El escritor Manuel Rivas ingresa este sábado como académico de número en la Real Academia Galega con un discurso titulado La boca de la literatura. Memoria, ecología y lengua.

Lo hace horas después de que la institución se comprometiese para modificar el significado de cinco términos homófobos en la proxima edición de su diccionario.

- El acuerdo alcanzado por la RAG hace justicia con el colectivo gay, si tenemos en cuenta que una acepción de pederasta ha sido hasta ahora 'homosexual masculino'.

- Es un problema que existe en prácticamente todos los diccionarios. Las academias tienen que recoger la realidad de la lengua, pero también deben tener la labor de crear el lenguaje. Hay que evitar términos que supongan una agresión o una distorsión que afecte a los seres humanos.

- ¿Podría profundizar en el contenido de su discurso de ingreso en la Academia?

- El punto de partida es una definición que aparece en el coro de Antígona. Hay muchas cosas extrañas en el universo, pero lo más extraño es el ser humano. Para mí, la boca de la literatura es la boca de los más extraños, esa zona de misterio que necesita la literatura.

'Lo más extraño del universo es el ser humano'

Y, por eso, la literatura será necesaria ahora y siempre, porque es lo más extraño.

Creo que en parte pertenece a la materia de la memoria, que es la diosa más fértil, más interesante, de la mitología griega; la madre de las musas que se proyecta hacia el futuro.

Hago un recorrido por literatura universal y gallega en la que reflexiono sobre el permanente diálogo que hay entre la naturaleza y el lenguaje. La idea de ecología es una mirada que se asimila a la de la literatura, porque se trata de recuperar permanentemente el sentido de las palabras.