Este artículo se publicó hace 16 años.
El número secreto del Universo: 10 elevado a 122
Un físico descubre que varios parámetros del cosmos están extrañamente conectados por una cifra
Un profesor de física del Military College de Carolina del Sur (EEUU) llamado Scott Funkhouser cree haber dado con una solución. La respuesta es 10 elevado a 122, o un uno seguido de 122 ceros, o cien decillones de decillones. El problema, se lamenta Funkhouser, es que aún nadie sabe cuál es la pregunta.
El planteamiento de la cuestión resultará familiar a los lectores de La guía del autoestopista galáctico, la alocada obra de culto del escritor británico Douglas Adams. En ella, una computadora llamada Pensamiento Profundo es diseñada para hallar la respuesta sobre “el sentido de la vida, el Universo y todo lo demás”. Tras siete millones y medio de años de cálculos, la máquina emite su respuesta: 42. Ante la perplejidad de sus constructores, Pensamiento Profundo añade que el problema es que no saben cuál es la pregunta. Para este fin, la computadora propone fabricar otro ingenio más poderoso que ella. El resultado es la Tierra, confundida con un planeta, donde los programadores se disfrazan de ratones para camuflarse. Tras diez millones de años, la computadora Tierra es aniquilada cinco minutos antes de emitir su dictamen sobre la pregunta.
Energía oscura
Nada indica que Funkhouser esté frivolizando con la ficción. Su estudio, publicado esta semana en Proceedings of the Royal Society A, parte de un concepto que, pese a su enigmático nombre, resulta familiar para los físicos: la energía oscura. Se trata de una fuerza que causa una aceleración en la expansión del Universo y que se opone a la gravedad, cuyo efecto tiende a acercar los cuerpos. En el espacio vacío, que según los expertos no es tal, se supone una efervescencia de partículas cuánticas que tiende a separar los objetos. Al calcular el valor teórico de esta energía de vacío, los físicos descubren que es inmenso y destructivo. La solución propuesta es que la energía oscura es la pequeña diferencia que resulta de restar de esa energía de vacío otra fuerza contrapuesta aún desconocida. La fracción de la energía de vacío que representa la oscura se puede calcular conociendo ambos valores. El resultado de la división es uno partido por 10 elevado a 122.
Hasta aquí, 10 elevado a 122 es sólo una cifra, aunque una muy elevada, mayor que el número de partículas del Universo. Pero Funkhouser ha estudiado la relación entre otros parámetros y ha encontrado, curiosamente, el mismo número –o casi– en al menos otras cinco relaciones. Por ejemplo, la relación entre la masa del Universo y la mínima masa cuántica es seis veces 10 elevado a 121, y el número de combinaciones de todas las partículas existentes –una medida del desorden del cosmos– es dos veces y media 10 elevado a 122.
¿Coincidencias? Funkhouser está convencido de que no es así. Como ejemplo, la sincronía entre las mareas y las fases lunares no es casual, sino causal. El físico habla de otra aparente coincidencia cósmica: la densidad actual del Universo resulta ser igual a la densidad de la energía de vacío. Dado que la primera cambia a medida que el cosmos se expande, parece casi imposible que la humanidad pueble la Tierra en el preciso instante en que esto ocurre. Como es natural, hay quien sugiere que la coincidencia no es tal, sino que, de ser las cosas de otro modo, la humanidad no estaría aquí.
Resumiendo, el científico detecta la existencia de relaciones aún desconocidas entre “la vida, el universo y todo lo demás” o entre la masa de las partículas nucleares, la velocidad de la luz, la constante gravitacional, la de Planck y la cosmológica. Es decir, algo que amalgama ese todo.
Al físico no se le escapa que el suyo es el segundo de los grandes números que se repiten en el Universo por misteriosas razones. El primero, 10 elevado a 40, fue hallado por los científicos Eddington y Dirac hace 70 años. Funkhouser destaca que su cifra se obtiene elevando al cubo la de Dirac. Claro que, de una manera u otra, todos los números están relacionados. Sólo hace falta saber cuál es la pregunta.
Si no tiene cifras, no es un enigma
Los fans de la serie ‘Perdidos’ aún se preguntan qué significan ‘los números’. No hay enigma sin ellos, quizá de ahí su atracción. Al 42 de Douglas Adams, le han salido decenas de interpretaciones, desde la preferencia por esta cifra de Lewis Carroll, matemático y autor de ‘Alicia en el país de las maravillas’, hasta teorías binarias. A otro número, 10 elevado a 100 (un uno con 100 ceros), el sobrino de un matemático le puso nombre: ‘gúgol’. Larry Page y Sergey Brin lo cambiaron a ‘Google’.
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