Este artículo se publicó hace 14 años.
Francia devolverá las cabezas maoríes y estudiará otras reclamaciones
Los restos van desde las piezas de tipo anatómico hasta momias y cadáveres pasando por cráneos robados en todo el mundo
La Asamblea Nacional francesa ha examinado la proposición de ley para permitir la restitución, a Nueva Zelanda, de las polémicas cabezas tatuadas de guerreros maoríes que figuran en las colecciones del país. Aunque la votación de la ley quedó aplazada al martes próximo, todos los grupos parlamentarios anunciaron que se pronunciarán a favor. Y, además, aceptaron un principio: a partir de ahora, todas las demandas extranjeras de restitución de restos humanos deberán ser estudiadas.
Tras su paso por el Senado, el texto de ley llegó a la Asamblea Nacional rodeado por la polémica del precedente que sienta respecto a las inmensas colecciones de restos humanos de que dispone Francia, país de gran pasado colonial, egiptológico, arqueológico y antropológico. Los miles de restos van desde las piezas de tipo anatómico, en los museos de medicina, hasta momias y cadáveres de carácter etnográfico o egiptológico, pasando por cráneos robados en todo el mundo para las colecciones de antropología biológica del siglo XIX.
El Gobierno se pronunció a favor de la ley, y el conjunto de los grupos parlamentarios anunció su voto favorable, para instaurar el principio de la desclasificación de las dieciseis cabezas maoríes ya detectadas en colecciones francesas, y la posibilidad de devolverlas a Nueva Zelanda.
Además, la ley define lo que serán, a partir de ahora, los principios generales para devolver restos humanos -e incluso objetos fúnebres o arqueológicos-- a un país extranjero. La demanda deberá emanar de un país democrático, a petición de un pueblo actual o una comunidad con cultura propia viva, y estar basada en razones de dignidad humana y de respeto de las creencias, para piezas cuyo interés científico no esté demostrado.
Los diputados, por otra parte, instaurarán una nueva "Comisión Científica Nacional de las Colecciones", que estará encargada de inventoriar los restos humanos presentes en museos y laboratorios franceses, y de fijar con más precisión la doctrina sobre qué restos saldrán de las colecciones, y cuáles seguirán en ellas.
Con esas condiciones y con la comisión, Francia pretende escapar a lo que la diputada Valérie Fourneyron calificó de "caja de Pandora" de las reivindicaciones excesivas, y conservar la misión universalista de los museos. En comisión, por ejemplo, los parlamentarios descartaron una ley como la de ciertos Estados norteamericanos, que conceden a los pueblos indígenas los derechos sobre cualquier resto humano de más de 10.000 años, y ello pese a que nadie en concreto conserva hoy la cultura de hace 10.000 años.
Lo cierto es que, actualmente, en el caso francés, para curarse en salud muchos científicos prefieren decir que desconocen dónde se encuentran ciertos tesoros de carne y hueso. De ahí la importancia del trabajo de la futura Comisión Científica Nacional de las Colecciones, especialmente en lo referente a los cráneos que la Sociedad de Antropología de París -la primera del mundo en esa ciencia-- fue recolectando por todo el mundo, incluida Europa, en el siglo XIX.
Aunque existe unanimidad de cara al voto, ciertos diputados fueron más contundentes que otros. Así, Huguette Bello, diputada comunista de La Reunión (Océano Indico francés) no pudo dejar de irritar a los conservadores. Recordó el origen racista e imperial de la escuela francesa de antropología y cómo ciertas cabezas de guerreros anti-imperiales, como Kanak Ataï de Nueva Caledonia (Pacífico Sur) y Toera Sakalava de Madagascar (Indico), pasaron directamente del campo de batalla a las maletas de los generales franceses, y de ahí a las colecciones antropológicas parisinas.
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