Hace 300.000 años, 'el hombre era el verdadero rey del ecosistema', dice José María Bermúdez de Castro, director del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana y codirector de las excavaciones de Atapuerca. El experto explica así el hallazgo de unos restos fósiles examinados por el equipo de la excavación, y que sugieren que los Homo heidelbergensis que vivían en la sierra de Atapuerca (Burgos) incluían a los antiguos leones en su dieta. El estudio español se publicará en agosto en la revista Journal of Archaeological Science.
En el nivel TD10 de la Gran Dolina de Atapuerca, que tiene una antigüedad de entre 350.000 años y 250.000 años, los investigadores han encontrado restos del esqueleto de un león de las cavernas (Panthera leo fossilis). 'Las marcas en los huesos sugieren que las vísceras fueron extraídas del animal', explica Bermúdez de Castro. Los investigadores creen que este dato indica que el animal fue cazado, ya que si hubiera muerto antes, otros depredadores habrían llegado en primer lugar.
El ejemplar de esta especie extinta de león medía más de dos metros y 'pesaba unos 300 kilos', señala el codirector de las excavaciones. No obstante, el gran tamaño de este mamífero no fue un obstáculo para convertirse en pieza de caza para los heidelbergensis.
Los hombres de entonces medían 1,80 metros y 'tenían una gran potencia física', comenta el paleoantropólogo. Por lo tanto, 'no resulta extraño que un grupo de cuatro cazadores pudiera hacerse con una de estas piezas', añade. Este miembro de la familia humana se considera un ancestro del hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis).
La caza de leones no es muy habitual para el ser humano, 'aunque algunas comunidades actuales de masais realizan esta práctica', afirma Eudald Carbonell, también codirector de Atapuerca y coautor del estudio. Sin embargo, para los heidelbergensis 'la caza de este ejemplar fue un suceso aislado', asegura Bermúdez de Castro. Además, la condición de gran depredador que ostenta el león hace que su presencia sea relativamente reducida. Las comunidades de estos felinos no suelen superar las decenas, mientras que las poblaciones de sus presas, como los ciervos, pueden llegar a miles.
Las víctimas más habituales de aquellos parientes extintos de los humanos actuales eran los corzos, gamos 'e incluso rinocerontes', añade Bermúdez de Castro. De hecho, el nivel donde se ha realizado el hallazgo contiene miles de restos de estos animales.
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