Este artículo se publicó hace 7 años.
“Las plantas son organismos mucho más sensitivos que los animales”
¿Qué sienten las plantas? ¿Se comunican? ¿Son seres inteligentes? Stefano Mancuso, el neurobiólogo que más las ha estudiado, nos abre la puerta al mundo secreto y desconocido de un reino que ha permanecido invisible mucho tiempo, a pesar de proporcionarnos oxígeno, comida, energía y medicamentos: el vegetal.
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Durante miles de años, las plantas han estado condenadas a través del imaginario colectivo a un rol fundamentalmente pasivo. Han permanecido invisibles ante nuestros ojos, y no han sido consideradas en toda su complejidad. Por eso, Stefano Mancuso (Italia, 1965), director del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal de la Universidad de Florencia (Italia) y una de las máximas autoridades mundiales en neurobiología vegetal, ha dedicado toda su carrera científica a desmitificar nuestra visión de las plantas.
Convertido en abanderado mundial del reino vegetal, Mancuso, que acaba de publicar su libro Plant Revolution (editorial Giunti), sostiene que las plantas son seres inteligentes con capacidades sensoriales mucho más sofisticadas que cualquiera de los seres vivos del planeta y defiende su forma de inteligencia distribuida, que imitan sistemas como internet.
Aunque ninguna planta fue transportada en el Arca de Noé para salvaguardar al mundo según el relato bíblico –dice el neurobiólogo en una famosa charla TED–, las plantas son la base de la alimentación de una gran parte del reino animal y proporcionan oxígeno, energía y medicamentos, entre otros. El científico argumenta que las plantas constituyen más del 90% de las formas de vida de la Tierra, pero durante mucho tiempo se ha ignorado el increíble aprendizaje que ofrecen.
¿Tienen alma las plantas?
Depende de lo que definamos como alma. Si nos referimos a un concepto flexible de consciencia, en el sentido de si son capaces de sentir su entorno, definitivamente sí. Son increíblemente sensitivas, mucho más que los animales, porque si lo piensas, necesitan sentir todo mucho antes que ellos, ya que si pasa algo los animales pueden salir corriendo, pero las plantas no.
¿Entonces sentir es su única forma de supervivencia?
En efecto, sienten que algo cambia en su ambiente mucho antes que los demás, para así poder prepararse. En este sentido, las plantas son organismos conscientes. Cualquier planta conoce exactamente cómo es el mundo físico que la rodea, y es capaz de detectar los cambios en otros organismos a su alrededor, por ejemplo de otras plantas. Son capaces de cambiar su fisiología para contrarrestar el cambio y sobrevivir.
¿Qué superpoderes tienen las plantas que nosotros no tengamos?
Tienen todos los sentidos que normalmente asociamos a los animales y unos 15 más. Pueden ver, aunque no tengan ojos; pueden escuchar sonidos; y son capaces de oler con una sensibilidad increíblemente buena ya que su receptor para las sustancias volátiles es mucho más avanzado que en animales. Los humanos tenemos un sentido del olfato limitado, los perros son muchos mejores que nosotros y las plantas son a su vez mucho mejores que los perros. No sabría decir cuán mejor es su olfato respecto al de un perro, pero pueden percibir el olor de unas pocas moléculas en un compuesto específico, algo que es imposible de imaginar a escala humana.
¿Cómo consiguen ser tan sensibles?
Tienen muchos otros sentidos que no tienen los animales. Pueden, por ejemplo, detectar campos eléctricos y magnéticos y todas pueden sentir los gradientes químicos, así que las raíces en el suelo pueden ‘degustar’ la composición del mismo, la cantidad de nutrición, de agua, la presencia de metales pesados o los sonidos. Desde este punto de vista, son auténticos superhéroes con respecto a nosotros.
¿Cómo interactúan entre ellas? ¿Son tan sociables como los animales?
Tienen una vida social muy rica, son capaces de interactuar entre ellas de la misma manera que los animales y a veces de forma mucho más compleja. Por ejemplo, las plantas normalmente compiten por el territorio con otro tipo de plantas y especies e incluso dentro de la misma especie si no son parientes. Si son parte del clan, en ese caso no compiten, sino que comparten el territorio de una forma amistosa.
