El fósil de un dinosaurio cuestiona la evolución de las aves
El estudio desbanca la idea de que los reptiles redujeron su tamaño para volar
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Los paleontólogos suponían hasta ahora que los dinosaurios fueron reduciendo su tamaño irremisiblemente, hasta que ésta y otras modificaciones les permitieron conquistar el aire, dando origen a las aves modernas.
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Un equipo de científicos liderado por Alan Turner, del Museo de Historia Natural de Nueva York, ha revolucionado esta teoría al presentar en la revista Science los detalles del estudio de una nueva especie: Mahakala omnogovae, un pequeño reptil de 70 centímetros de longitud y unos 700 gramos de peso, que habitó el desierto mongol de Gobi hace 146 millones de años.
El examen de los huesos fósiles de esta criatura ha inducido a los investigadores a proponer que la disminución de tamaño no fue una opción definitiva en la evolución de los dinosaurios: algunas especies posteriores conservaron unas dimensiones reducidas, mientras que otras crecieron para alcanzar tamaños mayores que un hombre actual. Entre éstas últimas estaría el Velociraptor, el depredador que acosaba a los protagonistas de la saga de Parque Jurásico.
El árbol genealógico de las Paraves —las aves y sus antecesores— comprende dos ramas principales unidas por algún ancestro. Una de las ramas incluye al pájaro prehistórico Archaeopteryx y a las aves modernas, de dimensiones reducidas como consecuencia de la tendencia a la miniaturización. A esto se habrían añadido el desarrollo de las plumas y una diferente estrategia metabólica, hasta que apareció la capacidad de volar.
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En la segunda rama se suponía que el antecesor común habría conservado su gran tamaño en algunos de sus descendientes, como el temible Utahraptor, una bestia carnívora de siete metros de longitud. Otras especies derivadas de este grupo, por el contrario, habrían sufrido la misma evolución hacia formas pequeñas.
Gigantes y enanos
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Pero la irrupción en esta segunda rama de Mahakala, un habitante del Cretácico temprano, ha cambiado el panorama. Con relación a sus parientes, sus rasgos anatómicos lo hacen muy semejante al antepasado compartido por especies tan diversas como el pequeño Microraptor —un emplumado pájaro prehistórico con cuatro alas— y los raptores de mayor tamaño.
La explicación, según Turner, es que estos últimos fueron producto de episodios esporádicos de gigantismo, que revirtieron la tendencia general a encoger.