Intersexuales: cuando genética, gónadas y genitales no coinciden
Genes, gónadas y genitales no son lo mismo
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MADRID.- Corren los años 70 y, mientras el cuerpo de las compañeras de Calíope empieza a cambiar, la joven adolescente sigue exactamente igual. Cada día se sienta en su pupitre, pensando que la naturaleza se ha olvidado de ella. Un tiempo después empieza la transformación. Crece y su voz se vuelve un poco más grave; sus rasgos, angulosos. El uso del sujetador sigue siendo meramente testimonial y la regla continúa sin aparecer.
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Tras muchas pruebas, el doctor dictamina que, al haber crecido educada en un rol femenino, ella es, en realidad, una chica. Calíope, quien le ha mentido en la mayoría de las preguntas de la evaluación psicológica, se va de casa para evitar la cirugía feminizante que le quitará su clítoris inusualmente grande y comienza a llamarse a sí misma Cal. Se ha dado cuenta de que, en realidad, es un chico.
Las anomalías de la diferenciación sexual se originan en el desarrollo fetal y su frecuencia es inferior a 1 de cada 2.000 recién nacidos
El desarrollo sexual diferente se produce cuando un individuo presenta a la vez características genéticas y fenotípicas –la manifestación física de ese genotipo– propias de varón y de mujer. Como le sucede al protagonista de Middlesex, se puede tener, por ejemplo, un cariotipo masculino y órganos sexuales ambiguos o de apariencia femenina.
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Genes, gónadas y genitales no son lo mismo
La determinación del sexo genético tiene lugar en el momento de la concepción: si el espermatozoide que fecunda el óvulo es portador de un cromosoma sexual Y, dará lugar al nacimiento de un niño (XY). En el caso de que sea portador de un cromosoma X, el futuro bebé será genéticamente una niña (XX).
Asignación del sexo
En España, cuando nace un bebé es obligatorio asignarle un sexo. En el caso de los bebés con alguna diferenciación en el desarrollo sexual, desde el consenso de Chicago publicado en 2006, un equipo médico formado por pediatras endocrinólogos, cirujanos pediátricos, genetistas y pediatras urólogos hacen pruebas para conocer los cromosomas, las gónadas y las hormonas del bebé. Con los resultados, el equipo médico asigna un sexo, basado en el género con el que se han sentido mayoritariamente identificados en su vida adulta otras personas con su mismo diagnóstico.
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Las cirugías embellecedoras a bebés no se aconsejan
“Asignar un sexo no implica cirugía, únicamente es una etiqueta como ‘chico’ o ‘chica’. La normalización genital no crea ni cimienta una identidad de género. Solo retira tejido que el paciente puede querer más tarde”, explican en su página web.
Las cirugías para ‘normalizar’ los genitales no deberían hacerse antes de que el niño sea capaz de tomar una decisión informada
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Sin embargo, a su juicio, las cirugías para hacer que los genitales tengan un aspecto ‘normal’ no deberían realizarse antes de que el niño sea lo suficientemente maduro para tomar una decisión informada.
Cromosomas de hombre, aspecto de mujer
El síndrome de insensibilidad a los andrógenos (SIA) se presenta cuando una persona es genéticamente masculina (tiene un cromosoma X y un Y) pero es resistente a las hormonas masculinas o andrógenos. Como resultado, posee algunos o todos los rasgos físicos de una mujer, pero los caracteres genéticos de un hombre. Hay dos tipos de síndrome de insensibilidad a los andrógenos: completo e incompleto. El completo impide totalmente el desarrollo de cualquier característica masculina. El individuo nace y se cría con una apariencia femenina total. El cuerpo es el de una mujer, con senos, vagina y caderas. La única irregularidad es la falta de menstruación, ya que carece de útero y ovarios.
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Niñas con genitales que parecen de varón
La investigadora Laura Audi explica que la anomalía más frecuente en las niñas es el déficit de 21-hidroxilasa, es decir, la hiperplasia suprarrenal congénita (HSC). Es la patología que aparece con mayor frecuencia. La forma grave de la deficiencia, llamada clásica, puede tener una frecuencia de uno por siete o diez mil.
Intersexuales en el papel y la pantalla
Además de Middlesex, otras piezas de la literatura y el cine abordan el tema del desarrollo sexual diferente. El chico de oro (2013), de Abigail Tarttelin, narra la
historia del adolescente Max, con una anomalía de la diferenciación sexual. La película argentina XXY (2007) escrita y dirigida por Lucía Puenzo, fue la inspiración este libro de 2013 y también trata la historia de un adolescente 15 años con un estado intersexual.