Este artículo se publicó hace 16 años.
El derecho a no ser un campeón
Save the Children denuncia los abusos que sufren muchos niños en el deporte de élite
Campeones como el tenista Rafael Nadal o el piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso empezaron a competir –y a ganar– antes de cumplir los diez años de edad, y es posible que hoy no fueran lo que son si no hubieran iniciado a explotar su talento desde la infancia. Sin embargo, el enorme esfuerzo físico y psíquico al que son sometidos muchos niños de todo el mundo para tratar de conseguir en el futuro el sueño del éxito deportivo se cobra un tributo demasiado alto en forma de abusos y problemas de salud, según denunció ayer a través de un informe la ONG Save The Children.
Aunque el deporte de competición beneficia a la inmensa mayoría de los jóvenes atletas, cuando coinciden entrenamientos intensivos, dedicación exclusiva, entrenadores duros, padres exigentes y búsqueda de resultados inmediatos acaban apareciendo problemas. Así, según datos del estudio internacional Human Rights in Youth Sports recogidos en el informe, el 20% de estos jóvenes deportistas sufre situaciones de riesgo y otro 10% ve vulnerados algunos de sus derechos como niños.
Ante esta situación, Save The Children reclama que ningún niño de menos de siete años practique ningún deporte de forma competitiva; que la práctica especializada no se permita antes de los 13 años; y que no se les separe de su familia ni se les prive de formación académica por el deporte. Además, considera que los niños no deberían en ningún caso practicar deportes como el motociclismo, el automovilismo o el boxeo, por el riesgo que suponen para la salud.
Para denunciar la situación de estas víctimas del deporte de competición, Save the Children se centra, por ser casos especialmente significativos, en la gimnasia, el tráfico de niños futbolistas desde África a Europa, el muay thai o boxeo infantil tailandés y las carreras de camellos de los Emiratos Árabes protagonizadas por los más pequeños.
En el caso de la gimnasia, Pilar Goya, miembro del Patronato de la ONG, abogó por que exista supervisión médica en los entrenamientos regulares ante el elevado riesgo de lesiones. Así mismo, la ONG destacó que muchas veces los niños que practican esta disciplina deportiva se exponen a sufrir trastornos alimentarios debido al afán por mantener “una figura aniñada y delgada” sin olvidar que el sistema de competición “favorece a los cuerpos más pequeños” al valorar más la dificultad.
En el caso del mercado ilegal de niños futbolistas africanos, el propio secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, que participó en la presentación del informe, reconoció que la Unión Europea está “preocupada” por este problema, que se da más en países como Holanda, donde muchos de estos jóvenes futbolistas africanos acaban incluso en la prostitución tras fracasar en sus intentos de triunfar en un gran club. Para erradicar estas prácticas, Lissavetzky cree que los clubes deben apostar por fomentar los jugadores de cantera “que durante cierto tiempo pertenezcan al equipo”.
En general, Lissavetzky cree que el deporte tiene grandes beneficios para los niños, siempre que, como a su juicio ocurre en España, las condiciones permitan un “desarrollo integral” de la persona. Así, frente al cada vez mayor interés de los padres por tener hijos deportistas profesionales, apuesta por defender el derecho de estos niños a un trato digno, a entrenamientos y competiciones adaptadas y, sobre todo, “a no ser campeones”.
No obstante, según recoge el informe, la Ley del Deporte española no recoge medidas de protección de los jóvenes deportistas, aunque las comunidades autónomas "sí han adoptado, al menos, alguna medida favorecedora de la libertad de los jóvenes deportistas frente a los abusivos sistemas de derechos de retención y formación que son práctica habitual en el seno de algunas federaciones deportivas cuando el deportista cambia de club", sobre todo si se trata de un amateur.
El caso de China
Presentado a un mes del inicio de los Juegos Olímpicos de Pekín, el informe no se olvida del caso de China. Según sus autores, el "vertiginoso éxito" que ha experimentado el deporte chino en tan sólo veinte años "corre en paralelo al riguroso programa de entrenamiento establecido sobre toda una red de más de 11.600 escuelas deportivas alrededor del país donde hoy se entrena a más de 6 millones de jóvenes atletas y que no ha estado exenta de críticas".
Desde este punto de vista, Save the Children recuerda las críticas a los "duros entrenamientos" a que son sometidos los niños en China, así como a la "desatención que sufre su educación". "Esto provoca que, en muchos casos, cuando estos jóvenes dejan de ser potenciales estrellas, se encuentran sin ninguna oportunidad de encontrar trabajo y sin medios para poder estudiar", añade.
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