Las células madre de sangre abren brecha
Una técnica permitirá vaciar la médula ósea enferma antes de un trasplante
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En una semana plena de éxitos para la ciencia de las células madre, un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford (EEUU) añade hoy su grano de arena en la revista Science: un procedimiento limpio y eficaz que permite vaciar la médula ósea defectuosa de un ratón antes de someterlo a un trasplante de médula sana. Aunque se trata de un ensayo en animales con multitud de baches que sortear hasta su posible aplicación clínica, es un paso adelante hacia una futura estrategia para combatir enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple, o desórdenes genéticos de la sangre.
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La médula ósea es una central de fabricación del denominado sistema hematopoyético, integrado por células de la sangre y del sistema inmunitario. Numerosas enfermedades se producen por carencias en este sistema o por un funcionamiento defectuoso: en la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide o el lupus, las propias defensas del individuo agreden a sus tejidos. En otros casos, un defecto genético impide el correcto desempeño de algún componente sanguíneo, como en la anemia falciforme. Por último, leucemias, mielomas o linfomas son cánceres que brotan en las filas de las células sanguíneas.
Un sistema inmune nuevo
Los esfuerzos terapéuticos se dirigen a reemplazar el sistema afectado por uno nuevo. Los trasplantes de células madre hematopoyéticas –presentes, por ejemplo, en la médula ósea y en el cordón umbilical– se enfrentan al clásico rechazo inmunológico, pero hay otro problema adicional: de algún modo, las células progenitoras de la sangre del propio paciente se hacen fuertes en su posición y tienden a bloquear la colonización de las células trasplantadas, por lo que previamente es necesario evacuarlas.
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Habitualmente esto se logra con quimioterapia o radioterapia, tratamientos eficaces, pero sucios: atacan a todas las células proliferativas por igual, causando la típica caída del cabello. Además, pueden afectar al cerebro e incluso provocar cáncer.
El logro del grupo de Stanford dirigido por Irving Weissman consiste en una terapia molecular que elimina selectivamente las células madre hematopoyéticas del paciente –en este caso, un ratón–, respetando las demás. El agente responsable es un anticuerpo que reconoce las células diana y acaba con un 98% de ellas. Una vez limpia la médula ósea, las células trasplantadas prenden y regeneran la sangre del ratón.
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Pese al sugerente tono de los resultados, los científicos reconocen que su modelo experimental, un ratón inmunodeficiente, está muy alejado de los humanos, y aclaran que sería prematuro aventurar si este tipo de anticuerpos funcionará del mismo modo en pacientes.
Al baile de nombres que esta semana han aparecido en los medios como ‘padres’ de las células madre hay que sumar a un veterano que casi merecería rango de abuelo. Irving Weissman no es ningún novato en la arena científica. Desde sus orígenes en el campo de la inmunología, el director del Instituto de Stanford para Biología de Células Madre y Medicina Regenerativa fue el descubridor de las células madre en tejidos adultos. Aisló por primera vez las células progenitoras específicas del linaje hematopoyético, integrado por los componentes de la sangre y del sistema inmunológico. Pudo trasladar sus resultados a humanos y demostrar la utilidad de estas células en trasplantes. Sus estudios sobre células madre adultas han permitido también localizar progenitores celulares del sistema nervioso.