Este artículo se publicó hace 3 años.
Las sepias pasan un test cognitivo diseñado para niños
Unos cefalópodos entrenados dan muestras de un alto grado de autocontrol en la obtención de recompensas.
Malen Ruiz de Elvira
Madrid-
¿Me como un trozo de gambón ahora mismo o espero un poco para comerme una gamba viva, que me gusta más? Las sepias sometidas a este dilema han demostrado una capacidad de autocontrol significativa ante una prueba similar a la que se diseñó hace décadas para medir el desarrollo cognitivo del cerebro humano en niños de corta edad. Esta capacidad de autocontrol en un invertebrado es comparable a la de algunos vertebrados con un cerebro de considerable tamaño. Las sepias sometidas a este experimento fueron antes entrenadas y efectuaron pruebas de aprendizaje.
Aunque a pocos se les ocurriría entrenar a una sepia en vez de comérsela, estos cefalópodos son capaces de aprender y sus reacciones dicen mucho sobre lo que puede hacer su cerebro. Sus parientes los pulpos son considerados los más inteligentes, pero las sepias comunes (Sepia officinalis) acaban de demostrar que pasan la prueba de la golosina (o de la recompensa), lo que demuestra una capacidad cognitiva que los investigadores que han hecho el experimento creen que es una herramienta que les permite adaptarse para sobrevivir.
La capacidad de autocontrol que permite retrasar una satisfacción se considera una habilidad cognitiva básica que varía mucho entre animales. Algunos pueden ejercerla durante pocos segundos mientras que en otros muchos no se ha encontrado o es muy débil, y solo unos pocos animales toleran retrasos de varios minutos.
En lo que es una explicación simplificada, cuando la prueba se hace en niños se les ofrece su golosina preferida y se les dice que si esperan un cuarto de hora, se podrán comer dos de esas golosinas en vez de una. Es una forma de comprobar a qué edad se desarrollan en humanos la capacidad de tomar decisiones, la planificación del futuro y el comportamiento dirigido a un objetivo.
Las sepias del experimento solo aguantaron entre 50 y 130 segundos, pero esta duración se considera relativamente larga si se compara con los resultados en muchos otros animales, explican los autores, liderados por Alexandra K. Schnell, de la Universidad de Cambridge. Lo más complicado sin duda fue el diseño del experimento, porque ya el año pasado uno más simple indicó que las sepias podían no desayunar si esperaban una cena que les gustase más, pero no se consideró concluyente respecto a la capacidad de auto control.
Así que estos investigadores diseñaron algo diferente y mucho más complejo. Las sepias del experimento, seis ejemplares casi adultos de nueve meses de edad, aprendieron primero a asociar tres símbolos (cuadrado, círculo y rectángulo) con el grado de disponibilidad en el acuario de una presa visible tras una pantalla transparente en la que figuraba el símbolo.
Así se pudo estudiar cuanto tiempo estaba dispuesto cada uno de los ejemplares a esperar para obtener la recompensa deseada, que era la gamba viva (hubo también una fase de control). Se empezó por 10 segundos y se fue aumentando el tiempo de 10 en 10 segundos. En cualquier momento la sepia podía lanzarse a adquirir la presa disponible sin esperar más por la otra. El tiempo de espera de los ejemplares varió entre los 50 y los 130 segundos y este tiempo individual se mantuvo en cada ejemplar en pruebas consiguientes en las que se retrasó más la recompensa. En general, cuanto más aumentaba el tiempo más abandonaban la espera los animales.
Este experimento se pretendió utilizar también para evaluar la relación entre el grado de autocontrol y la capacidad de aprendizaje de una tarea concreta,y los investigadores afirman que es la primera vez que se encuentran indicios de esta asociación en un animal no primate. Reconocen, sin embargo, que pueden quedar dudas sobre esta relación y esperan que experimentos posteriores la corroboren. Lo que sí aseguran es que, en cuanto al auto control, las sepias muestran una capacidad cognitiva comparable con la de los mamíferos estudiados.
Un autocontrol alto se ha relacionado sin duda con mejores resultados en tareas cognitivas, como el aprendizaje, en humanos y otros primates, incluidos los chimpancés, pero no está clara esta relación en otros animales que viven en condiciones muy diferentes, señalan los investigadores, de Reino Unido, Austria y Estados Unidos, que han publicado el resultado de su experimento con sepias en una revista de la Royal Society británica.
Otras especies que han demostrado ser capaces de autocontrol para esperar una recompensa mejor son los cuervos, los loros y los perros. En estos casos se relaciona con factores socioecológicos, como que usan herramientas, que tienden a almacenar alimentos y que viven en comunidad. Pero las sepias, que se sepa, no usan herramientas, no guardan alimentos y su sociabilidad es muy limitada.
Por eso los investigadores creen que el desarrollo en su caso de la ventaja evolutiva del auto control puede asociarse a que las sepias permanecen durante mucho tiempo quietas y camufladas, solo atacan a sus presas durante breves periodos y tienen mayor probabilidad de éxito cuando esperan a que éstas estén muy cerca. Ahora falta por comprobar si otros cefalópodos tienen capacidad de autocontrol y el candidato más interesante es precisamente el pulpo, por el modo de caza que emplea, señalan los investigadores.
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