MADRID
"Le informamos de que esta llamada puede ser grabada". ¿Te suena? Lo escuchas cada vez que llamas al centro de atención al cliente de algún banco, ayuntamiento, compañía de seguros, proveedor de luz, teléfono o agua, etc. Las justificaciones habituales, "por motivos de seguridad" o "para mejorar la calidad del servicio". Rara vez te preguntan si estás de acuerdo. O lo tomas o lo dejas.
Si las empresas alegan un interés legítimo (como podría ser prevenir un fraude, guardarse las espaldas en caso de reclamación del cliente o monitorizar el trabajo de sus teleoperadores), tienen permiso legal para grabar tu voz. Lo dice el artículo 6 del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), según señala a Público el abogado Javier de Miguel, experto en protección de datos e inteligencia artificial. Hasta ahí estaría todo más o menos bien. Si no fuera porque tu voz es un tesoro mucho más valioso de lo que igual imaginas.
Tu firma vocal
Tu voz puede servir, nada más y nada menos, para reconocer tu identidad. Es lo que se conoce como biometría de voz: un sistema de inteligencia artificial que permite reconocer a la persona que está hablando... solo por su forma de hablar. Tu garganta, lengua, nariz, boca, dientes, cuello, mandíbula... hacen que tu aparato vocal sea único e irrepetible. Tanto como tu huella dactilar o tu número de carnet de identidad. Los algoritmos de reconocimiento de voz, capaces de detectar los más sutiles detalles, solo necesitan tres segundos para reconocerte por tu habla. Al menos, ese es el tiempo que tarda el programa que utilizan algunos bancos, como BBVA, "en cualquier idioma y con cualquier tipo de frase, sin necesidad de pronunciar palabras específicas", asegura Veridas, la empresa que ha creado este sistema para el banco español.
Los algoritmos de reconocimiento de voz solo necesitan tres segundos para reconocerte por tu habla
Los beneficios de usar esta forma de validar la identidad del cliente son obvios: es más rápido (comparado con los 30-40 segundos de media que suele tardar la identificación en los centros de atención al cliente, mediante contraseñas que siempre se nos olvidan, pin, número de documento nacional de identidad...). Y, por lo tanto, más barato para la empresa.
Para el cliente que llama, supuestamente, es más cómodo también. Hasta el punto de que hay sistemas que "incorporan la identificación dentro de una conversación natural con un agente", señala Miguel Zurraluqui, director de Biometría de voz en Veridas. O sea que con decir "buenos días señorita, quería pedir un duplicado de la última factura" el sistema ya sabe tu nombre y apellidos, tu número de identificación fiscal, dónde vives y cuál es tu número de contrato.
¿Dónde queda tu derecho al anonimato?
En la otra cara de la moneda, están los riesgos para los derechos fundamentales de las personas. ¿Qué pasaría si tu huella vocal, esa forma de saber quién eres solo por tu voz, cae en las manos equivocadas? ¿Y si deseas hablar y, al mismo tiempo, ejercer tu derecho a la privacidad y al anonimato? Por lo pronto, Google, Amazon y Apple han recibido varias denuncias por analizar las grabaciones de voz de sus usuarios sin su consentimiento, para crear perfiles a los que dirigir anuncios personalizados. Porque resulta que, además de identificar a la persona que habla, se emplean sistemas de inteligencia artificial que pueden saber con gran porcentaje de acierto, muchas cosas de ti solo por tu voz: tu rango de edad, tu raza, tu estado de ánimo.
Mientras desarrolladores de algoritmos, empresarios entusiastas, legisladores y defensores de las libertades civiles se ponen de acuerdo, surge todavía otra cuestión. Si la inteligencia artificial es tan buena para reconocerte por tu voz, también puede serlo para imitarla. ¿Qué sucedería si un hacker clona tu habla y llama a tu banco?
En opinión de De Miguel, "haría falta una herramienta de suplantación de voz muy avanzada para vulnerar un sistema informático de consumo. Pero el riesgo existe". Lo demostró un periodista de The Guardian hace dos semanas, que pudo acceder al servicio de ventanilla única online del gobierno australiano usando su código de cliente y un duplicado virtual de su voz (hecho mediante un programa de ordenador, que solo necesita escuchar un puñado de palabras de una persona para crear grabaciones nuevas, imitando su habla).
Un mar de posibilidades de lo más interesante que seguirá dando de qué hablar en los próximos años. Según Forbes, se espera que el mercado de la biometría de voz genere 4.900 millones de dólares en 2027, cinco veces más que los 1.000 millones que produjo en 2019. Por si acaso, si cantas en la ducha, ten cuidado con quién te escucha.
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