre todo que antes las galas eran más divertidas. La única buena noticia es que no cayó la tromba de agua que amenazaba con sumergir la llegada de las estrellas.
Los estilistas habían anunciado una explosión de color. La alfombra roja nunca estuvo tan negra. Aquello parecía un funeral. Glamour sí, pero un pelín siniestro. Y las que llevaban color, llevaban rojo así que se difuminaron en el paseo hacia la entrada del Teatro Kodak. FIN
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