Este artículo se publicó hace 14 años.
Rusia no encuentra candidatos a cosmonautas
El desinterés de los jóvenes se une a problemas nacidos tras el desplome de la URSS
Desde que la Unión Soviética fracasó en la carrera para subir al primer hombre a la Luna, el poder ruso en el espacio se ha mantenido en aparente buen estado de salud: Rusia continúa enviando sus Soyuz y Progress a la Estación Espacial Internacional, en la que cuenta con un segmento propio. Es también el país que más cohetes lanza al espacio, con una cifra récord de 33 despegues en 2009, un 43% de todos los mundiales y 1,5 veces más que EEUU, según anunció en enero el director de la agencia espacial rusa Roscosmos, Anatoly Perminov. Y al contrario que la NASA estadounidense, su homóloga rusa cuenta con un presupuesto que crece al menos un 5% anual -en 2009 fue de 2.400 millones de dólares- y que se completa con inversiones privadas e ingresos procedentes del turismo espacial.
Sin embargo, bajo esta fachada los cimientos no son tan sólidos. Una muestra de ello la constataba la pasada semana Sergei Krikaliev, director del centro de formación de la moscovita Ciudad de las Estrellas, donde se han formado varias generaciones de cosmonautas. Krikaliev se dolía de que ya no hay vocaciones para vestir el traje espacial.
Nuevos reclutamientosEl lamento de Krikaliev es comprensible. Este ex cosmonauta ostenta el récord de permanencia en el espacio, con más de 800 días. Recibió el título de último ciudadano de la URSS cuando la descomposición del bloque comunista le sorprendió en la estación Mir. Todavía en 2004, la Fundación para la Opinión Pública, una institución demoscópica rusa, revelaba que el 82% de la población de aquel país aún ansiaba mantener la imagen de Rusia como potencia espacial.
Pero el panorama es hoy bien distinto. Roscosmos planea nuevos reclutamientos de candidatos a cosmonautas, pero "hay menos gente interesada de lo que nos gustaría", dijo Krikaliev a la agencia Interfax, recordando los tiempos en que los jóvenes ingresaban "por la idea, no por el dinero". El míster estelar aprovechó para quejarse del estado de gran parte de la instalación que regenta, que "no se ha remozado en 20 años".
El programa espacial ruso está minado por otros problemas. Al disolverse la URSS, el antiguo puerto espacial soviético quedó de repente en una nación extranjera, Kazajistán. Este país ratificó la semana pasada el contrato de alquiler que permite a Rusia utilizar el cosmódromo por 115 millones de dólares al año. Pero los kazajos tensan la cuerda y exigen a Rusia que retire los cohetes más sucios, como los Protón, que emplean combustible tóxico.
Rusia ha dispuesto dos soluciones: comprar bases para sus despegues en la base francesa de Kourou, en la Guayana, y construir el nuevo cosmódromo de Vostochny. Los gastos se multiplican y Roscosmos debe hacer caja; en los próximos años no venderá asientos en sus naves a millonarios, sino al eterno rival, la NASA, que en 2011 perderá sus shuttle y deberá hacer autoestop en las Soyuz.
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