¿Podría darme ejemplos?
Tienen cuidado parental, es decir, cuidan de sus crías. Imagina un bosque, que es un entorno muy oscuro. Allí a una semilla que está germinando le cuesta muchos años llegar al nivel donde puede captar la luz. En todos estos años, ¿cómo consigue sobrevivir? Hay un clan familiar que le suministra los nutrientes que necesita a través de las raíces, igual que hacen los humanos, que cooperan en muchas especies.
¿Entonces también podríamos decir que son altruistas?
En parte sí. Hace tres o cuatro años se publicó una investigación que describía un experimento que se hizo en un bosque de abetos en Canadá, donde todos los árboles estaban conectados los unos con los otros. Los científicos impidieron que a uno de ellos le llegase agua, pero mantuvieron todas sus conexiones con el resto de las plantas del bosque. Entonces observaron algo sorprendente: este abeto, que era incapaz de tomar agua, sobrevivió durante muchos años gracias a la ayuda de sus compañeras.
¿Y cómo se defienden de los ataques?
De muchas maneras. Una planta siempre es consciente de los insectos que están tratando de comérsela, así que puede producir proteínas indigeribles para al atacante o aumentar sus moléculas venenosas. Alguna de las formas más sofisticadas es llamar a otros animales para que las defiendan. Por ejemplo, cuando ciertos insectos las atacan producen móleculas químicas volátiles que se transmiten a kilómetros y estos acuden a defenderlas y ellas a cambio les dan como recompensa azúcar. Es como un negocio, tú me defiendes y yo te doy azúcar. Otra estrategia increíblemente interesante es atraer a los enemigos del insecto que le está atacando, siguiendo la estrategia de ‘el enemigo de mi enemigo es mi amigo’. Un ejemplo es el de la hoja de tomate que emite móleculas volátiles que le dicen a las avispas –enemigos del insecto atacante– que vengan.
¿Cómo pueden ser organismos tan inteligentes?
No tienen neuronas, pero esta es la parte más fascinante de las plantas: pueden ser inteligentes sin ellas. No tienen ningún tipo de órgano y eso es importante. En los animales existen órganos específicos que nos ayudan a cumplir ciertas funciones de forma muy eficiente: vemos con los ojos, respiramos con los pulmones, etc. En el caso de las plantas no funciona así porque también representan un punto débil. Imagina que eres una planta: no puedes huir, estás enraizada al suelo y todos los animales pueden comer un poco de ti. Tener órganos sería muy peligroso porque un pequeño daño en un solo órgano te mataría. Estas es la razón por la que no los tienen, pero eso no significa que no ejecuten la función, que está distribuida a lo largo de su cuerpo. Pueden respirar, ver o escuchar con todo el cuerpo.
¿Cómo consiguen hacerlo?
Las plantas pueden producir una señal eléctrica con todo su cuerpo. No tienen nada similar a nuestro cerebro, pero sí raíces. El aparato de la raíz es un sistema muy complejo, una sola planta puede tener literalmente millones de raíces y cada raíz tiene su propio centro de mando, donde integran toda la información que captan del ambiente y deciden qué hacer. El conjunto de todos estos millones de pequeños centros de mando podría ser descrito como un tipo de cerebro. Por supuesto, estoy hablando metafóricamente, no es un cerebro, pero sí ejerce la misma función de una manera completamente diferente al nuestro.
¿Funcionan como internet?
Sí, así es. Internet funciona de la misma forma que este aparato de raíces. Es una red de pequeños ordenadores que de manera conjunta se convierten en una herramienta poderosa. Si lo quieres detener puedes matar el 90%, pero siempre habrá un 10% que sigue funcionando. Esto es así porque está construido del mismo modo que las raíces. Imagina que en lugar de este centro de comando de raíces las plantas tuvieran cerebro. Un pequeño agujero en ese cerebro las mataría, y lo mismo ocurriría con internet. Las plantas e internet evolucionaron por la misma razón: para evitar la depredación.
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