Este artículo se publicó hace 14 años.
El arte de escribir películas sin cámaras
El Festival Eñe arranca con un análisis sobre adaptaciones cinematográficas
Un escritor que hace cine y un cineasta que adapta a escritores abrieron las conversaciones por los alrededores de la literautra que han tomado la ciudad vieja de Montevideo. ¿El tema? "La eterna historia, generalmente infeliz, de las adaptaciones cinematográficas de la literatura", según la resumió el novelista Vicente Molina Foix, invitado a reflexionar sobre "la imagen escrita" en la primera charla del Festival Eñe de Literatura, inaugurado ayer en la capital uruguaya.
Junto a él, y los oyentes que llenaban la sala del Centro Cultural de España, estaba el director uruguayo, afincando en Madrid, Álvaro Brechener, cuyo primer largometraje Mal día para pescar, se basa en un cuento de Onetti, Jacobo y el otro. "Una adaptación siempre tiene que desprenderse de la obra original", explicó Brechner.
"Cuando vendes los derechos, vendes también el derecho a la traición", dice Molina Foix
"Me gustaba más el libro' debe ser la frase más pronunciada de la historia de la exhibición cinematográfica, pero no siempre es justa", dijo Molina Foix. "Cuando los escritores abominan de las adaptaciones de los libros, yo siempre digo que cuando venden los derechos, venden también el derecho a la traición. Porque es imposible adaptarla sin traicionarla", añadió el autor de El abrecartas. "En este caso, la posibilidad de traición era infinita, porque yo era el autor del cuento y el director de la película", ironizó al referirse a El dios de madera, su segundo largometraje recién estrenado.
Para el director de Mal día para pescar, las diferencias entre el cine y la literatura son abismales. "Yo, al adaptar el cuento de Onetti, lo primero que quise hacer fue desprenderme de él: no como un acto de rebeldía, sino simplemente porque uno no puede ponerse a reconstruir, por ejemplo, la Santa María de Onetti, yo tenía que poseerla y reconstruir la Santa María que yo había soñado, imaginado", dijo.
La imagen, "más patente"Según Molina Foix, "muchas veces el lector añora que los directores pongan cara a los personajes que han capturado su imaginación, y en eso la literatura, con su poder de sugerencia, es superior al cine". La imagen, añadió, es "mucho más patente, y de alguna no puedes ignorar la arqueología del actor, en el personaje: Nicole Kidman, haga de lo que haga, siempre es Nicole Kidman. El lector no carga con eso".
"La adaptación de Álvaro es muy fiel al cuento de Onetti, pero al mismo tiempo no lo es, y por eso nos interesa, porque no es la repetición del relato", explicó Molina Foix, sobre la película de su compañero de mesa. Sobre las diferencias entre cine y literatura, retomó de nuevo el ejemplo de Onetti. "El director no podía plantearse adapatar la resonancia poética de la lengua de Onetti, porque si no tendrías que poner una voz en off y leer el cuento".
"Se trata de escribir las películas con la cámara", dijo el novelista español, que había debutado en el cine con Sagitario, en 2001. "En el cine, al contrario que la novela dijo el director uruguayo el presente es esencial, la ironía dramática que es capaz de generar con él, es mucho más fuerte que el que logra la literatura". Brechner, antes del salto al largometraje había realizado algunos cortos de ficción y documentales para televisión.
Para Molina Foix la literatura, con su poder de sugerencia, es "superior al cine"
Vicente Molina Foix, en todo caso, prefirió dejar la etiqueta de cineasta para otros: "Yo soy básicamente un escritor que ha hecho dos películas. Para llamarse cineasta hay que haber hecho algo más que eso", dijo. Él, según contó, descartó lo de convertirse en cineasta siendo muy joven. "A los 19 años tuve una experiencia que me marcó mucho. Yo era un joven cinéfilo que ese verano, medio engañado por un amigo que trabajaba en el cine, fui a trabajar como meritorio en una película del hoy legendario, Jesús Franco, ídolo entre otros de Quentin Tarantino, pero que entonces no lo era tanto... Acabé siendo el único ayudante de dirección de la película, que luego he sabido que es una persona básica, del que depende todo, al que el director casi siempre mira, generalmente con desesperación, buscando una solución", cuenta. Tras aquel rodaje, decidió que seguiría cultivando la escritura.
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